México.- El panorama laboral para las mujeres en México sigue siendo desafiante, con cifras que revelan una brecha significativa en comparación con los hombres. A pesar de avances en las últimas décadas, la igualdad de género en el mercado laboral aún es esquiva. México se ubica como el cuarto país con menor contribución económica de las mujeres en América Latina, lo que evidencia una disparidad alarmante.

Al cierre del cuarto trimestre de 2023, la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral fue del 46.5%, en marcado contraste con el 76.4% de los hombres. Estas cifras reflejan una realidad preocupante, donde las mujeres enfrentan obstáculos para ingresar, mantenerse y progresar en el ámbito laboral ya que a pesar de los esfuerzos, la participación femenina ha cambiado poco en las últimas décadas, creciendo solo cinco puntos porcentuales entre 2005 y 2023. Si este ritmo continúa, se necesitarían 119 años para alcanzar la igualdad de participación económica entre géneros.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, Espejo Negocios realiza un análisis sobre la representación femenina en la economía mexicana que revela una realidad marcada por desafíos persistentes en la búsqueda de igualdad de género en el ámbito laboral. A pesar de los esfuerzos por alcanzar la equidad en México persiste el desafío de obstáculos significativos como lo son la brecha salarial de género, la inestabilidad laboral, y las condiciones de trabajo precarias que afectan de manera desproporcionada a las mujeres, especialmente en sectores informales y de baja remuneración.

La brecha salarial de género persiste como un problema estructural en el mercado laboral mexicano. Según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (ENIGH), las mujeres ganan un 35% menos que los hombres, con una brecha salarial que se traduce en 65 pesos por cada 100 pesos que percibe un hombre. Esta situación coloca a México en el puesto 20 de 21 en el índice de brecha salarial de América Latina y el Caribe.

Además, las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que las mujeres enfrentan condiciones laborales precarias, con una alta proporción de empleo informal, alcanzando el 55.8%, en comparación con el 49% de los hombres. Esta informalidad laboral priva a más de la mitad de las trabajadoras en el país de certidumbre jurídica, acceso a servicios de salud y prestaciones laborales básicas.

La autonomía económica también presenta discrepancias significativas. Un 24.5% de las mujeres no cuenta con ingresos propios, dependiendo en un 54 por ciento de transferencias económicas de terceros provenientes de programas gubernamentales, remesas o transferencias familiares, en contraposición al 31% de los hombres en esta situación. Por otro lado, las responsabilidades del hogar siguen recayendo de manera desproporcionada en las mujeres.

Mientras 17.2 millones de mujeres se dedican exclusivamente a las labores domésticas, solo 992 mil hombres se encuentran en la misma situación. Es decir, hay 17 veces más mujeres que hombres en esta situación, disparidad que se refleja en el tiempo dedicado a estas tareas, con las mujeres invirtiendo más del doble de horas que los hombres, carga desproporcionada de trabajo no remunerado que limita las oportunidades de las mujeres en el mercado laboral y contribuye a la desigualdad de género.

 

El trabajo no remunerado tiene un valor económico que asciende a 7.2 billones de pesos estima INEGI. En otros términos, si el trabajo no remunerado fuera una industria, tendría una equivalencia a 24 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, cifra por encima del valor de sectores económicos como la industria manufacturera que equivale al 22 por ciento, o el comercio con 22 por ciento.

Llamado a la acción

 

En vista de estas disparidades, México ¿Cómo vamos? hace un llamado a la acción en el Día Internacional de la Mujer para mejorar las condiciones laborales de las mujeres y garantizar su plena participación en la economía. La equidad de género no solo es una cuestión de justicia social, sino también un elemento crucial para el desarrollo económico sostenible, ya que las brechas de género limitan el potencial económico de la sociedad al no aprovechar completamente el talento disponible.

 “La discriminación de género afecta diversos aspectos de la economía, desde la participación laboral hasta la representación en puestos de toma de decisiones, pasando por las diferencias salariales, desequilibrios que no solo perpetúan las desigualdades sociales, sino que también impiden el crecimiento económico inclusivo y sostenible. Por ello, es crucial implementar políticas públicas enfocadas en cerrar estas brechas, promoviendo así una mayor equidad y aprovechamiento del potencial humano sin distinción de género”, puntualiza la organización.

 

Insta a implementar políticas públicas que cierren las brechas de género y promuevan una mayor equidad y aprovechamiento del potencial humano, sin distinción de género.

 

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