Represión, amenazas, intentos de soborno y constante acoso son el precio de sobrevivir al ataque contra los estudiantes de Ayotzinapa que tuvo lugar el 26 de septiembre del año pasado, y Uriel Alonso Solís lo conoce perfectamente.

Su ánimo no mengua. Sabe que hay organizaciones sociales que apoyan a los estudiantes y está dispuesto a seguir en la nueva lucha que ha emprendido: contar su historia una y otra vez por todo el país hasta que se haga justicia.

La última información, dijo a ESPEJO, es que a los compañeros los tienen en Tamaulipas y sobreviven 39 de los 43 pero no ha habido forma de trasladarse y verificarlo. Es la esperanza de que sus compañeros están vivos y no calcinados, como alega la Procuraduría General de la República, lo que mantiene vivo al movimiento.

Aquella noche los estudiantes viajaban en un autobús con rumbo a la Ciudad de México, pero tuvieron la mala fortuna de pasar cerca de un lugar donde la esposa del alcalde José Luis Abarca, María de los Ángeles Pineda, realizaba un evento. Los estudiantes tuvieron la mala fortuna de que su paso por el lugar fue visto con malos ojos y la policía en conjunto con el Ejército actuaron en su contra.

Pero no solo eso, pues en sus pláticas habla de cómo se vive en la universidad normalista rural Isidro Burgos para que los jóvenes de todo el país aprecien las oportunidades que tienen.

“De 800 aspirantes solo logran ingresar 150, y ellos tienen que superar pruebas para demostrar que realmente merecen estar en la normal porque es una escuela en la que el único requisito es ser pobre. Pero una vez ahí te deshaces de todo lo que te enajena y enfrentas el mundo real”, cuenta frente a los estudiantes de la Escuela de Biología durante su visita a la Universidad Autónoma de Sinaloa.

En su visita por el estado Alonzo Solís ha recorrido los municipios de Escuinapa, Mazatlán y Culiacán, y el próximo miércoles estará en Mocorito y Ahome llevando su mensaje y contando su historia.

Están vivos

Que los jóvenes se encuentran con vida no solo es un dicho de los padres y estudiantes. Uriel Alonzo aseguró que ha habido elementos retirados del Ejército que aseguran que los estudiantes desaparecidos se encuentran con vida.

¿Qué testimonios tienen de que los estudiantes no fueron calcinados?

Vinculamos al Ejército por lo que pasó esa noche. Creímos que actuarían solo por omisión pero también fueron cómplices al cerrar la carretera y ayudaron a la Policía Municipal. Pero también tenemos testimonios de militares que desertaron porque no quisieron saber del problema. Ellos se acercaron a nosotros, a los padres de familia, y nos dijeron que saben que los muchachos están vivos, y para impedir que la información se filtrara a los soldados involucrados los asignaron a otra zona.

¿Cómo ha sido la vida después del 26 de septiembre?

-Antes del 26 teníamos una vida tranquila. Yo me dedicaba a lo político, a impartir círculos de estudio en otras escuelas, y cuando podía trabajaba la tierra y hacía mis tareas con la ilusión de convertirme en profesor, ese era mi sueño. Después del 26 todo eso se viene abajo, ahora nuestro sueño es encontrar con vida a los compañeros desaparecidos, que se haga justicia por los tres compañeros que murieron esa noche y dar a conocer todo el país. En cada estado hemos visto que las comunidades sufren atropellos del gobierno y vamos a hablar por ellos también.

¿Han sufrido represión?

-Sí, en las manifestaciones y a los compañeros que hablamos en los medios nos llegaban amenazas del gobierno. Que dejáramos de salir en televisión, que dejáramos de hacer mítines, pues a ellos nos les gusta que digamos que no están haciendo nada, que se saque a la luz pública todo lo que hacen. Nos ofrecieron dinero, carros, lo que sea con tal de que nos callemos, pero una vida no cuesta eso.

Mañana se cumplen ocho meses de los hechos del 26 de septiembre en Iguala, donde el Ejército y la policía privaron de la vida a tres estudiantes que se dirigían a la ciudad de México para participar en las actividades del 2 de Octubre.

La historia que el gobierno federal ha impulsado es que los jóvenes murieron calcinados, pero los padres y otros estudiantes se esfuerzan para desechar esa versión: el día en que supuestamente los calcinaron hubo mucha lluvia en Iguala y no había restos de cenizas en el lugar.

En todo el país se organizan marchas en exigencia para que se aclare el caso, pero el gobierno parece no estar dispuesto a ceder. Pero la justicia internacional parece estar del lado de Ayotzinapa.

El caso está en el terreno de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha abierto una línea de investigación en contra del Ejército, lo cual se ha convertido en la esperanza de los normalistas.

“No hay pruebas físicas ni científicas de que sean ellos. La Corte Interamericana ya tomó el caso y abrió una línea de investigación, y esperemos que logren abrir al Ejército y sea posible dar con nuestros compañeros”, señaló.