Desde la tristeza que raya en depresión al quedarte sin batería, hasta la obsesión de revisar constantemente nuestras redes sociales para no perdernos ninguna notificación, existen un montón de trastornos de reciente descubrimiento que tienen su origen en el uso contante de las tecnologías, gadgets y smartphones.

Los servicios de internet se han convertido literalmente en un arma de dos filos para sus usuarios, nos han permitido acercarnos y adentrarnos a un mundo de información más confiable que la que ofrecían medios convencionales como la televisión, pero a la vez han generado una dependencia bastante agresiva en algunos sectores sociales muy específicos, como adolescentes y adultos jóvenes.

¿Alguna vez has sentido que tu celular está vibrando y lo sacas rápido de tu bolsillo para darte cuenta que no has tenido ninguna actividad? No estás loco, probablemente sí hayas sentido la sensación de vibración, pero ha sido todo producto de tus niveles de estrés o ansiedad, mejor conocido como nobofobia y ya es considerada una enfermedad real por el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM). Este trastorno también está relacionado con el desespero que sentimos cuando olvidamos nuestro móvil en casa y sentimos que nos falta alguna extremidad, a tal grado de rehusarnos a realizar algunas actividades.

El doctor David Greenfield, de la Universidad de Connecticut, relaciona esta serie de malestares y cuadros depresivos con los niveles de dopamina. De hecho, la felicidad que provoca en las personas recibir mensajes o notificaciones aumenta la producción de materia gris y otras sustancias relacionadas con nuestros niveles de felicidad.

Según un artículo de la revista Vanity Fair, existe otra serie de enfermedades silenciosas estrechamente apegadas al uso excesivo de redes sociales. Como esa angustia de revisar constantemente nuestro celular para ver si algo ha sucedido en Facebook o la cibercondria, esa sensación de buscar en internet síntomas de enfermedades relacionados a nuestros malestares, sin dejar de lado la adicción al selfie que llega al grado de inventar situaciones o escenarios para engañar a nuestros seguidores a través de nuestros autorretratos.

Lo cierto es que le mente humana es demasiado compleja para ser explicada de una manera breve; lo importante es conocer y reconocer el impacto del uso de internet, redes sociales y la adicción que estos pueden llegar a generar hasta llegar al punto de replantearnos quiénes son los usuarios de esta relación entre humanos y tecnologías.