Criticados, envidiados y la mayor parte del tiempo incomprendidos, los milenials se han alzado de sus antecesores como una generación señalada como egoísta y caprichosa, pero detrás de esos muros cimentados en el uso compulsivo de las redes sociales y excesivos hábitos de consumo, existe una decepción ligada a las poca historias de éxito de la generación X: el matrimonio.

Si ya tienes veintitantos y notas que recibes menos invitaciones de bodas de las que recibía alguno de tus hermanos mayores, no te preocupes, formas parte de una generación que cada vez se resiste más a los enlaces nupciales, principalmente a los religiosos.

Los paradigmas y presiones sociales a los que fue sometida la generación X por sus padres han desaparecido casi por completo. Que si te debes casar antes de los 30, que no puedes ser madre o padre soltero, que necesitas tener un matrimonio para ser considerado como una persona exitosa y desde un punto de vista más emocional, que necesitas unir tu vida a la de alguien más para alcanzar la felicidad.

El ego de los milenials tiene su lado positivo, aunque generaciones anteriores se enganchaban con la idea de la media naranja, la mayoría de los milenials con carrera universitaria se siente completo.

Parece que ahora los que se casan son principalmente los jóvenes más conservadores o los que dependen del matrimonio para satisfacer otro tipo de metas personales. Seguramente conoces la historia de alguno que otro amigo que duró años de novio con alguna persona, para luego terminar esa relación, iniciar otra y al cabo de meses concluir en nupcias. Esto se debe a la edad y a que para muchos movimientos legales o metas personales enfocadas a lo laboral, el matrimonio se consolida como una necesidad escrita entre líneas de algún contrato.

Pero… tampoco quiero estar solo

Y es que en los últimos 50 años, las cifras del divorcio se duplicaron, el número de matrimonios heterosexuales ha disminuido y los hogares de padres solteros se han triplicado. Mientras los homosexuales luchan por conquistar el derecho al matrimonio y la adopción, las parejas heterosexuales optan cada vez más por compartir el techo y los gastos sin papeles de por medio y muchas veces sin tener hijos.

La forma de vida en las urbes de México, incluida la ciudad de Culiacán, los trabajos que demandan grandes cantidades de tiempo y la necesidad de la comunidad milenial de llenar cada espacio disponible del día con alguna actividad extra hace que tener tiempo para una vida de pareja luzca como una misión imposible.

Es por ello que los milenials han encontrado la forma efectiva de satisfacer su necesidad afectiva a través de personas que piensan igual que ellos, que son autosuficientes, que no buscan en el matrimonio prestaciones de ley concebidas para las parejas y tan solo buscan amor y tienen ganas de compañía.