¿Qué pasaría si un día despiertas y ya no lo encuentras? ¿Si parece que se lo tragó la tierra y nadie puede darte una señal para encontrarlo? ¿Si las personas que deberían buscarlo lo convierten en un número al borde de una carpeta que se olvida en el tiempo?… ¿Qué pasaría si desaparece alguien a quien amas?

En entrevista con ESPEJO, integrantes del colectivo Sabuesos Guerreras, A.C. nos narraron un poco de la historia que dio vida al grupo de búsqueda que desde hace un año rastrea entre la tierra y se sumerge en las aguas del centro del estado en busca de la verdad, de la historia de los miles de desaparecidos que han sido ocultos y poco a poco encontrados en las fosas clandestinas de Culiacán y sus alrededores.

Inundadas por el desespero y el dolor, 8 mujeres de diferentes sectores de Culiacán formaron Sabuesos Guerreras, el grupo de búsqueda más importante de la capital sinaloense, mismo que se enfrenta no solo a las adversidades y el peligro que impera en esta región del país, sino en contra de las autoridades que no les brindan el apoyo necesario para realizar el trabajo que a ellos les corresponde.

“Tengo dos hijos desparecidos. Antonio tenía 23 años y Cristian 21. Los desaparecieron el mismo día y a la misma hora, pero en distintos lugares, en la vía pública. Fueron interceptados por cuatro patrullas, a Cristian lo acompañaba su esposa y por eso tengo la certeza de que lo desaparecieron. Tratando de localizar a Antonio me di cuenta que tampoco estaba. Primero recurrimos a las instancias a preguntar por ellos, de la municipal a la estatal, pensando que estaban detenidos, pero en ningún lugar los encontramos. Quisimos poner la denuncia, pero nos hicieron esperar 72 horas, un tiempo de espera normativo. Me espero ese tiempo, pero sin dejar de buscar en hospitales, clínicas, Cruz Roja… pero no aparecen. Nos han dicho que hay muchas patrullas clonadas, nos enviaron a  ‘casa de seguridad’, en ese momento no sabía lo que eran las ‘casas de seguridad’… la carpeta del caso de mis hijos sigue vacía”.

—Micaela González. Sabuesos Guerreras.

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“Desapareció mi esposo hace casi año y medio; empecé sola a buscarlo, primero con las autoridades, desde la denuncia, y luego en la Semefo todos los días, con la esperanza de no encontrarlo ahí, luego en los hospitales, buscando a alguien con alguna característica de él. A una sola las autoridades no le hacen tanto caso; así en cada visita no encontraba ningún avance de la investigación, de hecho no conocía a mi investigadora, me enviaban a mi casa esperando que ya no volviera, porque les exigía. Luego las encontré a ellas hace un año y unidas hemos hecho fuerza”.

—Anónimo. Sabuesos Guerreras.

 

“Yo busco a mi hijo. Él desapareció el 26 de enero de 2017. Era policía municipal de aquí de Culiacán. Su desaparición desencadena lo que hoy es Sabuesos Guerreras; él es un policía ejemplar por eso me atrevo a gritar su nombre cuando lo busco. La Isabel de antes era una ama de casa, que atendía a sus hijos de la manera más normal; a veces me pregunto cómo me perdí. Mi hijo iba a ser chef y terminó siendo policía. Ahora soy un sabueso y los sabuesos buscan hasta que encuentran, son aguerridos y me meto tanto en mi trabajo, no dejo un espacio sin buscar, es fuerte, me transformé y es él quien me da fuerza, el que me guía y yo sé que algún día y en el momento exacto lo voy a encontrar”.

—Isabel Cruz. Sabuesos Guerreras.

 

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“Yo perdí a mi hijo, un joven profesionista que había logrado su sueño: terminar su carrera, y había empezado a trabajar. Le truncaron ese sueño. Él tenía 26 años cuando desapareció, cuando se lo llevaron, porque fueron policías los que se lo llevaron; me dijeron que se lo llevaron por borracho y me fui a la policía a buscarlo, pero no estaba ahí, no apareció y así me la viví, todos los días yendo a los mismos lugares. Entonces empezamos a buscarlo muerto, por los caminos, en los canales, en el monte, no apareció. Las autoridades no nos dieron respuesta, siempre me dijeron que estaban buscando, que no me desesperara y ya han pasado cinco años. Entonces las encontré, otras siete compañeras unidas por el mismo dolor y el objetivo de encontrarlos, porque todas somos madres”.

—Anónimo. Sabuesos Guerreras.

 

 

“Antes de la tragedia, yo vivía en mi confort, no sabía que existían los desaparecidos; entonces recibo la llamada de mi hermana, quería que la ayudara a buscar. Habían desaparecido a mi cuñado y a sus hermanos, ellos eran empresarios, tenían un restaurante de mariscos estilo Sinaloa, allá en Coahuila… creemos que fue el crimen organizado porque no pagaron cuota, algo que era habitual entre los Zetas en 2010. Han pasado ocho años y no sabemos lo que pasó; hemos trabajado en conjunto con diferentes grupos, de manera organizada, líneas del tiempo; hemos recopilado datos encontrando un patrón idéntico al de mi cuñado y sus hermanos. A diferencia de Sinaloa, en Coahuila hay voluntad política, aquí no la conocen. Cuando llegó Ríos Estavillo a la Fiscalía, pensamos que nos apoyaría porque venía de Derechos Humanos, pero estábamos equivocadas. Él nunca nos ha atendido, todo lo que hemos logrado ha sido por nuestras exigencias”.

—Rosa Neris. Sabuesos Guerreras.

De esta forma, estas valientes mujeres luchan por encontrar no solo a sus desaparecidos, sino a todos los desaparecidos del estado, con el objetivo de que también encuentren la paz aquellas que no se han atrevido a alzar la voz.