Familiares y amigos recuerdan Carmelita, Andrea y doña Rosa. Se cumple un año de la tragedia ocasionada por la depresión tropical 19-E.

Desde antes de llegar a la calle Agustina Achoy, por la orilla encementada del arroyo El Piojo, se oye el canto del sacerdote y el vecindario que lo sigue.

Oran por Carmelita.

Piden por Rosa.

Recuerdan a Andrea.

Es viernes y pasan de las siete de la tarde. Se oficia una misa por las tres mujeres en la confluencia de las colonias 6 de Enero e Ignacio Allende de Culiacán.

Hace un año, Rosa, Andrea y Carmelita, fueron arrastradas por el cauce del arroyo que atraviesa por estos dos asentamientos. La depresión tropical 19-E se hacía sentir en la capital sinaloense. Solo el cuerpo de Carmelita no ha sido encontrado.

La calle está cerrada con una camioneta. La gente, familiares y amigos, se guarecen bajo dos pequeñas carpas.

Allá arriba, los remanentes del huracán “Lorena” amagan, se ven. A la gente de aquí una nublazón le da mucho qué pensar. Le mete miedo. Le hace recordar cosas. La regresa sobre la tragedia que hoy cumple año.

Hay flores, veladoras. Gente vestida de luto. Sobre la casa de Andrea cuelga una manta con los nombres de las tres. Y tiene una leyenda: Pedimos justicia.

“Podemos ir en paz”, dice el sacerdote, dando por terminada la misa. Recoge sus cosas y se retira.

Pero la mayoría se queda. Y una señora camina al altar en honor de las tres mujeres. Lleva un rosario entre manos y empieza a cantar. Los demás la rodean, cantan con ella.

Hace un año de aquello. La gente se acuerda. La lluvia, la inundación el arroyo desbordado, la corriente como loca.

Hace un año pero esta tarde de la misa el arroyo El Piojo parece inofensivo, inocente, que no daña. Apenas corre un chorrito de agua, cosa de nada, un cauce que no rebasa los tobillos.

El Piojo parece que no mata mientras la gente sobre la calle sigue recordando, cantando, casi llorando.