Opinión

El control del SNTE, clave para la sucesión presidencial 2024

Pretender el cambio de dirigencia nacional sin un árbitro confiable, formado y experimentado, sin un padrón confiable, sin garantía de equidad y sin el respaldo de las bases magisteriales, reduciría el proceso democrático a un proceso puramente político movido por el interés de grupos por apropiarse de la dirigencia y no por democratizar el SNTE.

Renovar todas las secciones sindicales que hay en el país, mediante un proceso democrático a través del voto personal, libre, directo y secreto, en el 2020, para que los nuevos dirigentes seccionales convocaran –de acuerdo con el estatuto– a un congreso nacional extraordinario en el 2021, en el que se determinara hacer el cambio de dirigentes nacionales, parecía la mejor estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador para renovar y democratizar el SNTE sin tener que entrometerse directamente en los asuntos sindicales, sin embargo, la competencia anticipada por la sucesión presidencial del 2024 ha complicado los planes presidenciales al grado de que a más de treinta días después de haber vencido el plazo para la armonización estatutaria con la reforma laboral del 2019 –que venció el 31 de diciembre del 2019–, aún no se da la toma de nota del reglamento para la elección de dirigentes sindicales del SNTE en el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.

El problema ya dejó de ser un asunto interno entre maestros y grupos puramente sindicalistas para convertirse en un problema político en el que los grandes grupos nacionales en pugna por pertrechos para ir por la presidencia de la república en el 2024, pretenden controlar el SNTE como uno de sus principales activos para sacar ventaja en la competencia, pues saben que el SNTE es el mayor ejército electoral en la historia contemporánea de este país y que controlar el SNTE –no sólo su estructura– es fundamental para lograr la presidencia de la república y así lo ha sido desde su fundación, al participar en la campaña priísta de Miguel Alemán Valdez, hasta la elección del priísta Enrique Peña Nieto, pasando por la de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón.

No son, entonces, las expresiones puramente magisteriales las que tienen trabada la renovación del SNTE, sino los grandes grupos nacionales que van por la presidencia de la república, de ahí que se pretenda invertir la lógica democrática por una lógica política en la que se renueven primero las estructuras nacionales y después las seccionales.

Si bien, en un escenario ideal, en el que se contara con un árbitro imparcial, con autoridad y experimentado, con un padrón nacional seguro y un reglamento que asegurara el “piso parejo” para que ni los funcionarios del SNTE –nacionales y locales–, ni los funcionarios de la SEP y sus dependencias, ni los funcionarios de las secretaría de educación en los estados usaran los recursos institucionales para favorecer a los candidatos de sus preferencias o intereses, tendría sentido hacer primero la elección de dirigentes nacionales.

Sin embargo, pretender el cambio de dirigencia nacional sin un árbitro confiable, formado y experimentado, sin un padrón confiable, sin garantía de equidad y sin el respaldo de las bases magisteriales, reduciría el proceso democrático a un proceso puramente político movido por el interés de grupos por apropiarse de la dirigencia y no por democratizar el SNTE. Y este es precisamente uno de los puntos principales que están en la mesa de discusión entre los grupos que están en el debate de la pertinencia del reglamento de elección aprobado por el consejo nacional del SNTE y presentado al Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.

Entre los temas de mayor debate destacan los candados para que sólo participen como candidatos a dirigir las secciones sindicales quienes previamente hayan tenido un cargo en un comité seccional anterior, y para participar en un comité seccional, hayan tenido algún cargo sindical anterior, tal y como lo establecen los estatutos sindicales vigentes, pero que va contra la disposición de la reforma laboral del 2019, que establece el derecho universal de los sindicalizados a elegir y ser electos como dirigentes; la elaboración y validación del padrón electoral y el procedimiento de elección que señala la condición de afiliación o reafiliación y la credencial del SNTE para poder votar; y el orden de renovación de dirigentes –en esta primera vez–, si se cambia primero a líderes seccionales o a dirigentes nacionales.

En la discusión está la CNTE, que pide eliminar candados para que todos puedan elegir y ser electos como dirigentes, sin necesidad de tener antecedentes de participación sindical y que primero se elija a dirigentes nacionales. En este mismo sentido está Maestros por México, que enfatiza en que primero se cambie a la dirigencia nacional, y está la parte oficial de SNTE, que quiere que se mantengan los candados para que se elija sólo a quien tenga antecedentes de participación sindical –es decir, sólo a quien ya haya permanecido en la burocracia sindical— y que se renueven primero los comités seccionales bajo la coordinación de la actual dirigencia nacional.

LOS GRUPOS EN PUGNA

Si bien es cierto que en cada propuesta hay argumentos de valor, válidos, también lo es que hay oculta una intencionalidad distinta al deseo de democratización sindical planteada por el presidente López Obrador y que va más allá del plano sindical hasta conectarse con la sucesión presidencial del 2024. Resulta poco probable que las corrientes interesadas en la sucesión presidencial no tengan interés en controlar el mayor ejército electoral de la historia contemporánea en México y que ha sido fundamental para ganar la presidencia en las últimas seis décadas.

No es casual, por ello, que ante la dificultad para lograr que primero se cambia a la dirigencia nacional, desde Maestros por México se esté hablando de la posibilidad de crear otro sindicato magisterial nacional, con la ventaja de que sería más manejable y podría conseguir mejores prestaciones que el SNTE. No hay que olvidar que la maestra Elba Esther Gordillo tiene su propio partido Redes Sociales Progresistas y un claro compromiso con Marcelo Ebrard con la idea de apuntalar y transitar hacia su candidatura presidencial. Si no puede tener el control de todo el “ejército electoral”, al menos le arrancaría una parte para formar su propio ejército para la contienda presidencial.

Pero la maestra Gordillo no es la única interesada en el SNTE y con proyecto presidencial para el 2024. También las corrientes morenitas tienen interés en el control del SNTE para llevar agua a su molino y tal parece que las pugnas por el control de Morena se han irradiado, también, al sindicato magisterial.

LAS PUGNAS EN MORENA

Entre los grupos morenistas en la pugna por el control de Morena se identifican al menos cuatro corrientes. La que encabeza Yeidckol Polevnsky, secretaria general en funciones de presidenta de Morena, que aspira personalmente a la presidencia de la república y le apoyan el  ex presidente del senado, Martí Batres, los gobernadores Miguel Barbosa, de Puebla, Jaime Bonilla, de Baja California, el senador José Narro Céspedes, el ex gobernador Leonel Godoy, el senador Napoleón Gómez Urrutia y el coordinador de delegaciones federales Gabriel García Hernández, y quienes tienen importantes contactos con algunas expresiones de la CNTE.

También en la pugna por el control de Morena, aparece Alejandro Rojas Díaz Durán, que sirve a las aspiraciones presidenciales del presidente de la junta de coordinación política del senado, el senador Ricardo Monreal, con el apoyo de la presidenta del senado, la senadora Mónica Fernández Balboa, la diputada Claudia Valeria Yañez y el senador Alejandro Armenta Mier.

Destaca también en la lucha por el poder en Morena el grupo de Bertha Lujan, Presidenta del Consejo Nacional de Morena, quien apoya las aspiraciones presidenciales de la jefa de gobierno de la ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y hace equipo con el recién nombrado presidente nacional de Morena, diputado federal Alfonso Ramírez Cuéllar, con Héctor Díaz Polanco, director de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena,  la diputada Xóchitl Zagal Ramírez y la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada.

Y también participa el grupo que encabeza el líder parlamentario de morena en la cámara de diputados, Mario Delgado Carrillo, quien impulsa las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard Causabon, con el apoyo del alcalde de Iztacalco, Armando Quintero, Alma América Rivera, primera síndico de Toluca y la diputada federal sinaloense Tatiana Clouthier, y de manera externa a Morena, Elba Esther Gordillo. Mario Delgado también tiene vínculos con una fracción de la CNTE.

LAS ALTERNATIVAS

Acordar primero la elección de dirigentes nacional del SNTE y después los seccionales, sería una decisión en favor de la CNTE pero también del empoderamiento de Elba Esther Gordillo en el SNTE para apuntalar la candidatura de Marcelo Ebrard, aunque tal parece que, al menos por ahora, las cosas no están transitando en ese sentido. No es casual que esté detenida la toma de nota del reglamento de elección de líderes sindicales en el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, dependencia de la Secretaría del Trabajo, que presidente María Luis Alcalde Luján, hija de Bertha Luján, muy cercana al presidente López Obrador pero impulsora de la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum, quienes lograron meter a Alfonso Ramírez Cuéllar como dirigente nacional del Morena, en lugar de Yeidckol Polevnsky, y dejando en el camino a Alejandro Rojas Díaz Durán, impulsor de la candidatura presidencial de Ricardo Monreal y a Mario Delgado, impulsor de Marcelo Ebrard.

Pero por otro lado, renovar primero los comités seccionales, manteniendo los candados que ha propuesto la burocracia sindical, bajo la coordinación de la actual dirigencia nacional, abre la posibilidad de que las viejas estructuras burocráticas corporativas manipulen el proceso y mantengan el control del sindicato, impidiendo el deseo presidencial y la disposición legislativa de democratización sindical, por lo que lo más sano para impulsar la democratización sindical sin desbocar aspiraciones podría ser eliminar los candados que favorecen a los viejos esquemas de la burocracia sindical y elegir primero las dirigencias seccionales, siempre y cuando se garantice que haya equidad en la elección, para que sean éstos los que organicen el cambio de dirigencia nacional y no árbitros improvisados y manipulables.

LAS INTERROGANTES

La dirigencia nacional cumplió con el requisito de tiempo para presentar un reglamento de elección de dirigentes que le mandató la reforma del primero de mayo del 2019, sin embargo, el cumplimiento fue a medias, pues, además de que se mantuvo en secreto hasta que fue rechazado por el tribunal en una primera instancia, el reglamento de elección no es una reforma estatutaria, lo que podría implicar que el tribunal le ordene al SNTE hacer una reforma estatutaria para quitar los candados del reglamento, fundamentados en los estatutos. Pero la reforma estatutaria sólo es posible mediante un congreso nacional de delegados que bien podría llevarse varios meses.

¿A quién le favorece que la definición de las reglas para la elección de dirigentes se posponga indefinidamente?  Si no le cumplen su demanda de renovación de dirigencia nacional antes que dirigencias seccionales ¿formará la maestra Elba Esther Gordillo otro sindicato, como formó otro partido? ¿Cómo asegurar que los funcionarios de la SEP, de las secretarías de educación de los estados y los funcionarios sindicales del SNTE se entrometan antes y durante los procesos electorales para favorecer a sus candidatos? Qué sanciones habrá para los funcionarios que usen los recursos institucionales para favorecer a sus candidatos? Además de la capacitación electoral convenida por la secretaría del trabajo con el INE deberá quedar muy clara la sanción para quien interfiera para manipular la elección –oficio en el que tienen mucha experiencia funcionarios de educación y líderes sindicales–. Podrá María Luisa Alcalde asegurar piso parejo para la democratizacion del SNTE?

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