Aunque parece que sentidos como el gusto, el tacto y el olfato suelen jugar un papel menor en nuestra vida diaria y en el desarrollo de la personalidad, muy por debajo de la visión y el oído. En realidad son más necesarios de lo que pensamos y están involucrados en proceso complejos relacionados a los sentimientos y desenvolvimiento social.

Sorprendentemente, el más poderoso de nuestros sentidos no es la vista, sino el olfato. Un olor en particular puede alterar el estado de ánimo, evocar recuerdos e incluso determinar elecciones de pareja, sin que nos demos cuenta.

Un estudio desarrollado por el zoólogo Claus Wedekind en la Universidad de Berna en Suiza marcó un precedente sobre la importancia del influjo aromático en relación a la elección de pareja. Un grupo de mujeres tenían que asignar grados de atractivo sexual a partir del olor de unas camisetas que habían llevado durante dos días hombres que no conocían. Lo sorprendente fue que las voluntarias no tuvieron ningún problema en hacer esa clasificación de manera concluyente.


El proceso de análisis de las camisetas sudadas, reveló que un factor coincidía casi siempre con la clasificación: las mujeres elegían a los varones con mayores diferencias en los genes del llamado complejo principal de histocompatibilidad (MHC, por sus siglas en inglés).


Cuanto más distinto es el MHC entre los progenitores, mayor resistencia inmunitaria a las enfermedades tendrán los hijos que conciban. Posteriores estudios han corroborado también que nos atrae el aroma de aquellos con lo que sería mejor idea, genéticamente hablando, procrear.

Wedekind analizó un fragmento particular del ADN de un grupo de estudiantes, observando específicamente los principales genes de histocompatibilidad ( MHC). Los estudiantes fueron divididos en 49 mujeres y 44 hombres. Se les pidió a los hombres que usaran camisetas de algodón lisas durante dos noches mientras evitaban cualquier sustancia (alcohol, colonia, etc.) que pudiera alterar su olor natural. Después de dos días, las camisas se colocaron en cajas de cartón con agujeros, y se les pidió a las mujeres que clasificaran las cajas por olfato usando tres criterios: intensidad, placer y sensualidad.


Los resultados de Wedekind parecían mostrar que las mujeres preferían las camisetas que usaban los hombres con genes de compatibilidad diferentes a las suyas, lo que aumenta la posibilidad de que seleccionemos inconscientemente compañeros que pondrían a nuestra descendencia con alguna ventaja genética.

El experimento fue controvertido, pero alteró el pensamiento científico sobre los genes de compatibilidad. Y aunque el mecanismo detrás de este fenómeno es poco conocido, eso no ha impedido que las agencias de citas empleen la tipificación de MHC como una herramienta de emparejamiento, por ejemplo. Un laboratorio que ofrece este tipo de pruebas a las agencias online es una compañía suiza llamada GenePartner, que afirma: “Con las personas genéticamente compatibles, sentimos esa rara sensación de química perfecta”.