En los días recientes se ha desarrollado un conflicto al interior del Cuerpo Voluntario de Bomberos de Culiacán derivado del despido del comandante de la institución de rescate, Adán Shinagawa Araujo, diferendo del cual ha sido socializada en exceso la postura de la parte que se dice afectada y muy poco la situación que llevó al Patronato a tomar tal decisión, quedando pendiente el debate de si la medida fue para bien o para mal de la corporación apagafuegos.

Ayer, como síntoma de que el tema adquiere el sesgo de pleito por prebendas, los que defienden a Shinagawa acudieron a ofensas y reclamos fuera de tono, cuando la Diputación Permanente del Congreso del Estado se negó a considerar como de urgente y obvia resolución un punto de acuerdo que presentó una legisladora para que la Cámara saliera en defensa de ex comandante de Bomberos. “Mediocres”, “corruptos”, “mírenles bien la cara” y otros calificativos y amenazas llegaron en cascada contra los asambleístas.

La 63 Legislatura está en la misma postura de la mayoría de los ciudadanos. En redes sociales, en las manifestaciones de los elementos de la corporación y en las expresiones de respaldo a éstos se exhibe la falta de elementos completos de juicio porque predomina la denuncia de los que se dicen vulnerados en sus derechos y es débil la versión del área administrativa.

Claro que hay que defender al Cuerpo de Bomberos de Culiacán en su esencia de equipo voluntario que arriesga la vida propia por salvar la ajena, y que históricamente ha dado muestras de heroísmo en siniestros que amenazan a la ciudad. La fortaleza de la corporación está en sus integrantes, en los ciudadanos que aportan vía impuestos o en las colectas para el sostenimiento, sin que sea un obstáculo para fortalecerla la salida de un hombre que merece el reconocimiento a su labor y el finiquito conforme lo establece la ley.

Tampoco se vale que se pretenda la rebelión social contra todo aquel que trate de aportar al acuerdo y al diálogo y que se postule el sacrificio de la mesura en la coyuntura actual. ¿Debió el Congreso declarar el caso Shinagawa como de máxima urgencia? La misma escalada de ataques al Legislativo es prueba de que falta dialogar, informar y analizar más con un solo punto de encuentro: Bomberos es de Culiacán y no de un particular de un grupo de personas.

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