Los mismos elementos del Cuerpo Voluntarios de Bomberos de Culiacán que se movilizaron en protesta por la destitución de Adán Shinagawa Araujo, quien fuera comandante de la corporación y que fue indemnizado inclusive en términos que rebasan lo que por ley le correspondía, volvieron a las calles ayer con una demanda fuera del ámbito de sus atribuciones: la disolución del patronato de la institución de rescate.
Al obtener respuesta satisfactoria en lo concerniente a la justa liquidación de Shinagawa avanzaron a nuevas exigencias, movidos por intereses ajenos a la misión del cuerpo apagafuegos que extienden el conflicto y la tensión con un solo afectado, que es la comunidad de Culiacán. Mientras el equipo y los “voluntarios” son manipulados como método de presión, en cualquier momento podría ocurrir una emergencia de esas que nunca avisan.
Por fortuna, el Patronato adoptó decisiones de extrema urgencia para evitar que la ciudad se quedara sin la atención de bomberos y al frente de la delicada situación se plantó el nuevo comandante Efraín Araujo, al poner en primer plano el imprescindible espíritu de servicio de la corporación que “es estar ahí, listos ante cualquier emergencia. Nuestra ciudad no puede quedarse sin servicios bajo ninguna circunstancia y por ninguna diferencia interna de ideas u opiniones”.
A pesar de que los inconformes saben que está en marcha un proceso para reforzar y hacer más ciudadano el Patronato de Bomberos, pretenden acelerar el procedimiento cuando lo que se necesita es tiempo para que los mejores perfiles y propuestas lleguen a darle un viraje al funcionamiento del Cuerpo de Bomberos que sí ha sido turbio en cuanto a anteriores patronatos pero también por inercias que se enquistaron en el control a través de los años y vieron un botín en lo que debe ser mística y ética en favor de los culiacanenses en situación de peligro.
Bomberos es de Culiacán, de nadie más. Los culiacanense siempre han reconocido el mérito de quienes arriesgan la integridad física personal por salvar la ajena y han ido de la mano de la corporación en las buenas y las malas. Es la misma sociedad que hoy pide transparencia total al patronato e igualmente vocación y lealtad a los apagafuegos, para que nadie ni nada eche a perder la obra común erigida para cuidar a la ciudad y sus habitantes.
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