“Soy feminista”, afirma Laura González Bon, la directora del Instituto Sinaloense de las Mujeres (Ismujeres), justo en un momento histórico, cuando el movimiento feminista encabeza una batalla contra el machismo de las instituciones.

“No dudo en decir soy feminista”, expresó.

Llegó al Instituto con dos panoramas en frente, el de la búsqueda de reconocimiento derechos de las mujeres, como la despenalización del aborto, así como el de las altas cifras de violencia contra ellas.

Decidió empezar su trabajo desde su escritorio, con reuniones y análisis de decenas de documentos, de los planes de trabajo para saber cuál sirve y cuál no, identificar fallas en programas y mejorarlos, pero todo esto, aseguró, con el acompañamiento de mujeres y colectivas de la sociedad civil.

“(…) Estoy abierta a todo eso, ni sé todo ni estoy en todas partes, esa soy yo, una mujer que trabaja a favor de los derechos de las mujeres, pero que está abierta. Una vez un hombre que quizás puede ser muy machista me dijo ‘o sea que tú estás contra los hombres’, yo creo que hombres y mujeres tenemos que llegar a una convivencia y tenemos que llevar este mundo adelante”, dijo.

“Aquí vengo a trabajar, si vienen y me dicen ‘yo tengo esta idea’, adelante… conozco a las mujeres que ven por sus hijos desaparecidos, conozco a las mujeres que trabajan por el abuso sexual, que han sido el objeto sus hijos e hijas, porque no nada más son las niñas, por desgracia también son los varones, los niños”, agregó.

Laura González Bon fue ratificada por el Congreso local como directora del Ismujeres, en un proceso de exigencia social por falta de resultados visibles desde la institución.

A su vez, el Congreso local y organizaciones sociales, entre ellas el Colectivo de Mujeres Anticorrupción, estuvieron atentas al proceso, para evitar la llegada de una mujer con un perfil incorrecto.

Es por ello que se rechazó una primera propuesta donde fue elegida la empresaria Eva Joaquina Guerrero Ríos.

La segunda propuesta se hizo semanas después del rechazo, con la carta de González Bon, una mujer periodista de profesión, pero integrada a la academia y el activismo feminista desde hace más de 15 años.

Incluso, recuerda que siendo periodista en activo trató de abrir junto con compañeras comunicadoras una guardería que pudiera mantenerse con un formato de cooperativa, pero este proyecto no funcionó, pues en las administraciones de los medios de comunicación hay también un celo sobre la organización de periodistas por derechos laborales, es una violencia silenciada desde las empresas.

Se unió a la academia y colectivos feministas, encontrándose distintas violencias contra mujeres, así en el seno familiar como en las instituciones que están creadas para eliminar esas problemáticas.

“Aquí en el Instituto y creo que en toda la administración pública se necesita mucha sensibilidad, mucha empatía por lo que siente el usuario, ponernos en sus zapatos”, indicó.

“Imagínate a una mujer que sufre violencia, cuánto puede haber contenido esa situación y en eso estoy”.

Su diagnóstico personal está enfocado a una necesidad de sensibilizar a funcionarios, que crean cuando una mujer dice ser violentada.

“Uno de mis objetivos es trabajar y buscar que haya una verdadera coordinación”, aseguró.

“A mí en lo personal me ha tocado llevar a las mujeres a una agencia y que les digan ‘vengo a poner una denuncia’ y la respuesta sea ‘es que es muy difícil comprobarlo, ¿estás segura que la vas a poner?’, hay que cambiar ese chip, sensibilizarlos”.

Y ahora que está en la función pública empezó a modificar programas, como un primer paso. Así empezó con el de perifoneo en las colonias con mayor incidencia sobre violencia familiar.

Ese proyecto se hizo por consenso de las autoridades de seguridad y prevención, que vieron como una oportunidad el salir con carros y bocinas en sectores donde se tiene un alto registro de violencia psicológica y física contra mujeres. 

De tal manera que en Alturas del Sur, aquí en Culiacán, pasan carros anunciando, como si fueran productos o alimentos, que hay instituciones para atenderlas, a la espera de su denuncia.

“Estamos viendo un incremento de lo que se está viendo en los hogares, la pandemia nos ha llevado a esto y la Organización Mundial de la Salud nos habla que está en todas partes”, señaló.

La directora del Ismujeres vio en eso una gran falla, la de solo informar sin acercar a los funcionarios a esos lugares.

Ese programa ahora no solo incluye carros y bocinas, sino mesas itinerantes donde estén abogadas, psicólogas y trabajadores sociales.

“Que no sea solo una frase así bonita, que si les pasa algo (a las mujeres) que nos hablen”, explicó.

“(…) Hay que coordinar acciones que se hacen a través del sistema de igualdad y del sistema también de atención a las niñas, niños y mujeres. Tengo que trabajar que operen esos sistemas, que se le dé seguimiento a la alerta, hay una demanda de los colectivos”.

Laura González Bon apenas inició su gestión y aún revisa desde las oficinas del Instituto, conociendo la precariedad económica para trabajar o la ausencia de funcionarios comprometidos que deben estar atentos como se establece en los protocolos de atención contra la violencia hacia las mujeres.