Kevin Alfredo, Gerardo Esteban, Joshuan Antonio y Jesús Vicente son cuatro adolescentes que hace más de 20 días decidieron ir a pasar la tarde al río Humaya en Mojolo, al norte de Culiacán, pero ya no volvieron, fueron desaparecidos.
Se organizaron para ir a ver carreras de motos en las riberas y pasar el rato con amigos. Limpiaron un par de motos, se alistaron y salieron en punto de las 5 de la tarde del 14 de junio. Nada más se sabe de ellos.
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Gerardo Esteban
Nosotros regresamos en noviembre, apenas nos vinimos de Guerrero, de donde es su padre. Nos fuimos hace seis años para que conociera el pueblo de donde es su padre y ya luego nos vinimos porque allá se ganaba muy poco y queríamos ganar mejor, tener un dinero y estar en nuestra casa.
Ya teníamos una casa aquí en la colonia Bicentenario y me lo traje, pero él es un niño de bien, un niño de casa, un niño que yo le decía hijo, esto está mal y él corregía, porque es un niño que sabe razonar, que sabe cuál era el peligro y cuál no era.
Estaba trabajando de peón de albañil para una compañía por la central nueva y estudiaba por línea el tercer año de secundaria, pero ese día que regresó de trabajar se puso a arreglar su moto y la de los niños de la colonia Jesús Valdés para poderse ir al río de Mojolo.
Vecinos nos dicen que ellos andaban a las 12 de la noche en la colonia pero se han revisado cámaras y no, no ha salido que sean ellos.
Mi niño no conocía a casi nadie… sí había conocido a los niños con los que se fue, porque iba con ellos en la primaria, pero no se llevaba afuera
Judith Sánchez, madre de Gerardo Esteban
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Ese día era lunes, apenas comenzaba la semana y los padres y madres de los cuatro adolescentes ya los buscaban con los vecinos, en el río y las calles con penumbra.
Es una búsqueda que se prolongó. Todos los días salen y preguntan por ellos. Repiten sus nombres a quien se encuentran, les muestran fotografías y después pasan a pegar sus fichas de búsqueda Alerta Amber en postes de luz y paredes de negocios. Nadie sabe de ellos, es como si se los hubiera comido la tierra o se los hubiera llevado el cauce seco del río Humaya.
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Joshuan Antonio
Tiene 15 años, es un niño que se la pasaba en la casa todo el día y no hacía más que salir y jugar con otros niños.
Apenas acababa de regresar a casa, tenía dos semanas de haber regresado de una clínica donde era atendido. Empezó a trabajar con mi papá en un sushi y el resto del día se la pasaba en la casa con mis hermanos jugando afuera de la casa.
Él estuvo en una clínica fuera de Culiacán por un asunto psiquiátrico, ha estado malo desde niño. Él no pudo estudiar porque tuvo un problema de chiquito, tenía el reloj volteado y porque nunca pudimos hacer que el reloj se le volteara, no podía estudiar porque se quedaba dormido en la escuela y cuando él regresara lo íbamos a meter a estudiar la primaria, ahí se quedó en segundo por esos problemas, no sabe leer y escribir más o menos, son parte de sus problemas aunque es muy listo, muy inteligente.
Cuando desapareció con los otros niños empezamos a buscar desde las redes sociales, con la denuncia, saliendo a la calle en la colonia, pegar papeles con su ficha, preguntando a la gente si no los han visto, porque nosotros buscamos a todos.
Esto es bien difícil porque es mis ojos, es como mi doble, mi mitad… es muy difícil porque yo nunca pensé que lo fuera a ver en una ficha de estas. Yo veía y compartía fichas de niños que desaparecían, pero nunca pensé que fuera a pasar con nosotros.
Ya son muchísimos días sin mi hermano, sin poder dormir, sin poder comer, son muchas lágrimas derramadas las que uno tiene, no sé la verdad cómo es que sacamos fuerza.
Yareli Morgan, hermana de Joshuan Antonio
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La Comisión Nacional de Búsqueda de Personas establece en el Registro Nacional que Sinaloa tiene 2 mil 54 registros oficiales con denuncias de niñas y niños que fueron desaparecidos.
De todos los casos, por lo menos 320 siguen sin ser localizados y 74 fueron encontrados muertos.
No existe una razón oficial para explicar la desaparición de las niñas y los niños en Sinaloa, salvo que la mayoría de ellos son víctimas de la violencia familiar del Estado.
La mayoría de los casos registrados son niñas y adolescentes desaparecidas, sobre todo en Culiacán y Mazatlán.
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