El 12 de mayo de 2014 fue asesinada. Un hombre se bajó de una camioneta color blanco, se colocó una capucha frente a ella y le disparó en 12 ocasiones. El cuerpo de la mujer recibió ocho de esas balas y la desangró provocándole una muerte inmediata.
Una mujer logró ver todo lo que sucedió. Por ella se sabe que ese día ambas habían estado en la Procuraduría General del Estado donde se reunieron con Martín Robles Armenta, subprocurador general del Estado, para discutir.
Ambas mujeres eran buscadoras, madres con hijos desaparecidos por hombres armados y policías.
En mayo de 2014 las desapariciones de personas no tenían un eco suficiente en las agendas de funcionarios o la prensa. Pocas personas, como el periodista Javier Valdez Cárdenas (+) pusieron atención y documentaron casos desde antes, cuando aún eran descritas como “levantones”.
Incluso, en ese tiempo buscar a personas desaparecidas podía ser causa de criminalización de personas, señalándolas como “encubridoras de criminales“. Así sucedió con Sandra Luz.
La Procuraduría General sostenía reuniones con Sandra Luz y otras mujeres como Alma Rosa Rojo Medina. Las tres pertenecían a un colectivo llamado Voces Unidas por la Vida, integrado en ese entonces por 30 familias con hijos desaparecidos. Leían datos recopilados para poder explicar un fenómeno que crecía en silencio.
Sin embargo, el descontento era la regla general, esas reuniones no tenían mayor consecuencia que el reconocer falta de información sobre cada caso.
En cambio, hubo ocasiones donde la confrontación era más fuerte.
“Dicen que mi hijo es un criminal pero no me lo demuestran, y si lo fuera, pues que me lo traigan vivo y que lo juzguen, pero que lo traigan”, repitió Sandra Luz en más de tres ocasiones en el Palacio de Gobierno mientras se manifestaba.
El colectivo Voces Unidas por la Vida era uno de las dos organizaciones de personas buscando a otras desaparecidas, solo que este sobre casos recientes, mientras que el colectivo de Madres y Padres de víctimas de la “guerra sucia” busca aclarar los crímenes de las décadas de 1960 a 1980.
Las dinámicas de estas organizaciones eran la de exigir avances en la procuración de justicia. En ese tiempo la búsqueda se limitaba a recorrer calles, pueblos y colonias para preguntar si alguien había visto a su familiar, pero Sandra Luz decidió cambiar la estrategia.
La mujer, madre de Édgar García Hernández, se volvió investigadora y logró conocer que dos hombres de apellido Valenzuela desaparecieron a su hijo, lo asesinaron y enterraron en un campo en San Pedro, Navolato.
“Yo lo que quiero es ir a San Pedro y que nos dejen meter palas”, señaló la mujer a este reportero en abril de 2014.
Aquel año, en 2014, se unió una mujer que busca (aún sigue en búsqueda) a su hijo desaparecido en La Constancia, El Fuerte. La señora se llama Rosa Elia Vázquez y su hijo Román Soto Vázquez. Llegó aquí luego de contactar con el activista Óscar Loza Ochoa, miembro de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, organización acompañante y fundadora del colectivo Voces Unidas.
La señora Rosa Elia aprendió las estrategias de presión a la Procuraduría General y asistió en reuniones y manifestaciones para seguir buscando.
Era un grupo grande de mujeres buscando, quienes ya tenían un movimiento con fuerza suficiente para visibilizar las desapariciones como un problema estatal.
El 12 de mayo un hombre asesinó a Sandra Luz, quien se había colocado como la persona más fuerte de este colectivo y la de mayor exigencia. Ese día, al salir de la Procuraduría, fue a una manifestación de pepenadores en el Ayuntamiento de Culiacán.
Al llegar la tarde habló con una de sus compañeras sobre ir con una persona vidente en la colonia Mazatlán, cerca del Centro de Culiacán. Tomaron un camión y al bajarse de este un hombre ya las esperaba para asesinar a Sandra Luz.
El crimen tuvo tal magnitud que la Procuraduría apuró por tener a una persona detenida. Se fabricó una verdad histórica con un hombre de Tepuche en una camioneta blanca y lo tuvieron detenido por 8 meses, hasta que se descubrió que se le presentó con una serie de mentiras. Quedó libre y el crimen impune.
El colectivo Voces Unidas por la Vida se dispersó del miedo, nadie quería buscar.
La señora Rosa Elia fue una de las personas que decidió parar de viajar a Culiacán, no quería ser asesinada, pero también reconocía su necesidad de buscar a su hijo.
En julio de 2014, dos meses después del asesinato de su compañera, conoció a otras cuatro mujeres en el Ministerio Público de San Blas, con quienes habló de la situación de Sandra Luz, sobre lo que hacía y de sus ganas de ir a San Pedro a clavar palas para rastrear.
Un par de meses después, esas mujeres formaron un colectivo llamado Las Rastreadoras de El Fuerte, una organización que ayudó a reunir de nuevo al colectivo Voces Unidas por la Vida.
De estos dos colectivos han nacido otros 16 más en el Estado que han logrado hacer que este tema tenga una agenda especial para Sinaloa.
Sandra Luz Hernández
Madre de hijo desaparecido.
Fue asesinada el 12 de mayo de 2014 en Culiacán, Sinaloa
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