Para la segunda mitad del sexenio, Andrés Manuel López Obrador necesita a un operador político que cuide la gobernabilidad y ya no más a quien al frente de la Secretaría de Gobernación cumplió el papel de “florero” para no hacerle mella a la figura presidencial que acapara todo el protagonismo del gobierno llamado de la Cuarta Transformación. Este parece ser el fundamento para quitar a Olga Sánchez Cordero y poner a Adán Augusto López en la SeGob.

De la misma manera, el presidente blinda su operación política en el Senado enviando a Sánchez Cordero para eclipsar la notoriedad de Ricardo Monreal, quien al frente de la mayoría del Movimiento Regeneración Nacional en la Cámara alta está en declarada precampaña para buscar la titularidad del Ejecutivo Federal.  

Así, con una mujer y un hombre de todas sus confianzas, AMLO quiere tomar todos los hilos de la sucesión de 2024.

La etapa concluyente del mandato de López Obrador, cuya cuenta regresiva inicia el primero de diciembre al cumplirse la primera parte del período para el que fue electo, trae consigo complicaciones políticas, económicas y sociales que requieren a un gran operador que le quite presión y le cuide la imagen al hoy habitante de Palacio Nacional. Hoy mismo, el bloqueo a la comitiva presidencial en Chiapas que evitó que se realizara la acostumbrada conferencia de prensa mañanera, adelanta indicios de la inestabilidad que acecha.

El poderoso efecto AMLO que hace posible que los mexicanos lo evalúen bien a pesar de la compleja problemática nacional, irá disminuyendo conforme se acerque el fin del sexenio. La creciente inseguridad pública, los conflictos políticos como el que se vive hoy por el enfrentamiento del gobierno federal con el panista Ricardo Anaya, quien fue contendiente de López Obrador en la elección presidencial de 2018, así como las diferentes que derivarán del desespero social por el errático manejo de la pandemia de coronavirus, llenarán de escepticismo y agitación la conclusión del régimen de la 4T.

Al llevar a Gobernación a un operador político, “amigo, paisano y compañero entrañable”, y culminarle el ciclo a Sánchez Cordero que fue anulada en Gobernación por la figura presidencial que está metida en todo, López Obrador intenta una vuelta de tuerca que lleva mensaje para aquellos que considera enemigos, que son muchos, pero principalmente para los morenistas que andan desesperados por relevarlo en el cargo. Y delata la preocupación de que se le salga de control el proyecto nacional y la continuidad en el poder ya sea con él más allá de 2024, o detrás de quien designe como sustituto.

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