¿Cerrar escuelas o hacerlas espacios seguros frente a la cuarta ola de la Covid-19?
El gobernador Rubén Rocha Moya y la titular de la SEPyC deben escuchar las voces de los expertos en educación y en temas endémicos, así como de maestros y padres de familia, en busca de un modelo que cuide la salud pública y al mismo tiempo garantice la educación.

FOTO: Josué David Piña.
Con la decisión que tomó en Sinaloa la Secretaría de Educación Pública y Cultura para retomar el modelo de educación a distancia a raíz de la llegada de la cuarta ola de la pandemia por coronavirus, se reedita en la conversación pública la polémica de si la medida es adecuada para proteger a los alumnos de contagios, o en este caso el remedio resulta peor que la enfermedad por el colapso que ya presenta el sistema de enseñanza-aprendizaje.
En el contexto local donde se le permite al alcalde de Mazatlán reunir a alrededor de 25 mil personas sin la obligatoriedad de atender los protocolos sanitarios, los estadios deportivos se abren a los aficionados y las plazas comerciales concentran a diario a masas consumidoras y las reuniones familiares se normalizaron en diciembre, ¿es lo más conveniente volver a cerrar las escuelas? ¿No sería mejor que el gobierno le invirtiera en habilitarlas como centros seguros en materia de Covid-19?
Gustavo Rojas Ayala, presidente de Mexicanos Primero Sinaloa, la institución no gubernamental que ha realizado mediciones consistentes del impacto de la situación endémica en educación, considera en su cuenta de Twitter que “mientras bares o estadios de beisbol continúan abiertos, los que sufren las consecuencias de otro confinamiento vuelven a ser niñas, niños y jóvenes. Hay otras maneras de proteger la salud y la vida de la población, como vacunar a personas entre 5 y 14 años y realizar testeos”.
“Las escuelas se pudieran mantener abiertas si se les pusiera en condiciones: agua corriente, sanitarios, insumos de limpieza, salones con ventilación natural o asistida, uso de cubrebocas y respetar distanciamiento. Le estamos fallando a toda una generación”.
Carlos Puig, analista de políticas públicas, comentó en el artículo publicado ayer por el diario Milenio que la transacción de mantenerlo abierto todo y cerrar las escuelas resultará en una tragedia.
“Tuvieron meses para preparar el regreso pero, gracias a la austeridad, la mayoría de las escuelas fueron un poco abandonadas a su suerte, lo que padres de familia podían hacer para ofrecer lugares seguros. La mitad de los alumnos una semana, la otra mitad otros, sin evaluaciones de en qué condición llegaban, y pues siguieron sin llegar muchos porque todo era voluntario”.
“Tardaremos años en medir de verdad las graves consecuencias de las decisiones del gobierno federal, después de los gobiernos estatales, el acomodo fácil –y barato— de las escuelas privadas y de muchas universidades públicas y privadas. Porque nunca se vio el problema educativo con ánimo de emergencia para no afectar el futuro de millones y, por lo tanto, del país”.
El gobernador Rubén Rocha Moya y la titular de la SEPyC deben escuchar las voces de los expertos en educación y en temas endémicos, así como de maestros y padres de familia, en busca de un modelo que cuide la salud pública y al mismo tiempo garantice la educación para miles de niños y jóvenes cuyo futuro depende de procesos educativos y académicos continuos y de buena calidad. Esto también es de máxima prioridad.

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