Antes de conocerse, el programa anunciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador para controlar la inflación genera inquietud en los sectores y en los ciudadanos mismos por el temor a que el remedio resulte peor que el fenómeno de la carestía. Se espera que esta vez el mandatario federal sí dialogue y acuerde con los factores involucrados y no salga con la imposición de una estrategia que aparte de impopular sea inviable.
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Han sido dilucidados pocos detalles de la intervención gubernamental tendiente a mantener a niveles accesibles para los consumidores los precios de la canasta básica, gas LP y la tarifa de la energía eléctrica. López Obrador adelantó que la próxima semana informará en qué consiste el plan, mientras que productores, distribuidores y cadenas comerciales entran en nerviosismo conociendo el estilo superficial con el que la Cuarta Transformación enfrenta las dificultades nacionales.
Al registrarse la inflación del 7.72 por ciento en la primera quincena de abril de 2022, las alarmas económicas, políticas y sociales proceden a encenderse por las casi seguras secuelas de escasez de productos y servicios, caída del poder adquisitivo, cierre de establecimientos al perder capacidad competitiva y la elevación de los precios, con el impacto más severo en familias de escasos ingresos monetarios. Esto en sí ya es motivo de zozobra nacional, sin embargo, el mayor desasosiego está en saber cómo manejara el gobierno la situación.
El plan anti inflacionario tendrá que ser un sistema de acuerdos donde todos los componentes de las cadenas de suministro y consumo sean beneficiados con tal de evitar que el bienestar de unos se convierta en la ruina de otros. El panorama que amenaza dejó de ser cosas de pobres y ricos para convertirse en un asunto de solidaridad recíproca donde el presidente haga de lado sus filias y fobias y piense en el destino de México, no en el porvenir político de él o de su partido.
Por lo pronto es buena señal el hecho de que el presidente se esté tomando tiempo para decidir, lo cual habla de la posibilidad de que se trate de acciones consensuadas y funcionales. Aun aquí importan los equilibrios para que la carga no esté de un solo lado y la clave está en la cooperación con el principio básico de que el Gobierno Federal la estimule en vez de entorpecerla. Esperamos el plan de la 4T para saber de qué está hecho, si de soluciones o de simulaciones.
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