A tres años de nacer la Guardia Nacional, la violencia desbordada no permite celebrar
La milita militarización de la seguridad pública, considerada detrimento de las garantías constitucionales, deja mucho que desear en México
Integrantes de la Guardia Nacional durante el desfile cívico-militar del 16 de septiembre en la Ciudad de México. Foto: Presidencia.
El balance de tres años de operaciones de la Guardia Nacional debe considerar el crecimiento de los índices de violencia en México, tal vez sin el ánimo de debilitar ésta que pareciera ser la última carta que el gobierno juega para la seguridad y la paz, pero sí con la intención de que el cotejo de fortalezas y debilidades ayude a mejorar el funcionamiento futuro de la corporación.
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer que la institución será fortalecida al incorporarla a la Secretaría de la Defensa Nacional con el propósito de que permanezca en funciones y consideró que esto no debe ser motivo de preocupación ya que “actúa con pleno respeto a los derechos humanos”. Declaró que el comportamiento de la policía militarizada ha sido ejemplar.
Pero omite exponer el desalentador resultado en seguridad pública que ha de ser elemento imprescindible en la evaluación del desempeño de la GN. Por ejemplo, recordar que desde el 1 de diciembre de 2018, cuando López Obrador tomó posesión del cargo, hasta mayo de 2022, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta 121 mil 642 asesinatos, que superan los 120 mil 463 acumulados en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
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En Sinaloa la Guardia Nacional dispone de un enorme búnker que con la inversión de 800 millones de pesos puede albergar a 3 mil 500 familias, sin embargo, es un cuartel hueco que en poco coadyuva a la seguridad y estado de derecho en la entidad pues cuando más se le necesita a esta fuerza pública está ausente. Los operativos urbanos y rurales son atendidos por el Ejército Mexicano como sucedía antes de la creación de la GN.
La militarización de la seguridad pública, cuestionada por organizaciones internacionales que la consideran en detrimento de las garantías constitucionales, ha dejado mucho que desear en México. Ahí están los resultados traducidos en homicidios, desapariciones forzadas, feminicidios, desplazamientos de familias de la sierra a las ciudades debido a la violencia, y toda la gama delictiva al alza.
Nada hay para festejar a tres años de que se implementó la Guardia Nacional; al contrario, son bastantes daños a lamentar que apremian a corregir las deficiencias.
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