Tras semanas de tensiones y desacuerdos entre el gobernador Rubén Rocha Moya con el ex alcalde de Culiacán —Jesús Estrada Ferreiro— el conflicto político entre los dos correligionarios se propagó a los pasillos del Poder Legislativo. Luego de discusiones internas, los hoy diputados y diputadas optaron por un histórico juicio político y posterior destitución del cargo al entonces presidente municipal.
“Es un antecedente histórico para la vida política y jurídica del Estado”, auspiciaba Feliciano Castro, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, quien hacía alusión a artículos ‘polvorientos’ de la Constitución nunca antes usados contra un representante popular en Sinaloa.
El vació que generó aquella vacante en el gobierno de Culiacán fue llenado en ese lapso y tras largos minutos de especulaciones entre analistas y periodistas ese 10 de junio, quienes representan al pueblo hicieron levantar la mano a un joven que nunca había obtenido un puesto bajo la vía electoral.
Luego de ese extraño episodio de la política sinaloense era evidente que Rubén Rocha Moya necesitaba un aliado de su entera confianza y compatibilidad ideológica. Era necesario para consolidar la Cuarta Transformación en este lado del país, fue su ahíjado, Juan de Dios Gámez Mendivil, el elegido.
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¿Quién es Juan de Dios Gámez Mendívil?
Juan de Dios Gámez nació el 23 de febrero de 1985 y desde entonces Rubén Rocha Moya ha estado cerca de él, acompañándolo durante todas las etapas de su vida, desde las más íntimas y familiares, o bien, a lo largo de su desarrollo profesional. Ha sido su mentor y quien lo introdujo a la administración pública tras la pérdida de su padre a temprana edad, cobijo que también han recibido sus dos hermanas.
Lo vemos con Rosa María Gámez Mendívil, actual titular del Consejo Estatal para la Prevención y Atención de la Violencia Familiar (CEPAVIF), mientras que María del Sol Gámez Mendívil es secretaria técnica del Consejo Estatal de Población.
El alcalde sustituto de Culiacán es arquitecto de profesión, egresado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). De más joven compañeros suyos lo ubicaban como un estudiante promedio, sencillo y tranquilo; entre sus aficiones se encontraba practicar fútbol soccer.
“Como persona y como yo lo conocí recuerdo que era tranquilo, educado; es el tipo de personas que no le gusta meterse en problemas, de bajo perfil. Sabía cómo comportarse con gentes que no eran conocidos suyos, no era imprudente”, recuerda un amigo de juventud.
En sus ratos libres se reunía con amigos para jugar fútbol escogiendo casi siempre el puesto de defensa: “fuimos personas que nos encontramos en un punto, convivimos, me lo encontraba en antros y con los años ya no lo volví a ver hasta cuando de repente ya era alcalde”, acordándose cuando también coincidieron en casas de amigos en común para jugar videojuegos.
Posteriormente Juan de Dios partiría a España a estudiar una maestría en Prevención y Protección de Riesgos Laborales, en la Universidad de Alcalá.
El comienzo de su vida laboral podría situarse en 2007 cuando Rubén Rocha Moya lo introdujo al círculo más selecto de la administración priista de Jesús Aguilar Padilla, en la Coordinación General de Asesores. Con tan solo 24 años, Juan de Dios Gámez se acomodó luego en la Subsecretaría de Desarrollo Urbano Técnico, en la conformación de Planes y Programas del Gobierno del Estado.
Tras el final de ese gobierno estatal, Rubén Rocha Moya radicó un tiempo en la Ciudad de México llevándose con él a su pupilo: en el mismo periodo que el primero se desempeñó como subdirector de Capacitación del ISSSTE (2013-2017), Juan de Dios lo acompañó en el departamento Técnico Normativo de las Estancias para el Bienestar y Desarrollo Infantil de esa misma institución de salud.
Siempre juntos
Para entender el rol paternal que juega Rubén Rocha Moya con Juan de Dios Gámez Mendívil y la mancuerna política que en el presente mantienen en Sinaloa, es necesario rastrear el vínculo remontándonos hasta la década de los setenta.
Eran otros tiempos, pero en la escena pública ya se encontraba activo el actual gobernador.
Las ideas políticas de izquierda todavía estaban lejos de institucionalizarse y por el contrario muchas facciones y grupos se mantenían en la clandestinidad derivado del gobierno unipartidista y totalitario que significaba el PRI. Algunos estudiantes y profesores y hasta conserjes leían a Marx, a Lenin, inclusive a Mao Tse-Tung: querían tomar los medios de producción capitalista para establecer la dictadura del proletariado en Sinaloa.
En ese contexto destacaría un normalista rural y ex integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, el maestro Juan de Dios Gámez Aguilar.
Juan de Dios padre es originario del Burrión, Guasave. Estudió en la Normal Rural “El Quinto”, en Sonora, posteriormente se trasladó a ejercer a Etchohuaquila, un pequeño pueblo del municipio de Navojoa. Entre algunos alumnos destacados se enfilan el ex beisbolista profesional Fernando Valenzuela Anguamea, a quien castellanizó a finales de los sesentas.
“Él fue un hombre de izquierda de toda la vida, participó en la guerrilla, en la Liga, por eso incluso tuvo que retirarse de Sonora porque fue perseguido. Perdió su plaza de maestro por su militancia. Después vino a Culiacán y fue albañil en el Seguro Social, en la clínica Número 1”, recuerda en el presente el gobernador Rubén Rocha Moya.
“Él y yo nos encontramos en 1974, yo era director de la preparatoria de la UAS de Guamúchil y él fue a visitar a un amigo ahí; yo no lo conocía, pero le ofrecimos clases. Él era un especialista en materias sociales, historia, sociología y filosofía. Y empezó su carrera en la UAS, se hizo maestro de tiempo completo”, menciona.
A partir de ese año y hasta su muerte, Rubén Rocha y Juan de Dios Gámez Aguilar se harían amigos, camaradas, compañeros; cada quien se casaría con sus respectivas parejas y finalmente se harían compadres. De 1975 a 1978 ambos fueron miembros de la Dirección Sindical de Trabajadores Académicos de la Universidad. Ahí participaron como dirigentes sindicales.
“Eran muy solidarios entre ambos. Formaban parte de un equipo político que en ese entonces fue parte del Partido Comunista Mexicano, ambos militaban en el PCM. Y en la universidad trabajaban en equipo también como parte integrante de un grupo universitario que se llamaba Unidad Democrática (UD)”, relata su contemporáneo, el economista Jaime Palacios.
“Caminaban juntos, militaban juntos, en la universidad (UD) y fuera de la universidad, en el PCM”, narra el también ex militante del Partido Comunista y ex candidato a rector.
Para finales de los setentas e inicios de los ochenta la Universidad Autónoma de Sinaloa se había convertido en refugio y hervidero de militantes de izquierda en el estado. Los dirigentes sindicales, todos eran miembros del PCM o del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). De acuerdo al libro de Ronaldo González Valdez, “Izquierda y universidad: Un discurso rampante (1966-1985)”, el Partido Comunista tenía presencia notable en la UAS, inclusive impulsando a candidatos a rectores.
En paralelo, se sucedían movilizaciones de sectores populares encabezadas por grupos universitarios. En casi todas, tanto maestros como estudiantes fueron entusiastas promotores de la insurgencia, acompañando a jornaleros, campesinos, grupos indígenas, invadiendo latifundios y demandando mejores condiciones sociales.
Uno de los episodios más álgidos de esos años se vivió en el entonces ejido de Tultita en las periferias de Guamúchil, en 1983, cuando después de una invasión a unos terrenos por parte de familias sin propiedades, fueron desalojados y reprimidos por fuerzas de seguridad. En ese escenario murieron dos universitarios, Rosario y Alejo Uzárraga, padre e hijo, mientras que Juan de Dios Gámez Aguilar, director de la prepa de la UAS de esa ciudad, fue encarcelado por 8 meses tras ser responsabilizado injustamente del asesinato de sus compañeros.

La brutalidad policiaca de Tultita fue tal que acaparó incluso los medios nacionales de ese entonces. Las fotos de campesinos incendiando camiones y patrullas circularon por todo el País al ver sus casas de cartón y lámina derrumbadas por el gobierno. Días después del suceso los periódicos comenzaron a replicar acusaciones de un lado y otro por parte de la UAS y el gobierno de Antonio Toledo Corro.
“No vamos a tolerar gente que sin menor conocimiento de lo que es la educación superior pretendan hacer caer el peso de los hechos de Tultita sobre las UAS”, recriminaba el entonces rector Jorge Medina Viedas, como se lee en el libro “Tultita y cinco años de lucha popular en Guamúchil”, de Rubén Rocha Moya.

De esta manera continuarían caminando juntos ambos universitarios, Rocha Moya y Gámez Aguilar, el primero alcanzaría posteriormente cargos de representación popular. Fue diputado por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en 1983; en 1986 candidato a gobernador por el entonces Movimiento Popular Sinaloense, etapas donde estuvo a su lado su amigo.
“Siempre trabajaron como equipo, pero Rocha se constituyó como el líder de ese equipo; entonces, eso le daba mano y todos se sumaban para impulsar la candidatura de Rubén, ya sea a candidato a diputado, a gobernador, etc.”, comenta Jaime Palacios.
Para finales de la década de los ochenta juntos también pidieron su adscripción a la Preparatoria Salvador Allende, en Culiacán, donde tomarían impulso rumbo a la rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En 1989 los dos compañeros se adhieren al equipo del entonces rector David Moreno Lizárraga, posición de la que se beneficiaría Rubén Rocha, para posteriormente, llegar al cargo superior de la institución.
En 1993 con mi Banda el Mexicano amenizando el campus de Ciudad Universitaria, Rocha rinde protesta como rector de la máxima casa de estudios y Juan de Dios Gámez Aguilar como su secretario Administrativo.
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De ese periodo nos comparte algunas anécdotas Jesús Albino Ramos, en aquel momento activista estudiantil de una organización disidente al Consejo Universitario. Para ese tiempo los papeles se habían invertido y le tocaría el turno al profesor Mendívil Aguilar representar el papel de figura de autoridad ante sectores más jóvenes y críticos dentro de la universidad.
Durante sus incursiones a Culiacán, provenientes de la prepa de Mazatlán para interrumpir los Consejos Universitarios de Rocha y exigir la destitución de sus representantes estudiantiles de la prepa, bajo aquel grupo de jóvenes se escondía el hambre, falta de dinero y precariedad.
“Siempre se nos acercó un personaje serio, semicalvo, canoso, con un tono paternal y siempre me decía
— Compañero. ¿Ya comieron?
—No, le decía.
—Vengan para acá a comer algo — indicándonos la dirección de la cafetería que estaba arriba de la Biblioteca Central”.
Jesús Albino comenta que luego supo que ese señor era funcionario universitario y que se llamaba Juan de Dios Gámez Aguilar. Siguieron regresando a la capital con la misma finalidad, pero con el tiempo se fue haciendo amigo de ese señor, llegaron a trabar una genuina amistad por un vínculo que los unía: el gusto por la literatura.
Comparte que llegó el momento donde ni siquiera hablaban de política, ni del activismo estudiantil, ni de las necesidades de comida; hablaban de novelas, concretamente de la obra de Günter Grass y su libro “Tambor de hojalata”, que narraba la historia de un personaje que se resistía a crecer.
“Él me describía esa novela y me hablaba mucho del amor que tenía por sus hijos. Me hablaba de sus hijos y el deseo que él tenía de que sus hijos sean lectores como yo era, para poder hablar de literatura con ellos, como lo hacía conmigo”, recuerda.
“Tiempo después me enteré que Juan de Dios había muerto de un cáncer muy agresivo al hígado. Cuando me encuentro del nombre de Juan de Dios Gámez en el gabinete de Rocha, inmediatamente me acuerdo de aquel funcionario que amorosamente nos proveía de comida (…) Él hacía amigos entre los estudiantes: se convirtió en mi amigo”, relata.
Movimiento de Regeneración Nacional
Tras varios años de colaborar en administraciones priistas, Rubén Rocha Moya explotó su viejo capital político dirigiendo movimientos de izquierda en la entidad. Pensó que tal vez la coyuntura que se abría en 2017 en el panorama nacional podría finalmente catapultarlo a la gubernatura del estado, tras dos intentos frustrados en el pasado.
Sin embargo, para entonces ya no se encontraba su viejo camarada de lucha con quien invadía terrenos en la juventud fundando nuevos asentamientos, pero aquel ímpetu reencarnó bajo la figura de su hijo Juan de Dios Gámez Mendívil.
Luego de un breve periodo asesorando al diputado federal de Morena, Alfonso Ramírez Cuellar, Juan de Dios hijo tenía una nueva misión operativa: organizar el equipo de precampaña de su padrino para llegar primero al Senado de República.
Por aquellos años Omar Arias Pérez fue invitado a formar parte de ese equipo impulsor coordinado por Gámez Mendívil.
“Juan de Dios es del grupo muy cercano al gobernador y es de entera confianza de él. Es un organizador, es un elemento eficaz que sabe coordinar y repartir responsabilidades dentro de un equipo de trabajo: es organizador”, comenta.
“Si te fijas es un perfil bajo, nunca fue protagonista porque él siempre estuvo bajo el amparo del gobernador, que le ha sido muy leal. Nunca se le vieron aspiraciones políticas, ni de ambiciones y creo que eso se decantó para la decisión para que fuera nombrado alcalde de Culiacán”, opina.
A pesar de ello, el hoy director del COBAES 96 lo describe como una persona sencilla a la que cualquiera se le puede acercar, pero que a su vez podía tomar decisiones importantes a nombre de Rubén Rocha Moya: “Como esta en una colonia está en otra y viene a darle un giro distinto a lo que estamos acostumbrados”, considera.
La estrategia de campaña se volvería a repetir, pero ahora para la candidatura a la gubernatura. El contexto político dentro de Morena en Sinaloa cambió un poco para entonces, por lo que el aspirante a representar el Poder Ejecutivo tenía que adherir a más personajes de confianza a su equipo.
Aparecerían en escena, por ejemplo, Feliciano Castro Meléndrez, otro militante de izquierda de la vieja guardia quien formaría la triada junto con Juan de Dios Gámez Mendívil.
El hoy coordinador del grupo parlamentario de Morena ostenta también el cargo de presidente de la JUCOPO, el órgano del Poder Legislativo que conduce y coordina el trabajo legislativo al interior del Congreso del Estado. Y no es coincidencia que Juan de Dios Gámez sea su diputado suplente “por cualquier cosa”, al mismo tiempo que gobierna la capital del estado borrando el incómodo legado de Jesús Estrada Ferreiro.

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