Historia

Gilberto López Alanís: un hombre de propuestas

“Lo aprovecharon mucho porque tenía mucha energía para producir, para proponer, proyectar: ese era Gilberto un hombre de propuestas siempre”

Ilustración: Hannacrv

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El día del fallecimiento del maestro Gilberto López Alanís, el pasado 2 de diciembre, su fiel colaborador Teodoso Navidad recibió la noticia junto con la hija del difunto. Ambos se enteraron al mismo tiempo tras ser notificados por su cardiólogo; en cuestión de minutos las llamadas telefónicas comenzaron a replicarse casi al unísono derivado del gran aprecio que se tenía del personaje en muchas partes del país.

Había muerto el historiador pionero de la profesionalización de este oficio en Sinaloa. Creador de  instituciones, licenciaturas, proyectos culturales; un hombre en constante movimiento que incluso dejó tres libros póstumos los cuales en estos momentos sus publicaciones se mantienen inciertas.

Apenas hace un año había recibido de las manos del gobernador Rubén Rocha Moya el máximo galardón de Gobierno del Estado a personajes ilustres de la entidad, el Premio Sinaloa de las Artes 2021.

Sus amigos más íntimos lo recuerdan como una persona sencilla a pesar de su vasto conocimiento, alejado de la vanidad; platicar con Gilberto aunque sea informalmente era como oír toda una conferencia. Hombre amoroso con su familia y de muchas cualidades, pero sobre todo un apasionado de la divulgación de la Historia entre los jóvenes.

Gilberto  López Alanís nació el 19 de febrero de 1944, estudió la licenciatura en Economía en el Instituto Politécnico Nacional, y fue partícipe del movimiento estudiantil de 1968. Posteriormente viajó a Moscú en los años más álgidos de la Guerra Fría. Fue un hombre que presenció acontecimientos históricos justo en el momento de su devenir, lo que lo fue empapando de la importancia de preservar la memoria histórica.

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De regreso a Culiacán contrajo nupcias con Sonia Romanillo, matrimonio del que se desprendieron una hija y un hijo, Amelia y Gilberto López Romanillo. Ya en tierras sinaloenses se integró a la matrícula de la Universidad Autónoma de Sinaloa, siendo uno de los fundadores de la Escuela de Economía, adscrito al extinto Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de las UAS.

“Si desayunábamos juntos ahí salía un tema y con toda la sencillez platicaba la vida, la obra, las repercusiones que tenía el personaje al que se estaba refiriendo. Gilberto un hombre amoroso con su familia, respetuoso con sus padres, era algo ejemplar, como pocos sinaloenses”, añora su comadre, la coreógrafa Alicia Montaño.

Quienes colaboraron con él lo ensalzan como un hombre de propuestas todo el tiempo, siempre estaba proponiendo nuevas ediciones, ciclos de conferencias, nuevos proyectos —tanto públicos como personales —, todo esto al mismo tiempo de estar produciendo libros de su autoría, casi 40 a lo largo de su vida.

Uno de sus primeros proyectos editoriales impulsados por él fue la Colección Rescate patrocinado por la Universidad, un total de 22 publicaciones sobre la historia regional entre los cuales destacan “Las viejas calles de Culiacán”, de Francisco Verdugo Fálquez y “Entre sonorenses y sinaloenses: afinidades y diferencias”, de Antonio Nakayama.

A finales de los setentas se integra al selecto grupo de intelectuales que fundaron la revista cultural Presagio, un proyecto patrocinado por la iniciativa privada, raro en ese entonces y que le permitió una longeva vida de 70 números mensuales.

Ahí desfilaron personajes ilustres como José María Figueroa, la ilustradora Rosy Aragón Okamura, David Rubio Gutiérrez, la historiadora Rina Cuéllar, el periodista Enrique Ruiz Alba, Alicia Montaño, Francisco Higuera López, Cano Tiznado y el propio Gilberto López Alanís.

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“Lo aprovecharon mucho porque tenía mucha energía para producir, para proponer, proyectar: ese era Gilberto, un hombre de propuestas siempre”, describe en el presente el historiador Teodoso Navidad.

Después vendría la creación de la Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional (DIFOCUR, hoy ISIC), en el gobierno de Francisco Labastida Ochoa, donde Gilberto fungió al frente de la Dirección de Investigación. Durante esa gestión se realizó una gran producción de publicaciones, en una época donde había buenos presupuestos en el ámbito cultural.

Durante esos años también formó parte del círculo de impulsores de la Licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y posteriormente la Maestría en Historia Regional.

“Yo conocí a Gilberto en 1978 cuando tenía 19 años, yo era estudiante de la Normal de Sinaloa. Lo conocí en ese grupo de colaboradores que sostenía la revista Presagio; yo llegué a ese grupo formando parte de la gente que distribuía ese impreso, porque la revista la imprimían en la ciudad de México”, recuerda Teodoso.

“Y ese grupo cuando salía cada número mensual, se reunían: música, bohemia, cantar, declamar, etc. Yo escribí tambien en ella y en la última época fui el jefe de redacción. Lo conocí en la plática, en la bohemia, en la cantada. Gilberto ya era un personaje, ya tenía escritos algunos libros. Yo nunca me despegue de ese grupo, muchos ya murieron; continué la relación con Gilberto a través de los años”, añora.

La esfera de influencia de Alanís en el ámbito cultural no se limitaba a la capital de Sinaloa, fue un férreo promotor de la divulgación de la Historia en otros municipios: impulsó la creación de las Corresponsalías del Seminario de Cultura de la región del Évora, la creación del Seminario de Cultura Mexicana de Mazatlán, apoyó la Corresponsalía de El Fuerte y apoyó la de Los Mochis también.

En Culiacán, revivió el Seminario de Cultura Mexicana, además de mantenerse siempre activo en el Colegio de Historiadores y la Crónica de Sinaloa.

Durante la última etapa de su vida y pese a retirarse de la administración pública tras recibir el Premio Sinaloa de las Artes, Gilberto no paró de mantenerse activo en proyectos: en enero de 2022 ayudó a fundar la asociación civil Centro de Estudios Históricos y Culturales Bacurimí, en colaboración con la familia Peraza, en las instalaciones de la Chuparrosa Enamorada.

Un mes después, en febrero de 2022, asesoró a la rectora Sylvia Paz Díaz Camacho para crear el Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Occidente (UAdeO).

La creación del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa

La iniciativa de Gilberto López Alanís de crear una institución oficial donde se puediera abonar a la preservación de los documentos y archivos históricos de la entidad surgió en el gobierno de Juan S. Millán, cuando el historiador se desempeñaba en el área de asesores, subordinado al secretario General de Gobierno de esa administración, Gonzalo Manuel Armienta Calderón.

Antes de eso, los archivos del estado se encontraban dispersos, así estuvieron muchos años, partiendo de que no existía una legislación para su ordenamiento y debido cuidado.

Es ahí cuando Gilberto le presenta el proyecto a Armienta Calderón, quien lo ve con buen agrado y se lo hace saber al gobernador Millán, mismo que envió un decreto al Congreso en 1999 para su creación. En un primer momento la naciente institución recibió un pequeño edificio entre Insurgentes y Lázaro Cárdenas, pero al poco tiempo se darían cuenta que era insuficiente.

“En el 1999 se firma el decreto, y ya que se vio que no se podía estar ahí, le dijo el doctor Armienta que por esos dias se acababa de desocupar la Procuraduría del Estado, en el actual Archivo, y le dijo a Armienta que ahí estaba ese edificio para albergar la memoria histórica y él le dijo métete. Estaba desocupado el edificio, se acababa de crear el actual en la zona de Tres Ríos”, narra Teodoso Navidad.

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Entonces, el historiador emprendió una larga misión por compilar los archivos que se encontraban sueltos; se metió a las dependencias, en el caso de la SEPyC rescató un archivo muy importante, en el caso de la Procuraduría también. Rescató los Diarios Oficiales de Gobierno, los archivos de cuando se empezó a gestar el patronato de la Universidad de Occidente, y una infinidad de archivos públicos y privados.

“De esa manera nació y empezaron a llegar los camiones, se compró estantería, se fumigó, y se creó. En el transcurso de estos 22 años se han hecho muchos expedientes. Hay muchos cartones en las bodegas y como ahorita no hay titulares en las jefaturas de departamento no se hacen expedientes, que era el trabajo que yo hacía”, explica.

Teodoso recuerda que el Archivo Histórico del Estado nació con grandes expectativas y por ende con un muy buen presupuesto público,  recursos que se lograron aprovechar durante esos primeros años, era una época donde la institución publicaba muchos libros, actividad extinta hoy en día: “Esos fueron años muy intensos de trabajo, de aprendizaje sobre todo”, comenta.

A pesar del gran capital cultural con el que contaba Gilberto López Alanís, sus amistades enfatizan su gran sencillez, cualidad que le ayudó a transitar entre diversas generaciones, relacionarse y comunicarse.

“Tu difícilmente veías a Gilberto echando pleito con alguien, no era un divo como muchos historiadores; se creen divos porque han publicado un libro, ya creen que son lo máximo. No, a muchos historiadores nomás los conocen intramuros en la Universidad, ahí en la facultad, intramuros nomás, no los conoce nadie”, sostiene Teodoso Navidad.

“Sin embargo, han publicado un libro y uff, Gilberto no era ese: a Gilberto lo conocían en todo el estado”.

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