“Una marcha no es lo que necesita la ciudad”, sentencia Esteban García Castro respecto a los hechos ocurridos el pasado 5 de enero del 2023 en Culiacán y en Sinaloa.
El miembro del colectivo Culiacán Valiente, lamenta que se corroboró la reflexión que este grupo de ciudadanos hacía hace tres años, cuando señalaban que si no hacíamos algo diferente un Jueves Negro se podría repetir. “Y lamentablemente ya llegó”, añade.
Lo peor, indica, es que las autoridades ya no pueden decir que no sucederá de nuevo un Culiacanazo’. “Claro que se va a volver a repetir si la estrategia que manejamos es la misma”, alerta.
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Esteban García, abogado por la Libre de Derecho y ex diputado local por el PAN durante la 62 Legislatura, es uno de los integrantes de aquel colectivo (Culiacán Valiente) integrado por ciudadanos jóvenes que, ante el jueves negro del 17 de octubre del 2019, convocaron a la ciudad a una marcha por la paz.
Sin embargo, en el contexto actual, el del Culiacanazo 2.0, Sinaloa ya no está para marchas, asegura.
“Hemos pensado que ya una marcha no es lo que necesita la ciudad, que si bien una marcha viene a bajarle esa intensidad a las emociones que uno tiene adentro, los conflictos que te causan ese tipo de hechos delictivos, ya no es el tiempo. Lo que creemos que se tiene que hacer es exigir acciones concretas ya, ya una agenda específica con acciones”, indica.
Cómo más de un millón de culichis y alrededor de 3 millones de sinaloenses, García Castro reconoce que él tampoco se siente seguro con los hechos que sucedieron apenas el pasado fin de semana en el estado. Pero invita a reconocer que la corrupción y la indiferencia social que alimenta la violencia se dan también a todo lo largo y ancho del país.
“La realidad es que un mexicano no se siente totalmente seguro nunca, hemos aprendido a vivir con los hechos de violencia que nos atacan directamente todos los días”, refiere. Para él la diferencia es que esta violencia no atendida nos ha llevado a sufrir situaciones de alto impacto como toma de calles, quema de vehículos y gente armada moviéndose a sus anchas por las ciudades.
Ante esta realidad, García Castro tiene claro que una necesidad urgente para Sinaloa en el contexto de los Culiacanazos es el hacer un análisis autocrítico serio y contestarnos “si estamos dispuestos a seguir normalizando y hasta que nivel de violencia vamos a permitir”. Pero para lograr esto, añade, necesitamos dejar de pensar de manera individual.
¿Qué se tiene que hacer?
Como con toda experiencia nueva, él político reconoce que ni él ni nadie sabe a cabalidad ‘lo que se tiene que hacer’. En su lugar, asegura que producto del diálogo, se ha reunido con diversos actores de la sociedad civil que en conjunto intentan buscar un camino. “a esas personas yo creo que son a las que habría que sumarnos y ayudarlos a encontrar esa ruta entre todos”, invita.
“Todos reconocemos que Culiacán es bonito, Sinaloa es increíble, que nuestras playas son hermosas y que nuestra gente es a toda madre, lo reconocemos, pero ya no basta con decirlo. A ningún lado vamos a llegar reconociendo que somos a toda madre. Necesitamos hacer algo porque no está bien lo que está sucediendo”, critica.

“Debemos valorar si estamos dispuestos a que esto se siga repitiendo (…) Y no se vale quedarse sin hacer nada”.
– En este sentido, ¿qué le dirías a aquella gente que dice que no tiene nada que ver con el crimen organizado?
“Todos tenemos que ver, por acción u omisión. Lo que sucede en esta ciudad sucede porque lo dejamos que suceda o porque no lo dejamos. Es decir, nuestras acciones han sido la semilla que ha dado paso a toda está efervescencia delictiva que nuestra ciudad tiene décadas sufriendo, no es un tema nuevo.
La escalada de violencia, eso sí es un tema nuevo y que nos tiene que invitar a reflexionar. Que esas ideas viejas de la ciudad que hablaban de una pax narca ya se rompió, lo único que nos espera es que cuando vuelvan a venir por otro cabecilla de la organización, pues vuelvan a repetirse estos hechos y no sabemos hasta cuánto va a subir la escalada.
Y decirle a la gente como resumen que despertemos, que esto nos impacta a todos social, psicológica y económicamente, y que participemos. Es verdad, somos más los buenos, eso es cierto, es verdad, la ciudad es muy bonita, Culiacán es hermoso; pero también es verdad que el narcotráfico y la violencia y los hechos que están pasando son ya una cotidianeidad o son repetitivos y hay que trabajar juntos para cambiar.
“De nada va a servir decir que somos más los buenos y quedarnos en nuestras casas esperando a que las cosas cambien”.
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