El gobierno de México publicó un decreto en el Diario Oficial de la Federación (DOF) que detalla algunas reglas y medidas relacionadas con el comercio y uso del maíz genéticamente modificado en México, que sustituyen al decreto publicado el 31 de diciembre de 2020, en el cual se establece la revocación y abstención de otorgamiento de permisos para uso del grano de maíz genéticamente modificado en México, efectivamente prohibiendo su importación.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) considera que esta medida representa un riesgo para la competitividad del país al poner en juego el cumplimiento de sus obligaciones comerciales, aunque el nuevo decreto acota la aplicación de la prohibición al maíz destinado al consumo humano, sin afectar al destinado al consumo pecuario o industrial.
Según el decreto, las dependencias de la Administración Pública Federal se deberán abstener de adquirir, utilizar e importar el maíz genéticamente modificado o el glifosato en el marco de programas públicos o actividades de gobierno. Además, ordena a las autoridades de bioseguridad revocar y abstenerse de otorgar permisos para el uso e importación de maíz genéticamente modificado para la alimentación humana, así como para el uso de las semillas de maíz genéticamente modificado y el glifosato o productos que lo incluyan.
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“A pesar de que no se establece una prohibición a la importación y el uso del maíz transgénico destinado al uso animal e industrial, sí se especifica que se deben realizar acciones encaminadas a la sustitución gradual de dicho producto”, destaca el IMCO.
Refiere que la evidencia científica es un elemento necesario para justificar medidas de restricción al comercio de productos agrícolas bajo las obligaciones de México ante el T-MEC y la Organización Mundial del Comercio (OMC), sin embargo, la publicación en el DOF no hace mención de evidencia basada en principios y consensos científicos o en un análisis de riesgo previamente realizado que demuestre que el maíz transgénico de consumo humano es nocivo para la salud de la población, únicamente mencionan estudios sobre los posibles riesgos del glifosato.
Para Estados Unidos, principal socio comercial de México y uno de los miembros del T-MEC, el comercio del maíz amarillo con México es un eje fundamental, ya que 26 por ciento de sus exportaciones de este producto, con un valor de más de 19 mil millones de dólares en 2022 se dirigen al país. Esta cifra es particularmente relevante para los estados de Illinois e Iowa, quienes envían 77 por ciento y 66 por ciento de sus exportaciones de maíz a México.
EL IMCO explica que el 78 por ciento de la demanda total del maíz amarillo en México está dirigido al consumo pecuario, mientras que solo dos de cada 10 toneladas de ese maíz en el mercado doméstico se destinan al consumo humano, el autoconsumo, o a la industria almidonera para producir derivados del maíz para consumo humano, como fructosa o harinas.
En 2022, la producción nacional de maíz amarillo, de 3 millones 183 mil de toneladas, fue 20 por ciento menor a la suma de la demanda para consumo humano, autoconsumo e industria almidonera (que ascendió a 4 millones 17 mil de toneladas).
En este sentido, prohibir la importación de productos biotecnológicos como el maíz genéticamente modificado por parte del gobierno federal entra en conflicto con obligaciones comerciales firmadas no sólo con los socios comerciales de América del Norte, sino con los miembros de la Organización Mundial del Comercio y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), cuyo artículo XI prohíbe las restricciones a la importación de productos sin una debida justificación.
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IMCO destaca que, sumado a otras medidas como la reciente entrada en vigor de un arancel a la exportación de maíz blanco, o los conflictos derivados de la política energética con las disposiciones del T-MEC, el decreto publicado el 13 de febrero reduce la competitividad del país al poner en duda el compromiso de México con sus obligaciones comerciales y con el Estado de Derecho. Como consecuencia, reduce el potencial para una mayor integración con América del Norte, y representa un obstáculo en el camino a convertirse en la región más competitiva del mundo.

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