De los muchos errores y negligencias gubernamentales cometidos durante la pandemia de coronavirus en México, el más reciente consiste en pretender eliminar por decreto la emergencia sanitaria que sí está bajo control, pero al continuar siendo la Covid-19 una amenaza para la salud pública nadie garantiza que no haya un rebrote en caso de que las medidas de prevención también sean anuladas por la confianza de la población en el cero riesgo que las autoridades inducen.

En el País de la simulación donde los “otros datos” que un solo ciudadano dice tener, en este caso el presidente Andrés Manuel López Obrador, predominan sobre la realidad que la gente vive en carne propia, la desconfianza en lo oficial suele resultar el mejor mecanismo de la sociedad para crearse sus propios escenarios tan asertivos y previsores que corresponden a la magnitud de las amenazas del tipo que sean.

En el decreto que declara el fin de la Covid-19, publicado en el Diario Oficial de la Federación, se da por terminada “la acción extraordinaria en materia de salubridad general que tuvo por objeto prevenir, controlar y mitigar la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2“, dándose por anulado el ordenamiento del 27 de marzo de 2020 al iniciar “acciones extraordinarias en las regiones afectadas de todo el territorio nacional en materia de salubridad general para combatir la enfermedad grave de atención prioritaria generada por  la Covid-19“.

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Hay prisa por finiquitar desde el discurso y la disposición legal aquello que los gobiernos federal y estatales minimizaron aún en el período de mayor incidencia endémica donde no hubo los suficientes medicamentos, cobertura hospitalaria, rescate de empresas afectadas y programas efectivos de educación a distancia. Eso sí, apenas comenzaba a presumir la federación la efectividad de la vacuna mexicana Patria cuando se le impone otra realidad: la mayoría de la población ya está inmunizada y la pandemia se acabó.

A esa costumbre de echar las campanas a vuelo antes de tiempo le ha correspondido la autenticidad que evidencia mentiras dichas desde los pódiums del poder. La entelequia de que la seguridad pública ha mejorado en México, por ejemplo, así como el combate a la corrupción de enemigos y el solapamiento de aquella en que incurren los correligionarios, la democracia que ofreció y acabó mermando la autonomía del Instituto Nacional Electoral.

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En lo que se refiere al coronavirus es más confiable escuchar a la agencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Salud: “El coronavirus SARS-CoV-2 ya no es una emergencia pública internacional, lo cual no significa que el COVID-19 haya dejado de ser una amenaza para la salud pública”.