Culiacán.- La constante trasformación del espacio público en ocasiones opaca bellos detalles de la ciudad y de sus calles que tuvieron momentos de esplendor en otras épocas.
Por otro lado, mientras que algunos edificios históricos del centro de Culiacán son derrumbados para fines más rentables como un estacionamiento, otros aspectos arquitectónicos originarios son desplazados visualmente por el bombardeo de los anuncios publicitarios, acumulándose uno tras otro hasta el infinito de manera descontrolada.
La idea distorsionada de la modernidad muchas veces deriva en la presencia excesiva de elementos visuales no deseados o perturbadores en el entorno. Y si a ello le sumamos la dependencia a los celulares y su constante demanda de atención, seguramente para muchas personas algunas cosas valiosas en su trayecto diario podrían pasar desapercibidas.
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Un claro ejemplo lo tenemos sobre la calle Rubí en el primer cuadro de la ciudad, entre Antonio Rosales y Ángel Flores. En un edificio donde hoy en día alberga una popular tienda de productos importados, se puede apreciar unas extrañas placas o paneles sobre su fachada, que a su vez muestran unas figuras bajo alguna técnica de arte plástico.

Se trata de unos paneles pintados por el artista veracruzano Mario Orozco Ribera (1930-1998), el muralista más joven de la generación de la talla de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
De acuerdo a la memoria del artista plástico sinaloense, José García, estas obras de arte fueron pintadas en 1970 en la Ciudad de México por encargo de un empresario llamado Manuel Suárez y Suárez, el mismo que contrato a Siqueiros para pintar “La Marcha de la Humanidad” en el Polyforum Cultural Siqueiros también en la capital.
“Cuando me fui a vivir a la ciudad de México lo visité (a Mario Orozco) en su casa de San Ángel, ahí estaba el equipo de Siqueros recién venidos de Cuernavaca; estaba realizando esas pinturas y me dijo que eran para mi tierra Sinaloa”, recordó José García en referencia a los paneles aludidos.
Posteriormente el destino de esas obras fue adornar y embellecer ese edificio de la calle Rubí, estructura que conserva su diseño original salvo por las actuales decoraciones y publicidad del negocio referido párrafos atrás.
Sin embargo, originalmente eran para formar parte del extinto Banco Regional del Pacífico S.A., como se puede comprobar en una vieja fotografía hoy convertida en un documento histórico, la cual nos muestra las modificaciones de nuestra ciudad a través de los años.

Para ampliar el contexto, es importante señalar que dicho banco fue uno de los más importantes de la región previo a la nacionalización de la Banca de México en 1982, proceso de expropiación de los bancos comerciales durante el gobierno de José López Portillo.
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Este banco local existió hasta 1983, tal y como se lee en el Diario Oficial de la Federación con fecha del 29 de agosto de ese año, momento en que la Secretaría de Hacienda del Gobierno Federal de ese entonces le revocó la concesión otorgada a la sociedad de banqueros que lo administraba.
A su vez, el Banco Regional del Pacífico surgió en 1948 en Culiacán inicialmente con el nombre de Banco Agrícola Sinaloense S.A., que significó la época dorada de la agricultura industrial en el estado, una época donde surgió una generación de agricultores que al mismo tiempo eran banqueros.
El caso más emblemático de esta etapa de nuestra historia fue el Banco de Sinaloa en el edificio que hoy alberga la tienda de ropa “Cuidado con el Perro”, banco creado por los propios agremiados de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES).


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