Educación

De “La escuela de Los Chapitos” al aula móvil

El aula móvil de la colonia Ampliación Bicentenario busca acercar la educación a niños y niñas desplazadas por la violencia y en situación de pobreza

Culiacán.- La educación es un derecho de todas y todos, eso lo tiene claro Esmeralda Quiñónez, una luchadora social de la Colonia Ampliación Bicentenario, pues desde hace tres años ha buscado acercar este derecho a familias desplazadas por la violencia y a niños y niñas en situación de pobreza.

Gracias a su esfuerzo y el de personas a su alrededor, lo que fue una escuelita temporal para estudiantes que no tenían acceso a clases en línea durante la pandemia de COVID-19, ahora es un aula móvil para la regularización de estudiantes que no han podido ingresar a una escuela de educación básica.

Estigmatizada desde su creación debido a que recibió el apoyo de Los hijos de El Chapo Guzmán para su construcción, la escuelita temporal ubicada en la colonia Ampliación Bicentenario dio por finalizada su función, pero abrió los ojos a otras necesidades educativas que se buscan subsanar con el aula móvil.

LEER MÁS: La prevención de adicciones no es solo un deber de las escuelas: Mexicanos Primero Sinaloa

Se trata de un remolque acondicionado como un aula; contiene un pizarrón, sillas y mesas donde niñas y niños de primaria y secundaria reciben clases para obtener acceso a un derecho que les había sido arrebatado por falta de condiciones dignas.

El objetivo de este inmueble es acercar la educación a las y los estudiantes que viven en la colonia Ampliación Bicentenario, que en muchos de los casos pertenecen a familias que fueron obligadas a abandonar sus hogares debido a una situación de violencia y se instalaron en esta colonia irregular ubicada a 20 minutos del centro de Culiacán.

Busca llevar la educación a una de las colonias más pobres de la capital del Estado donde las y los estudiantes, por lo general, son hijos de pepenadores, es decir, hijos de personas que viven el día a día con base en un salario precario y que habitan en viviendas marginales construidas con materiales poco durables como plástico o cartón y que, además, no cuentan con servicios públicos o seguridad social.

Esmeralda Quiñonez mencionó que son más de treinta alumnos que asisten a recibir clases en el aula móvil, para quienes el maestro Jesús Israel Ramírez, pone todo su empeño en alfabetizar y preparar para el siguiente grado académico.

“El proyecto surgió desde la escuelita temporal, del problema de los niños que nunca habían ido a una escuela o los niños que ya tenían un rezago educativo derivado del desplazamiento forzado. Niños que no iban a regresar a ninguna escuela porque no tienen cómo trasladarse o que no están registrados”, explicó Esmeralda.

Agregó que inmueble es un logro, pues a pesar de que tiene ciertas carencias es de reconocerse que  pasaron de estar en una techumbre a tener un espacio acondicionado para dar clases.

“Antes teníamos la escuela temporal, era la techumbre, ahorita estamos un poco mejor, nos faltan muchas mejoras, pero al menos no nos estamos poniendo chiquiones porque fue un gran avance poder conseguir aquí, ya que es una escuela regular en un lugar irregular”, dijo.

Una lucha contra la desigualdad

En 2020, durante la pandemia del COVID-19 nació la escuelita temporal para apoyar a niños y niñas que no podían acceder a clases a distancia.

Todo comenzó con las clases en línea, cuando la Secretaría de Educación Pública (SEP) y las universidades trasladaron las clases a una modalidad a distancia como una medida para prevenir los contagios de coronavirus.

Al ver esto, Esmeralda Quiñónez y su familia se vieron obligados a comprar un módem de internet para que sus hermanas pudieran continuar con sus clases de licenciatura. En la colonia se corrió la voz de que ellas contaban con internet, así que la gente empezó a acercarse a pedir la clave para que otros estudiantes pudieran tomar sus clases.

“Todo empezó así, empezamos con un grupo pequeño en la casa de siete niños y recuerdo que vinieron e hicieron una nota desde Estados Unidos, de ahí llegó la información a unas personas que me empezaron a buscar, buscamos a las familias y ahí empezamos a hacer el lugar”, dijo.

La pandemia del COVID-19 provocó una crisis sin precedentes en todos los ámbitos, entre ellos el educativo. Por casi dos años las escuelas permanecieron cerradas a cualquier actividad presencial y las clases se trasladaron a una modalidad a distancia que se mantuvo funcionando gracias al uso de celulares, televisiones y computadoras.

Las clases a distancia ampliaron la brecha educativa entre los estudiantes que tenían acceso a estos dispositivos y los que no, fortaleciendo problemas como el rezago educativo y el abandono escolar.

La escuelita era una techumbre con pantallas, mesas y sillas que buscó durante tres años que más de cien niñas y niños pudieran tener una igualdad de condiciones en el tema educativo. 

Llegó a su fin cuando las clases volvieron a ser presenciales y las y los estudiantes regresaron a sus escuelas.

En ese momento, Esmeralda detectó que había niños y niñas que no tenían una escuela a la cual regresar, hijos e hijas de madres solteras o pepenadores que no tienen el recurso económico para inscribirlos en la primaria o secundaria, e incluso niños y niñas que no cuentan con un acta de nacimiento ni documentos oficiales. 

“Desgraciadamente aunque se diga y se proclame que la educación es gratuita, todos sabemos que no, que la educación a veces tiene un costo de inscripciones, de exámenes, de ciertas cosas o también del traslado que muchas veces no puedes darte el privilegio de pagar un camión, la mayoría de niños que se atienden son hijos de pepenadores, entonces, muchas veces no le daba el recurso para ir a una escuela muy lejos”, dijo.

Por ello, emprendió una nueva lucha, encontrar un lugar para poder regularizar a estos estudiantes y darles la oportunidad de estudiar. Así fue como llegó el aula móvil a la colonia Ampliación Bicentenario, como parte del programa Educación Migrante.

“Era traer la educación al lugar donde se requería, no que los niños se tuvieran que trasladar a otra parte, es el funcionamiento que da el aula más que nada, es como tener un lugar cerca donde ellos puedan venir a estudiar y un lugar propio, porque parece que no, pero no es la misma que vaya en segundo de primaria un niño de 12 años a un niño de 7 años de edad”, explicó.

En busca de más oportunidades para niñas, niños y adolescentes

En el aula móvil el maestro Jesús Israel Ramírez da clases de primaria y secundaria con el fin de que puedan incorporarse en el siguiente ciclo escolar.

Desde su experiencia como docente, el dar clases a estos estudiantes ha sido diferente a otras experiencias, pues no en esta ocasión está frente a estudiantes de diferentes grados escolares con necesidades educativas bien marcadas.

“He ganado mucha experiencia, me he enfocado en alfabetización, en regularizarlos. Yo cuando entré al programa trabajé en cuarto grado en niños que iban al nivel, y aquí no, hay niños que van en cuarto grado, pero tienen los conocimientos de un niño de primero”, dijo.

Añadió que este es un buen proyecto cuya labor es acercar la educación a todos los rincones, para que todas las y los niños puedan tener igualdad de oportunidades.

Para Esmeralda Quiñónez, este es un proyecto que debería replicarse en otras comunidades, que al igual que la colonia Ampliación Bicentenario tienen dificultades para acercar la educación a los estudiantes.

“Es un triunfo haber conseguido una escuela regular en un lugar irregular, fue algo grandioso el poder darle esta oportunidad a esos niños porque en el momento de cerrar la escuela temporal ellos ya volvían a lo mismo, volvían a estar sin estudiar”, dijo.

La intención de Esmeralda es que este proyecto de regularización educativa llegue a su fin cuando los estudiantes logren ingresar a una primaria o una preparatoria. 

Sin embargo, este no sería el final de su lucha, ya que postuló el proyecto a los Premios AEI por las Prácticas Innovadoras en la Comunidad Educativa, de la organización Mexicanos Primero Sinaloa.

Este reconocimiento tiene la intención de incentivar las prácticas de escuelas, personas y comunidades que hayan logrado una transformación educativa, quienes muchas veces sin recursos y desde sus trincheras y contextos desfavorecidos se han comprometido a romper la inercia y buscar la manera de mejorar el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

LEER MÁS: Sin dominar el idioma, maestras de preescolar de Sinaloa enseñan inglés en comunidades vulnerables

Para Esmeralda el ganar este premio significaría obtener un recurso económico para dotar al aula móvil de computadoras, así las y los estudiantes podrían acceder a alguna preparatoria en línea y con ello avanzar en su desarrollo educativo.

Comentarios

Reflexiones

Ver todas

Especiales

Ver todas

Suscríbite al nuestro boletín