Aunque el diálogo en sí significa avances en cualquier situación de conflictos económicos, políticos y sociales, de cualquier manera en Sinaloa debe permanecer la expectativa de que en la reunión que esta mañana los productores de maíz y trigo sostienen con el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, haya acuerdos para atender lo urgente, que son precios adecuados para las cosechas, y las decisiones con visión de futuro para evitar que en cada ciclo agrícola afloren los mismos problemas.

Encabezados por el gobernador Rubén Rocha Moya, líderes del campo acuden al Gobierno Federal con los estandartes de la paz desplegado después de que a inicios de esta semana procedieron a desocupar las instalaciones de Petróleos Mexicanos que tomaron en Culiacán, Topolobampo y Guamúchil y desistieron del bloqueo a aeropuertos en las principales ciudades del estado, acciones de presión implementadas para presionar por la agricultura con rentabilidad y certidumbre.

De prevalecer abierta la puerta de la negociación sí se puede llegar a acuerdos trascendentes para la actividad económica que históricamente ha sido el distintivo del esfuerzo de un sector que con el trabajo lícito ha contribuido a poner en alto el nombre de esta tierra como granero de México y contribuidor importante del abasto alimentario más allá de las fronteras nacionales.

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El blindaje al agro en todos sus estratos debe ir a tono con ese prestigio que ganamos y el tesón de miles de ciudadanos aún en condiciones adversas.

De la mesa de negociación instalada hoy en la Secretaría de Gobernación deben levantarse todos contentos. Dispersar la eventualidad de nuevos bloqueos en instalaciones estratégicas y abrir la mentalidad federal hacia el trabajo en el surco que contribuye a la soberanía alimentaria, factor fundamental para la estabilidad, sería el mejor resultado y punto de inicio para planear a futuro un mejor modelo de desarrollo para el campo.

Debe reconocerse por parte del gobierno de López Obrador que hay equívocos en la política para la labranza de la tierra, y en consecuencia enmendar con ánimo de coadyuvar con quienes llueva, truene o relampaguee salen a sacarle frutos a las parcelas, con pleno conocimiento de que posterior al cansancio de la labor en el campo enseguida tendrán que invertirle energía a la lucha por mejores precios para las cosechas.

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¿Por qué no crear condiciones para esos arrestos usados en la protesta se inviertan mejor en alcanzar mayor productividad estratégicamente planeada y remunerada?