De manera muy anticipada a una elección que en 2024 prevé catastrófica para sí mismo, el Partido Revolucionario Institucional actúa con desesperación en Sinaloa al acudir a figuras socialmente cuestionadas para resanar las grietas que le están ocasionando las renuncias de liderazgos y militantes que se crearon la expectativa de la democracia interna y lo que recibieron es la imposición centralista de cuadros directivos.

La insistencia en realizar la alianza política con el Partido Sinaloense y la posible postulación del ex gobernador Mario López Valdez a un cargo de elección popular refrendan que el PRI está entre la espada de electores que expresan que estas siglas serían las últimas a las que desearían darle el voto, y la pared de los pleitos intramuros en varios estados del país que ocasionan la huida masiva de aquellas bases que aún en los peores escenarios se mantuvieron firmes en la trinchera tricolor y ahora se van sin pensarlo mucho.

El PRI no ha entendido los cambios en el comportamiento ciudadano a la hora de decidir por autoridades y representantes populares. Nada aprendió de los años de la transición, de la corrupción como principal enemigo público, del pacto indestructible con los sectores más desprotegidos y de la alianza con los generadores de empleados y salarios. Después de la noche negra que vivió al llegar al poder el Partido Acción Nacional durante doce años, un sexenio del Movimiento Regeneración Nacional bastó para extraviarlo en las ambiciones y sandeces domésticas.

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Ha regresado sin demora a la táctica de querer tapar el sol con un dedo. “Coincidimos en lo que comento el maestro (Héctor Melesio Cuén) que Sinaloa no va por buen rumbo, que no se ha cumplido nada de lo que se dijo, entonces, esa es la característica de estos gobiernos de cuarta”, dijo la dirigente estatal del PRI al justificar la eventual alianza con el PAS. “Es falta de congruencia, de tener también una visión y un agradecimiento, también es una falta de responsabilidad”, opina Álvaro Ruelas, recién designado delegado del CEN del partido, al referirse a la renuncia de priistas.

Tanto la dirigente estatal, Paola Gárate, como el emisario de “Alito”, Álvaro Ruelas, pelean por agenciarse el título de los demoledores definitivos del PRI en Sinaloa.

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Más allá de la selección de dirigentes estatales, que de la promesa de elección con el voto de las bases decayó a imposición burda, lo que la nueva directiva ha hecho desde que tomó las riendas priistas es remarcarle al partido las prácticas mafiosas que fueron, ¿lo han olvidado?, las mismas que causaron que los mexicanos le retiraran la confianza.