La activación a partir de ayer del programa que promueve el uso del malecón viejo de Culiacán para la recreación familiar, que será los jueves por la tarde y los domingos por la mañana, es una buena iniciativa del gobierno municipal que aporta a arraigar en la población el sentido de pertenecía de la vía pública con seguridad y fines lúdicos.

La convocatoria fue atendida por un buen número de ciudadanos que acudieron con bicicletas, patines y otros aparatos de rodado no motorizados, regresándole a la ciudad la vocación amigable y la acción sustentable que si se sostiene a largo plazo será un modelo a seguir en otras urbes sinaloenses y referente nacional e internacional.

Por la manera en que los culiacanenses atendieron el llamado se demuestra que sí es posible implementar una nueva cultura vial por el respeto al transporte alternativo con enfoque de cuidado del medio ambiente. La convivencia civilizada entre conductores, peatones y pasajeros es un eslabón al que debemos ascender en la cadena de la interacción humana diaria.

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El ejercicio realizado ayer es un primer paso en el cambio de mentalidad a favor del desarrollo armónico ciudad-habitantes, lo cual hay que reconocerle al alcalde Juan de Dios Gámez y agradecerles a aquellos que han demostrado que sí se puede.

Buen momento también para implementar los coadyuvantes de infraestructura, marco institucional y de control que se requieren para que la obra esté completa.

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Ojalá que no se trate del ímpetu de un solo día sino de la larga jornada que concilie los afanes de los culiacanenses con el postergado anhelo de la ciudad capital ordenada, disfrutable y progresista, alcanzando la meta de que nadie muera o resulte herido en la cotidiana disputa por la calle a través de la velocidad, anarquía y las máquinas preponderando sobre el peatón. ¡Claro que podemos lograrlo!

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