Cuando la Secretaría de la Defensa Nacional decide reemplazar a sus elementos asignados para la seguridad pública en los estados del país, hace los relevos trayendo a quienes se harán cargo de los puestos que son renovados, no así como sucedió en Sinaloa donde la repentina salida de Cristóbal Castañeda Camarillo y la tardanza del sustituto hasta por una semana desata interrogantes sobre el motivo real de la renuncia del militar que durante cinco años encabezó la dependencia de protección a la población.
Más preguntas resultan si el gobernador Rubén Rocha Moya le hace reconocimientos al secretario que se fue, atribuyéndole una hoja de servicios ejemplar, a pesar de que el retiro obliga al mandatario estatal a improvisar la designación del mando interino en la SSP y correr el tiempo que el alto mando castrense requiere para determinar quién tomará el lugar vacante que dejó Castañeda Camarillo.
Con claroscuros en su trayectoria en Sinaloa, el ahora ex secretario de Seguridad se convierte en factor de dudas respecto a los motivos de la separación del cargo. Hechos como los Culiacanazos 1 y 2, el involucramiento de policías estatales en la muerte de dos mujeres en enero de 2020 en la sindicatura de Sanalona, y la violencia en la sierra que desplaza a los pobladores pacíficos, contrastan con la baja en las estadísticas de homicidios dolosos lograda en el estado de 2009 a la fecha.
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Sin embargo, lo que ahora tendrán que resolver la Sedena y el gobernador Rocha es que el militar que sea enviado a presidir la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa garantice la coordinación que se ha establecido entre el Ejército, Guardia Nacional y policías estatales, frente a hechos y grupos criminales que saltan en el lugar y momento menos pensados a sembrar el miedo y resolver sus reyertas internas a la vista de los ciudadanos.
Coordinación significa que el militar que venga sepa entender la importancia del esfuerzo conjunto en vez de situarse como un factor de dominio por encima de los actores y factores locales de la seguridad pública, que abandone la mentalidad de que los policías locales son servidumbre y no colaboradores para la pacificación, y sepa construir un liderazgo confiable, eficiente y honesto para que los sinaloenses le concedan el bono de confianza que le será indispensable en la difícil tarea que asumirá.
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