La determinación de que Xóchitl Gálvez Ruiz sea la candidata a la Presidencia de México de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, incomoda al presidente Andrés Manuel López Obrador y hará ruido al interior del proceso que realiza el Movimiento Regeneración Nacional para definir a quien competirá por la misma posición como apuesta de Estado para la continuidad del estilo y programas que desarrolla el actual mandatario federal.

Con todo y la intervención del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, quien echa a perder todo lo toca, queriendo llevar la batuta de la designación de la abanderada del Frente Amplio por México, el movimiento opositor cursó sin mayores raspaduras el trecho de la elección interna al lograr la unidad contra la apuesta de la fragmentación que se hizo desde Palacio Nacional, escisiones que de haber sucedido le favorecerían a Morena y al proyecto de largo plazo llamado Cuarta Transformación.

Lo que sigue son los actos de conciencia que acepten que la nominación de Xóchitl Gálvez para nada significa la posibilidad del triunfo electoral. La amplia ventaja de la morenista Claudia Sheinbaum en la intención de voto constituye la más nítida fotografía del lugar de partida y de la extenuante jornada para convencer a los mexicanos de la indispensable nueva alternancia en el Ejecutivo federal con fines de reconciliación, reconstrucción y gobernabilidad.

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Los constantes errores de López Obrador son la veta de factibilidad para que los electores inicien ejercicios de reflexión en lo que respecta a lo el hoy presidente ofreció en la campaña electoral de 2018 y lo que en realidad hizo durante su gestión que concluye el 1 de octubre de 2024. El repaso será riguroso: el manejo inadecuado de la pandemia de coronavirus, la fallida pacificación de México, las recesivas políticas públicas en educación, el ataque a órganos autónomos, la anulación de la independencia entre poderes, y la corrupción que combate en sus enemigos y les solapa a los allegados.

Así está México hoy, al definirse quién le peleará a López Obrador la concentración del poder como nunca antes lo ha detentado presidente alguno. Eso es lo único que ha ocurrido más allá de triunfalismos que desbordan y batallas por el voto que se adelantan.

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Xóchitl Gálvez no es, ni por asomo, la candidata del Frente Amplio por México que tenga asegurado el triunfo electoral. Lo que sí puede anticiparse es la guerra política que se avecina, dramática y con saña.