Sinaloa.- La construcción de las primeras líneas ferroviarias en México favoreció acortar las distancias y facilitó el transporte de grandes cantidades de productos. Al mismo tiempo, concentraron y crearon nuevas poblaciones que desarrollaron con su paso debido al flujo comercial.
En ese contexto, hubo muchos migrantes extranjeros que aprovecharon las facilidades que el gobierno de Porfirio Díaz les proporcionó para invertir en el territorio, creando algunos grandes emporios, empresas y nuevos asentamientos.
En nuestro estado, el cronista Aureliano Sánchez Alcalde destacó ejemplos de algunos de ellos en su libro “Tres Extranjeros que dieron auge al norte de Sinaloa”, refiriéndose a Benjamín F. Johnston, en Los Mochis; Buenaventura Casal, en el actual municipio de Salvador Alvarado y a Santiago Wilson, en lo que hoy es el municipio de Guasave.
“Estos personajes del norte de Sinaloa son reconocidos y sobre todo poseen características propias, ya que cada uno de ellos forjó, creó y echó andar un proyecto modernista para la época y que por muchos años nos dio auge, progreso y movimiento económico en la región”, sostiene el autor en su obra.
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Buenaventura Casal
Fue un catalán que se asentó en 1875 en una región inhóspita que para ese entonces era parte del distrito de Mocorito, donde hoy se encuentra la población de Ciénega del Casal llamada así en honor a su apellido. Ahí adquirió unos terrenos donde incursionó en el negocio de diligencias, mismo que fue todo un auge ya que era el medio de transporte más utilizado antes de la llegada de los primeros trenes.
Con ese negocio Buenaventura se convirtió en un lugar donde quienes se desplazaban de una ciudad a otra descansaban en su hostería, teniendo como atractivo las aguas termales que acondicionó para los visitantes, las cuales siguen existiendo.
Aureliano Sánchez Alcalde.
Con el negocio de diligencias fue necesario emprender otras actividades comerciales, como la construcción de caminos, intercambio de mercancías, explotación de la minería y de los recursos naturales de la zona, como el palo de Brasil y la sal. Estas actividades le permitieron a Casal construir un gran emporio.
Su población comenzó a partir de la hacienda del catalán, que al interior instaló almacenes de ropa y víveres, botica, un mesón, posta, armería, vinatería y fábrica de algunos utensilios como jabón. Pero tal vez por lo que es más recordado es porque fue uno de los primeros impulsores de la siembra de garbanzo en la tierra de temporal, estableciendo relaciones comerciales con sus connacionales.
“A Casal le tocó abrir el mercado de garbanzo sinaloense en España, esto lo hacía embarcándolo por Playa Colorada”, se describe en el libro.
Sin embargo, al contrario de otros pueblos donde el ferrocarril trajo progreso y desarrollo, con las empresas de Buenaventura Casal ocurrió lo contrario, ya que la estación del ferrocarril Sud-Pacific instalada en Guamúchil en 1907, para Casal significó el declive de su centro comercial regional, esto porque con la llegada del tren se dejaron de utilizar sus rutas. Este suceso casualmente coincidió con el año de su muerte.
Benjamín F. Johnson
Para Aureliano Sánchez Alcalde este estadounidense es el fundador de la ciudad de Los Mochis. Originario de Sharon, Pensilvania; llegó a esta región en 1898 atraído por la publicidad del otro estadounidense Albert K. Owen, quien unos años atrás había fundado el puerto de Topolobampo, llamada Pacific City en un inicio.
Estando aquí lo primero que hizo fue asociarle con Zacarías Ochoa, un productor de azúcar pero de una manera artesanal a través de un trapiche. Para 1899 Johnson había comprado grandes extensiones de tierras en Los Mochis y para 1901 construyó el ingenio azucarero. Todo esto lo logró con el apoyo económico de empresarios extranjeros como Amos Pettibone y Marc Sherwood.
Aunado a ello, consiguió del gobierno de Porfirio Díaz el uso de una parte del agua del Río Fuerte; para 1904 oficialmente realizó su primera zafra, con un éxito total en toneladas de caña y con una gran producción de azúcar. Al poco tiempo creó la United Sugar Company S.A., detonando con ello el desarrollo agrícola del hoy municipio de Ahome.
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“El desarrollo de esta ciudad fue planeada y diseñada por el norteamericano, con base en modelos urbanos americanos, con calles y callejones, que fueron trazadas aprovechando los vientos que vienen del mar”, comenta el autor.
Sobre su gran finca levantó un jardín con una variedad de plantas y especies traídas en sus diferentes lugares que visitó en sus viajes a distintos lugares del mundo, que con el tiempo se convirtió en el hoy Jardín Botánico de Los Mochis.
Siendo Johnson protestante, pero la mayoría de sus trabajadores católicos, también mandó construir Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la más importante de la ciudad; para 1929 construyó un aeropuerto, que fue durante muchos años de los más modernos de México.
“Fue tanto el prestigio de este ingenio que logró arrancarle el predomino económico y político a la antigua villa de El Fuerte, atrayendo a sus familias más importantes hasta hacerlas habitantes de la naciente ciudad”, explica Aureliano Sánchez.
Fue tanto el crecimiento económico y expansión de Los Mochis en relativamente pocos años, teniendo en cuenta que Mazatlán y Culiacán tenían siglos de haber sido fundadas, que circularon opiniones donde se pensó en cambiar la capital del estado a ese lugar.
Sin embargo, el inició de la Reforma Agraria en 1943 en el gobierno de Lázaro Cárdenas también significó el fin de la época de bonanza del ingenio azucarero, luego de sufrir una gran expropiación de 55 mil hectáreas de terrenos de la compañía, que dieron vida a 38 comunidades ejidales alrededor de Los Mochis.
Santiago Wilson
Otro pueblo que vivió un crecimiento económico con la llegada del ferrocarril fue Estación Bamoa, en el actual municipio de Guasave, que con el tiempo fue conocido como Campo Wilson, refiriéndose al emporio agrícola levantado por don Santiago Wilson. A esa región llegó el norteamericano James Childs Wilson, procedente de California, por invitación de un amigo, León Fonseca, para invertir en la siembra de hortalizas.
A los pocos años contrajo matrimonio con la sinaloense Esther Alcalde, originaria de Sinaloa de Leyva, y entre los dos fundaron una de las más grandes compañías exportadoras de estos cultivos. Su proyecto inicial fue desmontar tierras ejidales con la condición de usufructuarlas bajo la anuencia del gobierno.
De ese primer negocio familiar fundaron la empresa agrícola Productos de Bamoa, S, de S.L., generando un nuevo asentamiento de pobladores. Santiago construyó para él y su familia una gran hacienda, donde también se reunían sus trabajadores y mayordomos para entregar el reparto de las tareas, incluso dentro de la propiedad se fueron levantando las casas de los jornaleros.
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Wilson perforó pozos artesianos y al poco tiempo empezó a producir tomate, chile, melón, calabaza, berenjena, productos que comenzó a exportar desde esa región hacia los Estados Unidos.
“Uso el exprés Sud-Pacifico para hacer sus embarques y envíos a la frontera, empleando rústicos métodos de refrigeración, como poner grandes bloques o barras de hielo dentro de los furgones para refrigerar el producto y que llegara en óptimas condiciones a su destino”, se lee en el libro.
De tal manera, el primer envío con la etiqueta Wilson fue hecho en 1932, representando un auge para el poblado porque implicó la siembra de grandes extensiones de tierra. Posteriormente con esta actividad comenzaron a surgir diversos comercios ambulantes derivados de la producción agrícola.
El autor del libro sostiene que Santiago Wilson es una leyenda en Bamoa y su espíritu emprendedor ha quedado como un verdadero ejemplo para los nuevos agricultores dedicados a la exportación de hortalizas.
“Don Santiago y doña Esther tuvieron dos hijos: Bárbara Wilson Alcalde y Jimmy Wilson Alcalde. A la muerte de don Santiago, doña Esther y su yerno Benjamín Bon Bustamante, esposo de su hija Bárbara, se encargaron de esta prominente empresa, conservando su prestigio y continuaron la obra de don Santiago, trayendo a miles de trabajadores”.
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