Colaboración de Cristina Isabel Ibarra, presidenta del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa
En una reflexión sobre la productividad de una economía, eje central de crecimiento de cualquier país y un factor importante de medición para las empresas, la economista Cristina Isabel Ibarra enfatiza sobre la importancia del valor agregado.
La presidenta del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa recordó que aunque a nivel macro la productividad puede medirse de distintas maneras, una de las más comunes es mediante el valor agregado, identificado por los administradores y gerentes como la combinación entre el valor que obtiene un cliente en función de la calidad del producto y/o servicio.
Para los economistas el valor agregado es el valor monetario que genera una empresa al agregar la fuerza de trabajo en el proceso de producción. Por ejemplo, una taquería o cualquier restaurante adquiere insumos y los transforma, de tal manera que ya no vende la carne al precio que la compró sino a otro distinto porque al venderla en su negocio en una forma distinta agrega valor a la misma. El ingreso de este valor agregado se dividirá principalmente en tres: los salarios, las utilidades y los impuestos, y tal vez los intereses, detalló.
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“Desde esta perspectiva, cuando se habla de una empresa de alto valor agregado, significa que, al pasar por el proceso productivo, aquellos insumos adquiridos y combinados han generado un bien que permitirá un alto ingreso que se dividirá entre los empleados, el empresario y el gobierno. Por ejemplo, en el proceso productivo de los restaurantes, aquellos más sencillos generan menor valor agregado que los elaborados por chefs que buscan obtener una estrella Michelin. Esto es en parte por la inversión mayor en mobiliario de lujo e insumos de mayor calidad, pero también por el nivel de capacitación que requiere un chef con tales aspiraciones”, ejemplifica la doctora en Economía por la Universidad de Glasgow.
En su análisis sobre este tema, la especialista sugiere tomar en cuenta dos aspectos fundamentales. Primero, que el valor agregado que genera la empresa es muy variable y algunas veces el seccionar nichos de mercado permite tener mejores ingresos por trabajos similares, por lo que la agregación de valor no depende solamente de la mano de obra empleada, sino del modelo de negocio.
Y segundo, y quizás lo más importante, independientemente de las intenciones e importancia del bien o servicio ofrecido, la medición de valor agregado sólo contempla los ingresos reales obtenidos por la empresa, es decir, la productividad en términos económicos no mide si el producto que se ofrece es de calidad, o si el cliente valora altamente el servicio; simple y sencillamente mide cuánto valor se generó, pues este será el ingreso de todos en la economía, es decir, de los empleados, los empresarios, y el gobierno.
“Así, la presencia de empresas altamente productivas permite no solo que los privados tengan mejores ingresos, sino también que el gobierno incremente los suyos, y con ello, se abre la posibilidad de más y mejores servicios”, agregó.
Cristina Ibarra afirma que aunque muchas empresas tratan de medir su productividad, si es que lo hacen, a través de la satisfacción al cliente, ventas u otros indicadores internos de procesos, estos son bastante útiles, especialmente si se monitorean y se les da seguimiento, pero asegura que la medición de la generación de valor agregado por trabajador puede ser un indicador mucho más global, y en cierta manera duro por distintas razones.
“Por ejemplo, quizá se pueda medir las ventas por trabajador, pero eso no nos indica si el valor agregado de la empresa es suficientemente alto, pues podría ocurrir que no consideremos los gastos totales de insumos, como el espacio físico, o el equipo de transporte, y otros elementos que generen gastos pero que no estén relacionados directamente con las ventas; mientras que el indicador de productividad por trabajador global considera a todos los trabajadores que participan en la generación de ingresos, independientemente si está en el proceso de venta, administración, mantenimiento, etc”.
Finalmente recordó que las micro y pequeñas empresas tienden a medir su éxito en función de sus ventas, por la falta de tiempo, o bien porque confían en su instinto de negocio. Sin embargo, no está por demás desarrollar indicadores de productividad internos, que permitan autoevaluarse, no solo en satisfacción del cliente, sino en cualquier área estratégica, aunado a un indicador global como ingresos totales dividido entre total de trabajadores.
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“Todas las empresas pueden desarrollar sus propios KPI’s (Key Performance Indicators) de forma sencilla, con al menos uno y darle seguimiento periódico, sin que sea una carga para el empresario. Por supuesto que hay muchos otros indicadores y métodos de analizar a la empresa y su desempeño, pero el que se propone aquí busca simplificar el trabajo para las MiPymes, al tiempo que da un panorama general de lo que en realidad mide el valor agregado en una economía”, sugirió Cristina.
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