A propósito de la ceremonia que esta noche escenifica el Grito de Dolores cabe hacer el recuento de las exclamaciones que persisten a 213 años del inicio de la gesta de independencia en un México donde los gobiernos federal, estatales y municipales se resisten a cubrir la jornada completa para la concreción de las aspiraciones ciudadanas por paz, justicia, oportunidades dignas de progreso y abatimiento de todo tipo de pobreza.

Los gritos que están contenidos en millones de gargantas, ahogados por la oratoria oficial que reparte palabras, salivas, mentiras y demagogia, no son distintos a la proclama de patria y libertad que emanó del cura Miguel Hidalgo en la arenga para abolir la esclavitud que consiste no sólo en la sujeción del individuo a la voluntad de un amo sino el sometimiento a condiciones de vida disfrazadas de bienestar pero con el propósito de avasallar.

¿Qué grita México hoy? Principalmente que del populismo que mitiga pero no resuelve la precariedad económica se pase a políticas públicas que le ofrezcan a la población fuentes de empleo y salarios dignos para remontar la miseria extrema, que la protección a la vida humana trasponga el contexto violento de más de 160 mil víctimas letales de la administración federal en funciones, y que el respeto a los derechos humanos sean el fundamento de la convivencia sin las 110 mil desapariciones forzadas durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

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Que la democracia resulte reafirmada en el poder popular para buscar los gobiernos que el pueblo necesita, y los quite cuando los políticos fallen; que sea restablecido el equilibrio de poderes del Estado sin el sometimiento de uno al otro; que la transparencia recobre el atributo de ventana abierta para que la sociedad revise los recursos públicos asignados a las instituciones, y que la ley se aplique por parejo a quienes la transgreden sin mano blanda para los familiares e hijos de los funcionarios y autoritarismo contra los enemigos del régimen.

Estas son las otras proclamas que los gobernantes no mencionarán al emular las arengas de Miguel Hidalgo y Costilla y los demás próceres de la independencia, simulando que son a imagen y semejanza de aquel movimiento que en 1810 sentó las bases de libertad y reconstrucción nacional a base de convicciones y no de poses.

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A los mexicanos nos corresponde este día darles voz a los anhelos que tuvieron los héroes hace más de dos siglos y que aún están pendientes de ser cumplidos.