Aunque no bastará la orden que emitió el Instituto Nacional Electoral para que en las conferencias de prensa mañaneras el presidente Andrés Manuel López Obrador deje de hablar del proceso electoral en curso, el órgano garante de comicios ajustados a la ley hace lo prudente al encarrilar la democracia hacia la neutralidad, respeto y debido comportamiento de los servidores públicos.
Desde diferentes trincheras políticas y jurídicas se le ha exhortado al mandatario federal para que abandone el papel que desempeña a diario, de ser el principal campañista de su partido, Movimiento Regeneración Nacional, y de su “corcholata”, Claudia Sheinbaum Pardo, sin embargo el titular del Ejecutivo federal persevera en desempeñar ilegalmente dicha función.
En vez de constituirse en los últimos días de su sexenio como el estadista que ofreció ser, López Obrador capitaliza la acción gubernamental en respaldar a su candidata y descalificar a la opositora Xóchitl Gálvez, acudiendo el presidente a la misma estrategia que utilizó durante las tres campañas políticas en las que buscó acceder al cargo que finalmente obtuvo el 1 de julio de 2018, creando la ilusión colectiva de que en él encarnada el mejor líder político de la era mexicana reciente.
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Pero no lo ha sido. Confrontado con el Poder Judicial al que pretende someter reduciéndole el presupuesto, mermando la autonomía del Instituto Nacional de Acceso a la Información con fines de implantar la opacidad por encima de la transparencia, y con retrocesos históricos en temas torales como educación y salud, ahora el INE se ve precisado a marcarle un hasta aquí a la utilización de la tribuna presidencial y recursos públicos para hacerle la campaña a su partido y candidata.
Será difícil encauzar hacia el marco legal a quien a lo largo de su carrera por el poder ha postulado mandar al diablo a las instituciones del Estado, lo cual apremia a que los órganos y autoridades competentes fortalezcan las acciones para someterlo al orden jurídico.
El INE lo amonesta por manifestaciones vinculadas al proceso electoral federal 2023-2024 que pueden vulnerar los principios de neutralidad, imparcialidad y equidad en la contienda; falta que los ciudadanos pongamos las barreras cívicas para que López Obrador sea más presidente y menos jefe de campaña.
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