Sinaloa.- Es el año 2023. Hace 20 años las lluvias eran constantes durante el verano, copiosas. La realidad actual es otra.
Hay tres indicadores oficiales que revelan la peor sequía en Sinaloa durante los últimos 20 años.
La forma más sencilla de poder ver la diferencia entre hoy y hace 20 años es con imágenes satelitales de la NASA, en las que se puede observar cómo hay zonas que se volvieron más áridas por falta de agua.
Uno de ellos es el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), cuya información arroja que este año es la primera vez que hay 10 municipios con sequía extrema, 6 con sequía severa y 2 con sequía moderada en Sinaloa.
La última vez que pasó algo similar fue septiembre de 2020, cuando hubo 6 municipios con sequía severa y 12 con sequía moderada.
El mes de septiembre se tomó como referencia por ser estadísticamente el mes con mayor acumulación de agua en las presas de Sinaloa, pues es en este cuando se termina la temporada de lluvias de manera oficial.
El segundo indicador es este mismo, el estado de las presas.
Si bien, se han registrado otros años con un bajo nivel, esta es la primera vez en 20 años que reflejan un nivel inferior histórico.
Los años con mayor sequía reportada por los niveles de las presas de Sinaloa en los últimos 20 años
- 2003 – 31.8%
- 2012 – 38.2%
- 2020 – 55%
- 2023 – 29%
Fuente: Comisión Nacional del Agua
Ciclo agrícola en peligro
El tercer indicador oficial lo tienen los agricultores del Estado, quienes se han preocupado por contar con una baja captación de agua en las presas, la cual no rendiría para la siembra de las más de 500 mil hectáreas disponibles.
El problema va más allá, explicó Marte Vega Román, presidente de la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES), pues calcula que será hasta el mes de noviembre cuando se tenga un cálculo más exacto de cuánto se podrá sembrar y sobre qué productos.
“Si esto no cambia, nos vamos a ver sumamente afectados en la programación del ciclo agrícola que ya empezó (Otoño-Invierno) y existe gran riesgo de que incluso quede superficie sin sembrar o bien, reducir gran parte de la superficie de maíz y promover otros cultivos de baja demanda de agua, pero con mucho riesgo”, señaló Vega Román.
El panorama agrícola que hoy persiste es la de sembrar frijol, garbanzo y sorgo, pero como señaló el presidente de la CAADES, se corre el riesgo de que haya sobreprecios en los mercados y se tenga un precio bajo y por lo tanto se estaría frente a un problema mayor de crisis agrícola.
Este mismo año se tuvo manifestaciones por parte de productores de maíz, debido a que los precios del maíz fueron bajos y, además, hubo presión por parte de empresas industriales para disminuirlo aún más.
Incluso, Vega Román aseguró que todavía existen problemas de comercialización del maíz para medianos y grandes productores, que significan dos terceras partes de la producción anual.
Ahora el problema va sobre la incertidumbre de no saber qué sembrar y a qué cantidad, pues lo que ahora es posible y rentable son productos de baja demanda de agua.
La esperanza está en las lluvias invernales
De acuerdo con el economista Cesar Valenzuela, 2 terceras partes del agua es concesionada a riego de cultivo, ganadería y la acuicultura, mientras otro 15 por ciento lo consume el abastecimiento, es decir, las juntas de agua potable u operadores de agua.
Con lo que hay ahora mismo, solo funcionaría para poder satisfacer el consumo humano y aquellas industrias que utilizan el agua para sistemas de enfriamiento.
Es decir, si se llega a decidir por la siembra de maíz -por ser el producto local con mayor consumo de agua-, las ciudades se quedarían sin agua.
Bladimir Salomón Montijo, Biólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa, así como responsable de la Estación Climatológica ubicada en la Facultad de Biología, explicó que aún queda la esperanza de tener un invierno lluvioso.
En un análisis realizado en la Estación Climatológica de la UAS, se detectó que durante los años en los que inicia el Fenómeno del Niño hay una disminución importante en los registros de lluvia.
“Este año sí estamos más abajo que muchos otros años estadísticamente. Lo que nos hemos dado cuenta es que los años que se consideran años niño en verano estamos abajo del promedio anual”, aseguró.
“Nos hemos dado cuenta que en verano bajan las precipitaciones, pero en invierno suben. es lo que nos queda de esperanza”.
Este año sucede así para México y de esa manera se cumple la estimación de Salomón Montijo.
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