A más de dos años de que el presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo en Sinaloa y supervisó el casi concluido Hospital General de Culiacán, el cual incluyó en su estrategia de salud pública del primer mundo, el nosocomio está convertido en el monumento al fracaso de aquella política pública que prometía la atención médica a los mexicanos al nivel que la otorgan países como Dinamarca y Noruega, líderes en dicha área.
Actualmente, al correr la cuenta regresiva del último año del gobierno de López Obrador, todo indica que el Hospital General de Culiacán acabará como elefante blanco del sexenio, después de una y otra justificación del por qué no ha sido incorporado a la atención de la salud, explicaciones que en realidad ocultan la falta de interés del Gobierno Federal por hacer realidad la demagógica promesa que la llamada Cuarta Transformación aun sostiene.
Ahora se acude al argumento de que será la Comisión Federal contra Riesgos Sanitarios la que realizará otra supervisión más al edificio para emitir nuevo dictamen de si están en condiciones de iniciar operaciones o requiere de más inversión pública para habilitarlo, después de una serie de estudios técnicos que se han realizado con anterioridad sin llevar tales acciones burocráticas a que la obra comience a dar beneficios a los sinaloenses.
El Hospital General de Culiacán es hoy la enorme mole de acero y concreto que ha visto pasar las fallidas acciones federales desde que desapareció el Seguro Popular y se creó la entelequia del servicio universal de salud IMSS-Solidaridad, atestiguando también el deficiente manejo gubernamental de la pandemia de coronavirus y la carencia de medicamentos para enfermedades crónico-degenerativas siendo el caso más doloroso el de los niños con cáncer que no reciben los fármacos que necesitan.
Extraña la pasividad ciudadana al tratarse de exigir más y mejores instalaciones, equipo y personal médicos hasta que Sinaloa al menos se aproxime un poco a cumplir la quimera presidencial del sistema de salud pública de vanguardia mundial.
El pasmo de la sociedad, comunidad médica, sectores productivos y del gobierno de Rubén Rocha Moya podría hacer posible que el Hospital General de Culiacán siga siendo el elefante blanco que fenezca junto al sexenio de López Obrador.
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