En promedio, cada 8 horas es desaparecida una persona en Sinaloa. Este crimen ha generado una nueva forma de sobrevivencia en el Estado, mermado por la violencia social y burocrática, el de evitar ser desaparecido.

Esto no forma parte de las agendas de prevención de los organismos y dependencias encargadas de realizarlas, escudadas en la ausencia de un diagnóstico que dé claridad sobre las dinámicas sociales que llevan a desaparecer a mujeres y hombres por igual.

En cambio, son los familiares de las personas desaparecidas quienes han salido a la búsqueda, exponiéndose a ser amenazadas, golpeadas, asesinadas o desaparecidas por hacer el trabajo que, de manera normal, deberían hacer las autoridades estatales.

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