Por Patricia Ramírez / Causa Natura

Al centro del país le quedan uno, tres o cinco meses de agua. Así lo indican algunas estimaciones de expertos que desde principios de año circulan por diversos medios de comunicación sobre la disponibilidad hídrica del Sistema Cutzamala que abastece a la Ciudad de México y el Estado de México. En todas se asegura que el Día Cero está por llegar.

Al mismo tiempo, la preocupación ciudadana se incrementa. Durante el primer bimestre del año se realizaron manifestaciones en el municipio de Valle de Bravo, en el Estado de México, y al sur de la CDMX por parte de la Coordinación de Pueblos de Xochimilco.

El gobierno federal insiste en que no hay que preocuparse. Durante la conferencia de prensa matutina del pasado 14 de febrero, se informó que ya se desarrollan soluciones y acuerdos para asegurar el abasto de agua en el Valle de México. Las principales son el mantenimiento de pozos y la perforación de nuevos. Por lo que el Día Cero está lejos.

Medir el Día Cero

“El Día Cero no es que las presas se queden completamente sin agua, sino que llegan a un nivel en el que técnicamente resulta muy difícil bombear el agua y distribuirla”, explicó Manuel Perló, investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El término de Día Cero comenzó a popularizarse en 2018, cuando Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, llegó a sus niveles más bajos de abastecimiento. Un proceso que se agravó ante varios años de sequías previas. Esto encendió las alertas para otras grandes ciudades como Barcelona, España; São Paulo, Brasil; y la Ciudad de México, que también dependen de aguas superficiales, es decir, que son captadas mediante un sistema de presas.

“Yo creo que el Día Cero sí puede aplicarse al Sistema Cutzamala en el sentido de que si las lluvias no llegan a mitad de año habrá una situación en la que no se podrá bombear el agua al sistema de presas”, señaló Perló.

Frente a la escasez que se vive en varias regiones, de manera generalizada el Sistema Cutzamala mantiene la capacidad de almacenamiento de las presas sobre el 35%. Para poder establecer un Día Cero tendría que disminuir a un promedio del 15%.

Sin embargo, aunque la temporada de lluvias es un factor importante, que el abastecimiento del Sistema Cutzamala aumente no representa que se solucionen los problemas de déficit de agua, aclaró Perló. Pues existe una pérdida de capacidad que arrastra históricamente por factores como la falta de inversión en infraestructura o la demanda desigual para actividades industriales.

Capacidad de almacenamiento de presas en México. Imagen: Comisión Nacional del Agua (Conagua)

Un tema desigual

“En muchas partes del país desde hace tiempo viven el Día Cero. Parece un término de moda, pero en realidad hay muchas regiones en las que el Día Cero ya llegó”, apuntó Patricia Ávila, investigadora del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.

Las regiones son principalmente indígenas o rurales como la meseta purépecha en Michoacán o la zona Mazahua en el Estado de México, donde desde hace décadas viven bajo razonamiento o tandeo del agua. Pero esto no deja de lado a las zonas urbanas como Ecatepec o Iztapalapa.

“Generalmente, lo que ocurre en ciudades tan desiguales como las de México es que las zonas ricas siempre tienen asegurado el abasto y las zonas pobres históricamente no lo tienen. Al privilegiar ciertas áreas o cierto tipo de actividades en el consumo del agua generas el detrimento a otros”, explicó Ávila.

En un sentido amplio, señaló la investigadora, el Día Cero sería que incluso las zonas que han sido privilegiadas lleguen a niveles en los que tengan que empezar a racionar.

A esto se suma que las ciudades como la capital del país tienen que traer agua de otras regiones porque los recursos propios no son suficientes. El consumo no se limita a ser doméstico, también existe una alta demanda para servicios e industrias que incrementa la situación de desigualdad.

“Políticamente hablando hay grupos como los inmobiliarios, por ejemplo, que quieren seguir con una dinámica importante creando nuevos fraccionamientos, o que tienen un alto consumo de agua como los campos de golf o los parques industriales. Entonces esos grupos de una manera también van presionando (a las autoridades) para que se requiera infraestructura”, agregó la investigadora.

Las acciones

Las principales medidas del gobierno para encontrar soluciones al Día Cero están enfocadas en la creación de infraestructura, como la perforación de nuevos pozos. Pero para el investigador Manuel Perló es más urgente no perder de vista los problemas estructurales en el funcionamiento de la red como las fugas o el robo de agua.

“No es que (la infraestructura) se haya dejado totalmente abandonada, pero digamos que no ha sido el mantenimiento ni la reparación ni la modernización adecuada… Incluso antes de emprender la construcción de nuevos pozos, antes de hacer otras acciones, ésta debería tener la prioridad número uno”, explicó.

A esto se suma que la propia región de la cuenca y subcuencas del Cutzamala tienen sus necesidades como el aumento en la demanda por el crecimiento de la superficie agrícola. Mismas que compiten entre sí por el envío de agua que se realiza.

Infraestructura del Sistema Cutzamala. Foto: Conagua.

Algunas otras acciones necesarias, indicadas por el investigador, son: el aprovechamiento de agua de lluvia, pero no sólo a través de la captación doméstica, sino de los techos de centros comerciales o edificios que pueden tener una captación más amplia; y la inversión y modernización en las plantas de tratamiento de aguas.

Respecto a la participación de la ciudadanía, los especialistas entrevistados para esta publicación coinciden en que no existe una responsabilidad directa en los usuarios, pero sí pueden tener participación.

“Yo creo que la medida más importante es no irse a lo individual. Lo individual es una decisión ética ambiental de cada quien para reducir la huella hídrica. Pero realmente donde están las grandes decisiones en cuanto a la gestión del agua en la ciudad es en quien se encarga de proveer el servicio”, dijo Ávila.

Se necesita una visión más amplia para ver el problema del agua, de acuerdo con la investigadora. Pues el agua también tiene relación con los bosques que permiten su generación o la alteración de los ecosistemas por el cambio climático.

“Las acciones colectivas en un plano más local pueden ser muy útiles para la defensa contra el saqueo, contra el mal uso o contra la contaminación. Son muy importantes, pero sin perder (de vista) que el problema se está causando estructuralmente y en niveles más amplios de decisión”, concluyó.

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Este reportaje fue publicado originalmente por Causa Natura, el original puede seguirse aquí.