Si no fuera por el tesón y la voluntad de lucha de las mujeres y hombres del campo, la realización a partir de hoy de la Expo Agro Sinaloa 2024 no tuviera razón de ser porque la agricultura se encuentra en  uno de los peores contextos que haya enfrentado en toda la historia: sequía que reduce la superficie de siembra, decadencia en precios y mecanismos de comercialización de las cosechas, así como políticas públicas que en el discurso oficial resaltan la meta de la soberanía alimentaria y en los hechos derriban las posibilidades de alcanzarla.

Rescatada del riesgo de suspensión en que estuvo, la mayor muestra agropecuaria del noroeste de México sobrevive tal vez como esperanza última de que los gobernantes, instituciones y los demás coadyuvantes del desarrollo caigan en cuenta de la importancia estratégica del sector e inicien las acciones de rescate más allá del populismo que sobreprotege a unos productores y condena a los otros al fracaso.

 

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador nunca adoptó la estrategia integral de impulso a la labranza de la tierra sino al contrario la convirtió en instrumento político y de disección de pobres y ricos, pasando por alto que la consolidación del antes frugal granero de México es el esfuerzo colectivo que al hacer llegar a las mesas de los hogares el alimento a tiempo y de calidad opera como el principal fundamento de la estabilidad nacional.

Sinaloa es un ejemplo de la tenacidad del sector agrícola al cual cada adversidad lo hace levantarse más fuerte y perseverante pues hoy está de pie a pesar de la escasez de agua para cultivos, al grado de que está en entredicho hasta la disponibilidad para consumo humano; la crisis cíclica de precios para granos alimentarios que ni alcanzan para cubrir los costos de producción; la devastación del aparato federal de apoyo a esta actividad económica, y la desventaja competitiva frente al agro de otros países como es el caso del vecino Estados Unidos.

Los gobiernos federal y estatal y los que realizan la labranza de la tierra deben evitar que La edición 2024 de la Expo Agro Sinaloa sea el muro de los lamentos y en cambio alcanzar los acuerdos y políticas públicas que hagan posible que el grito de auxilio que clama la agricultura llegue a condiciones de certidumbre y rentabilidad no para un ciclo sino para un buen futuro duradero.

 

Lo que necesita el campo sinaloense es que se alineen las autoridades e instituciones con el tesón de quienes que en las buenas y en las malas le siguen sacando alimento al surco.

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