Cecilia está excavando dentro de una finca. Clava la pala, saca la tierra y lo repite. Luego clava una varilla, se recarga en ella para hundirla y después la saca, se descubre el rostro y lleva ese fierro a la nariz. Lo huele. No hay nada ahí.

– ¿Cómo sabes que hay alguien?

– “El olor es bien fuerte, te entra a la nariz y arde… como que te pellizca. Eso no pasa con los cuerpos viejos, se les va el olor, pero les queda la grasa, así lo identificas, se le queda en la varilla”, dice esta mujer en agosto de 2022, mientras rastreaba dentro de una finca en medio de campos de maíz y mango en Juan José Ríos, Sinaloa.

Busca a sus hermanos Alejandro (29 años) y Marco (37 años) junto con su madre, la señora Cecilia Patricia Flores Armenta.

Ambas han rastreado en Sinaloa, Sonora, Michoacán, Baja California, Jalisco y en más lugares para tratar de encontrarlos. Así han sacado cientos de cuerpos con el colectivo Madres Buscadoras de Sonora.

Ambas, también, están desplazadas. Dejaron su casa en Huatabampo, Sonora, tras haber sido amenazadas. Eso no las detiene y ahora mismo están en Juan José Ríos, al norte de Sinaloa, excavando entre el maíz y los mangos en plena temporada de cosecha.

“Esto es muy cansado, esperamos que la persona que nos dijo del lugar venga, nos diga si es abajo de los mangos, abajo de alguna casa, a un lado de la otra casa, abajo de un árbol de guamúchil… algo tiene que recordar del lugar porque estuvieron presentes cuando lo sepultaron”, dice mientras descansa debajo de un árbol de mango y muestra una foto de ella posando junto a un rosal con flores rojas.

 

La lucha de ambas mujeres comenzó el 30 de octubre de 2015 en Juan José Ríos, Sinaloa, cuando desaparecieron a Alejandro. En ese tiempo Cecilia Patricia se unió a los colectivos de búsqueda del norte de Sinaloa que ya sortearon entre los campos para clavar palas y varillas para encontrar cuerpos.

Sinaloa es un estado al noroeste del País, un lugar caluroso pero con clima perfecto para sembrar cualquier cosa y pueda crecer alimento que puede ser arrancado en cualquier época del año. Es tan buena esa tierra que a este estado le han apodado ‘el granero de México’ por la gran cantidad de alimento que se puede cosechar, sobre todo maíz y tomate.

Pero en esta tierra no solo se siembran granos y hortalizas, también se han enterrado los cuerpos de centenas de personas de forma clandestina. Solo en los últimos 14 años se han hallado a más de 500 personas en fosas.

La mayoría de quienes encuentran son las madres de las casi 6 mil mujeres y hombres que siguen desaparecidos en Sinaloa, haciéndolo en colectivo o solitario.

Ambas mujeres se desplazaron a Sonora y allá les desaparecieron a Marco Antonio y Jesús Adrián, fueron desaparecidos en Bahía de Kino, Sonora. Fue el 4 de mayo de 2019 en Bahía de Kino. Seis días después fue localizado Jesús Adrián con vida en medio de un campo enmontado, pero Marco Antonio a la fecha sigue sin ser hallado.

Cecilia Patricia y su hija se convirtieron en activistas, una mujer incómoda para grupos criminales y operadores estatales coludidos con el crimen, pero eso les costó amenazas y más agresiones. Hoy viven desplazadas y mantienen su lucha apoyándose con otros colectivos en el País.

Buscar con amenazas

En Sonora han sido desaparecidas hasta 7 mil 365 personas, de las cuales, 4 mil 406 permanecen en ese estatus, mientras que 2 mil 723 fueron halladas con vida y otras 236 asesinadas, según los datos reportados en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

Casi todos esos casos se han registrado desde 2016 a la fecha, cuando grupos criminales comenzaron a tener mayor presencia en el Estado. Tráfico de armas y la producción y tráfico de drogas, sobre todo sintéticas, ha provocado una serie de conflictos por territorios.

De acuerdo con la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) entre 2006 y 2021 son 385 mil 659 personas fueron desplazadas internamente por la violencia en México. Los que reportaron más migraciones forzadas fueron Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Sonora.

Esa violencia ha alcanzado a las buscadoras.

Apenas el 15 de julio del 2021 se reportó el asesinato de Aranza Ramos, integrante del colectivo Guerreras Buscadoras de Sonora y quien buscaba a Brayan Omar Celaya, su esposo quien fue desaparecido en diciembre de 2020.

De acuerdo con la Fiscalía de Sonora, el asesinato lo cometió un hombre llamado Marco Antonio, de 41 años de edad, quien fue detenido en febrero de este 2022 durante un operativo de captura por la desparición de otras cinco personas.

Tras anunciarse la captura del presunto feminicida, la Fiscalía aprovechó también para asegurar que se tenía al presunto responsable de la desaparición de Brayan Omar Celaya.

“Lamentamos mucho lo que le pasó a Aranza, que la hayan asesinado de esa manera”, señaló Cecilia Delgado, fundadora del colectivo Guerreras Buscadoras, que aglutina a más de 400 familias en este Estado norteño.

Delgado se mantiene firme en las búsquedas, aunque estas sigan siendo un factor de riesgo.

“He recibido amenazas y gracias a Dios no ha pasado de ahí y les digo que no quiero más, que ya me quitaron un hijo, ya me quitaron un sobrino y yo quiero seguir buscando a los demás con paz y tranquilidad a todos”, dijo la mujer.

Las buscadoras han aprendido a buscar siempre con escoltas de la Guardia Nacional y la Policía Estatal, estar rastreando en los campos o bajando herramientas afuera de sus casas. Siempre con policías como escoltas por el miedo a ser asesinadas por tratar de encontrar a sus desaparecidos.

También puedes leer: