Regresaron. Allí están detrás de un árbol, asomándose desde la cima de un espectacular en el mejor ángulo de un edificio, pendidos de un puente uno tras otro multiplicándose en serie cual banderitas de fiesta, ellos, ellas, sonrientes, asumen que queremos verlos con sus dientes blancos y rostros perfectos, con sus ropas pulcras y pelos relamidos. Los miras y te miran, te alejas, los pierdes unos segundos. Avanzas, reaparecen en los postes de luz, en la calcomanía del auto vecino, en el semáforo… haces alto, bajas la mirada, rectificas la dirección en la pantalla, allí están, cerquita de ti, en tus dominios, ¡que miedo! Persisten, luminosos, inagotables, siguen sonrientes, parecen felices, te invitan a su mundo. Dudas, estás a punto de imitarlos, sonreírles. Te preguntas ¿de qué?, ¿por qué la risa? Trabajo nocturno eficiente, de la noche a la mañana el panorama nos llena de frescas sonrisas. Aplican la fórmula: rostro sereno, sonrisa suave, fresca, amable que conecte y diga lo buenos que son. Ya lo sabes, no funciona. Basura electoral. Recuerdas lo que dijo el sociólogo, “desde los Aztecas hasta nuestros días, el lugar de la basura es lejos y fuera; lejos de nuestra vista y lejos de nuestro olfato, fuera de nuestras vidas: ¿dónde es lejos y fuera, que no esté cerca y dentro?”, ahora más dentro a un clik en nuestras manos.

Te agrian, sabes que desaparecerán, que una vez más es cuestión de tiempo. El viento hará lo suyo, empezarán a desprenderse, a desdibujarse, se partirán en dos, la cabeza ondeará en reverso, media cara al aire y la otra mal colgada en un árbol, conservando la sonrisa. Caras maquilladas rodando por los suelos, pedazos de carteles volando por los aires. Es cuestión de tiempo, tendrán su vida útil, servirán de sombra en los tacos de la esquina, en el puesto de jugos, en la venta de paca. Es cuestión de tiempo, de abril al 2 de junio.

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