Camila La Serrana | Usted sí supo hacerlo y se lo agradecemos…
A veces en mis sueños escucho: –¡Amaaá, ya no me pegue, ya me dejó azul! ¡Ya no me pegue! ¡Ya nooo! Aquellas pesadillas me remuerden el alma, pero, lo vuelvo a pensar y caigo en: que fue necesario
Para soportar tanta desgracia que nos ha traído la pandemia, procuro no saber de tragedias. Le he pedido a Leo que me lea la Biblia, nos hemos refugiado en esa lectura; juntos hemos conocido pasajes hermosos, interesantes de la vida de nuestro señor Jesucristo, y también de los cuatro Evangelios. Algo que me gusta, es que rezamos para que todos los que han muerto, Dios los recoja en su Santo Reino.
Cada noche me acostaba pensando en el futuro de mis hijos; cada dos años llegaba uno más, esto me preocupaba porque Leonardo, nomás pasaban seis meses, empezaba a insistir: -ya tienes tiempo que no te embarazas.
El día 4 del mes de septiembre de 1953, nació mi hijo Rafael. Fue a la escuela, pero al igual que Isidro, no le gustó el estudio y se apegó al trabajo. Es el más chaparrito de todos, pero le dio por manejar carros grandes, trailers, y maquinaria pesada. Ha resultado muy trabajador, pero también muy atrabancado. Peleonero como su tío Miguel. Pero gracias a mis rezos, Dios lo cuida, es un buen hijo. Se casó y ha criado siete hijos. Se separó de la primera mujer con la que tuvo cuatro, se arrejuntó con otra y tuvo tres más; pero también a esta la dejó, y últimamente anda con otra. Lo dicho, es muy atrabancado. Pero es muy buen hijo, y buen padre, nunca abandonó a sus hijos, les pasa dinero para sus estudios y siempre está pendiente de ellos.
El 4 de marzo de l955, nació Juan Francisco. Desde niño ha sido muy estudioso y determinado; luego que terminó la prepa se fue a la ciudad de México a estudiar para Médico; se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México. (UNAM). Recuerdo la fiesta, fue en un lugar muy elegante llamado San Ángel Inn. Fuimos La Noy, Isidro, Leo, su amigo Emir y yo. Juanfra; así le nombramos al ahora doctor, fue escogido por sus compañeros para dar el discurso de agradecimiento a los padres de familia y los maestros; todos ellos presentes en la fiesta. Se miraba muy guapo vestido con su traje blanco y corbata azul; cuando terminó su dicho, la Orquesta de don Venus Rey que amenizó el fandango, le dedicó una “diana” que todos los presentes festejamos.
Se casó con Amalia, tienen tres hijos a los que dio sustento para que estudiaran, Paulina es maestra, Juan Francisco, su hijo más grande, es médico, igual que él, y el más chico, Uriel, se recibió de Licenciado empresarial. Me nace decir, que Juanfra, fue valiente cuando decidió irse a estudiar a la ciudad de México, porque nosotros no teníamos dinero; Leonardo le mandaba trescientos pesos mensuales, una cantidad muy raquítica para sus gastos de hospedaje, comida, camiones; pero nunca se quejó. Después viene a saber que vivió en casa de los estudiantes, con muchos problemas porque ahí había muchachos de varias partes del país; algunos no estudiaban, se la pasaban de haraganes y en vicios; aquello era malo porque eran plebes sin rienda, por eso él Juanfra se fue a vivir a la azotea de un edificio muy alto. Ya se han de imaginar los peligros de ese lugar; y sufrir por la comida, la lavada y planchada de ropa, en fin. Pero él hizo su esfuerzo, y no por nada, es un buen médico con un gran sentido humano. Eso se lo reconocen propios y extraños.
Ernesto, mi sexto hijo varón, nació el año de 1957. Estudió para ingeniero civil. Ha sido un buen muchacho, está casado y tiene tres lindas hijas, con estudios profesionales. Primero se empleó con una empresa constructora muy importante, trabajó en varios estados. Y desde hace años, navega una criba de materiales, al igual que sus hermanos Isidro, Enrique y Herberto.
Rosaura, mi tercera hija, nació el año de 1959. Fue una niña muy avispada y hermosa; se casó con un buen muchacho, tienen tres hijos. Siempre se preocupó por mantenerse con un buen nivel de vida; Dios los ha ayudado, aunque no todo les ha sido fácil.
Herberto mi último hijo varón, nació el 25 de diciembre de 1964. Estudió, igual que Ernesto y Enrique, para Ingeniero. No se anduvo por las ramas, pidió apoyo a sus hermanos y pronto se independizó. Instaló una criba de materiales, le ha dado para crecer, realiza trabajos de terracerías en calles y carreteras. Ha formado una buena familia con su esposa Nora. Sus tres hijos tienen estudios profesionales. Ha tenido, creo yo, ese tesón que solía tener don Leonardo, trabajar, trabajar y trabajar. No hace mucho, Intentó ser político, dijo que para resolver el cochinero que dejaron los del PRIANprd. Se registró como candidato independiente para diputado. No tuvo la suerte de ganar. Creo que fue lo mejor; a lo largo de la vida, he visto que eso de la política acarrea mucho problemas. Hay los traín como agua en batea, porque la mayoría son ladrones, no tienen ninguna buena intensión para con el pueblo. Honestamente no le deseo a ninguno de mis hijos ese camino, mucho le costó a Leonardo y a mí también, que todos fueran trabajadores, honestos y decentes. Cuando Herberto supo que no ganó, dijo: -“Perdiendo gané, porque al hacer mi campaña a pie visitando casa por casa, y en camiones; visitando plazas, saludando de mano a mucha gente y platicando con ellos, pude constatar que la gente de media para abajo es más honesta y sincera; con muchos de ellos me identifiqué, y creo que dejé una mano amiga en cada uno de esas personas. El tiempo lo dirá”
Y problemas no faltan. La Noy sufrió un fraude en el banco donde trabaja. Era secretaria del gerente, pero también atiendía valores. Un desgraciado le dio un cheque sin fondos. Tuvo que pagar, y se quedó sin el ahorro de tres años. Le pedí que renunciara, me hizo caso, y encontró otro empleo. Leonardo la recomendó en la Unión de Camioneros, gremio que él mismo fundó junto con otros transportistas. Por suerte la ciudad crece, y los negocios también.
Isidro ya manejaba una de las dos góndolas, que tenía Leonardo; ese trabajo le gustó. Y ahora gana un mejor ingreso.
Leo regresó de las Californias, y pronto encontró trabajo de agente de ventas en una empresa muy importante. Enrique estudiaba la secundaria a la vez que trabajaba cargando materiales en la góndola que maneja Isidro; éste se casó con Alejandrina, han formado una familia de cuatro varones y una mujer. Todos enrolados en el negocio de la criba que fundó en la década de los 80´s.
En aquellos tiempos, Isidro y Enrique, gracias a que se asociaron con el Leo para trabajar una criba de materiales, les fue muy bien. Enrique y el Isidro se apegaron al negocio, no así Leo; siendo más inquieto, un año después, pidió su liquidación y puso un negocio de Impermeabilizantes y Pinturas. Él y Lupita han logrado consolidar una buena familia. Cuatro hijos, 16 nietos y 4 bisnietos.
Me apena me da decir, pero debo hacerlo aunque me duela, que la Noy, Isidro, Leo, Veva y Enrique. Los crie con dureza, pero no me arrepiento, porque así lo exigió el ambiente en el que nos tocó vivir en las décadas de los años 50s, 60s y 70s. Ya lo he dicho antes; la Colonia Mazatlán fue durante aquellos tiempos, el foco rojo de la ciudad. A causa de la falta de no tener los conocimientos adecuados para conseguir una formación de mi familia, me fue necesario ser dura, empleando la violencia, moderada, pero violencia al fin; no conocí de otros recursos, era la enseñanza que yo también había sufrido. A veces en mis sueños escucho: –¡Amaaá, ya no me pegue, ya me dejó azul! ¡Ya no me pegue! ¡Ya nooo! Aquellas pesadillas me remuerden el alma, pero, lo vuelvo a pensar y caigo en: que fue necesario. Ellos, mis hijos han sido buenos, y algunos me dicen: – Amá, no semortifique por aquello, hizo bien, de otro modo no estuviéramos en este mundo, como sucedió con la mayoría de nuestros amigos y conocidos contemporáneos de la colonia. Todos murieron envueltos en la perdición, y la violencia, porque no tuvieron buena rienda. Usted sí supo hacerlo y se lo agradecemos…
Lee el capítulo anterior aquí: La Veva llegó caminando
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.
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