Ciencia, ¿para la inmortalidad?
Un hecho parecido a la ciencia ficción, el de utilizar la tecnología para preservar la consciencia humana, se encuentra cercano a la realidad, demostrando, una vez más, que la innovación se desarrolla a un ritmo más acelerado que la regulación ética y la discusión de sus implicaciones morales.
Desde tiempos inmemorables, el ser humano ha buscado entender y desafiar la mortalidad a través de diversos caminos; dígase la religión, la magia, la filosofía o la ciencia. Nuestros ancestros buscaban dejar huella de su paso sobre la Tierra pintando en cuevas y construyendo impresionantes monumentos. Otros lo intentaban dejando sus memorias o historias escritas a mano para las futuras generaciones. Más adelante, los que se encontraban con la posibilidad de hacerlo, encargaban asombrosos retratos en los que se buscaba transmitir la imagen con la que querían ser recordados, por extravagante que esta fuera.
Tras la invención de las cámaras fotográficas, inmortalizar la imagen de nuestros seres queridos – y nosotros mismos- se volvió algo más accesible para todos. De ahí que surgieran extrañas tendencias como la de tomar una “fotografía final” del cadáver rodeado por los miembros de su familia. La grabación de audio y video permitió seguir transmitiendo legados hacia el futuro cada vez más específicos… hasta que llegamos al 2021, viviendo una década donde la línea entre lo posible y lo imposible es cada vez más difusa.
Consciente o inconscientemente, dejamos huella con cada una de nuestras acciones en el entorno digital, como lo escribí en este artículo del año pasado. Cada video, audio, post o fotografía que compartimos deja grabado para siempre una parte de nuestra forma de ser, de pensar y expresarnos.
Desde el primer día de este año que comienza, hemos encontrado noticias sobre el increíble avance tecnológico que se ha acelerado gracias a la digitalización global y la democratización del internet, un insumo tan necesario en la actualidad que se discute si tener acceso a él será considerado un derecho humano.
Día a día surgen nuevos avances, descubrimientos e invenciones cada uno más impresionante que el anterior. ¡Nos encontramos en una época en la que la NASA anuncia que es posible la teletransportación cuántica! Como resultado, no es sorprendente que Microsoft haya tramitado una patente con un potencial tan alarmante como fascinante: una especie de rencarnación digital en la que, a través de las nuevas tecnologías, las personas puedan ser “reconstruidas” a partir de sus patrones de habla y comportamiento en el mundo virtual.
Si bien esta patente aún se encuentra limitada en sus especificaciones, sí menciona la posibilidad de generar modelos 2D y 3D de personas específicas a partir de la información registrada sobre esa persona. Por supuesto, la patente no habla de específicamente generar imágenes de personas fallecidas, sin embargo, es una posibilidad considerada. Además, se podrá “entrenar” a cada chat bot utilizando herramientas de machine-learning para asemejarlo a la realidad en características conversacionales y de respuestas. Suena como material para una película de Hollywood, ¿no crees?
De esta forma, nuestras expresiones, temas de interés y apariencia física almacenada en datos “sociales” podría ser inmortalizada en un chatbot que podría mantenernos presentes en la web por muchos años después de haber dejado este mundo. Un hecho parecido a la ciencia ficción, el de utilizar la tecnología para preservar la consciencia humana, se encuentra cercano a la realidad, demostrando, una vez más, que la innovación se desarrolla a un ritmo más acelerado que la regulación ética y la discusión de sus implicaciones morales.
Esta patente no será el único acercamiento que veremos en los próximos años para trasladar características propias de una persona a un ente digital, por lo que es un gran momento para comenzar a discutir si es algo deseable para la sociedad. Con cada vez más usuarios de internet, nos encontramos ante un punto de inflexión; las decisiones y giros que tome el uso de la tecnología en nuestro presente afectará las posibilidades a futuro, tanto de manera positiva como negativa.
El futurista e inventor Ray Kurzweil, nos advirtió hace algunos años que para el 2045 podría existir una tecnología que permita la inmortalidad en seres humanos. En su momento, parecía simplemente una afirmación irracional, sobre todo si consideramos que el cuerpo humano no aguantaría. Hoy, vemos que puede ser una realidad si entendemos inmortalidad como la continuación de la consciencia individual más allá de la muerte. No obstante, queda por resolver si sería algo deseable perseguirla cuando nos queda tanto por resolver como sociedad.
Es importante considerar también que, dado los niveles de contaminación del planeta, se especula sobre la viabilidad de la vida humana en el futuro. ¿Servirá que nuestra consciencia exista para siempre en una computadora mientras nuestro hogar agoniza y se extingue? Es tiempo de concentrar esfuerzos colectivos en garantizar una mejor calidad de vida para todos, de buscar fortalecer las condiciones del presente, como el combate global a la contaminación y a la hambruna para salir adelante como especie.
El futuro se vislumbra ante nosotros con un potencial ilimitado del cual la tecnología puede ayudarnos a sentar el rumbo, es esencial que sigamos hacia adelante con consciencia y gran sentido humano para asegurarnos de llegar a una realidad en la que la abundancia y el desarrollo sean la constante de toda la humanidad.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.
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