“Esto no es más que el principio, ahí donde se queman libros se acaba por quemar también a seres humanos”,  dice un morisco (descendientes de musulmanes españoles obligados a elegir entre la conversión al cristianismo o el exilio), mientras observa la hoguera de libros del Corán, alentada por la Inquisición, en la obra de teatro Almanzor,  escrita por el Judío-Alemán Christian Johann Heinrich Heine, estrenada en  1820, en la que se representa a reyes católicos expulsando a judíos y árabes de los reinos de Castilla y Aragón.

La frase de Heine sería profética.

En mayo de 1933 los nazis, iniciaron la quema de libros considerados subversivos, entre los que se encontraban las obras del propio Heine, Carlos Marx, Sigmund Freud, entre muchos otros, en un acto extremo de intolerancia que más tarde se convertiría en el “holocausto judío”. Hacia 1944, en la segunda guerra mundial, se había fusilado o aniquilado en cámaras de gas, en los campos de exterminio, a más de 2 millones 700 mil personas.

Las muestras de intolerancia de la extrema derecha se pueden observar no sólo en la Inquisición española del siglo XV o en el gobierno totalitario de Adolf Hitler, sino también en los regímenes fascista, antidemocrático y ultra nacionalista de Mussolini en Italia y el de Augusto Pinochet en Chile, en los años 70s.

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Y aunque la persecución y aniquilamiento por razones de raza o religión es pasaje negro en la historia de la humanidad que se considera parte del pasado, que no se puede repetir, el pensamiento y la intolerancia de los grupos ultraconservadores, vinculados a una herencia de la Inquisición y del nazismo y el fascismo no han desaparecido.

Hoy, como en la Alemania nazi, en 1933, los grupos conservadores están promoviendo no sólo la prohibición, sino la quema de libros de texto en México. Como en el pasado, pretenden impedir la expresión del pensamiento divergente de sus ideas y para ello han recurrido a sus estructuras de poder.

Mientras que en los estados gobernados por la oposición Aguascalientes (PAN), Guanajuato (PAN), Querétaro (PAN), Coahuila (PRI), Jalisco (MC), Edomex (PRI), Chihuahua (PAN) y Nuevo León (MC), no se distribuirán los libros de texto, recurriendo a distintos recursos legales, en Chiapas ya se realizó la primera quema de libros en rechazo al contenido relacionado con la educación sexual que contiene.

LOS ARGUMENTOS CONTRA LOS LIBROS

Los principales argumentos con los que se pretende impedir la utilización de los libros de texto en la educación básica son que tienen contenido comunista y que contiene información en torno a la diversidad sexual que no es apta para los niños.

En el manejo de la información y la validación de los argumentos en medios de comunicación y en instancias jurídicas, traslucen claramente posiciones y actitudes ideológicas, tanto en los promoventes como en los encargados de la toma de decisiones judiciales, y no argumentos educativos, lo que deja entrever claramente que se trata, no de un asunto educativo, sino de una confrontación política de grupos conservadores y sus aliados en medios de comunicación y el poder judicial contra el gobierno que pretende generar una cuarta gran transformación del país.

EL COMUNISMO NO EXISTE

El “virus del comunismo” en los libros de texto, alertó el conductor de noticieros de TV Azteca Javier a la Torre, como si el comunismo fuera una enfermedad contagiosa.

En primer lugar, es necesario precisar al respecto, que el comunismo no existe. Es una fantasía, una ilusión, de algo que nunca ha existido más que en la mente de sus pensadores, idealistas que soñaban con un mundo similar al paraíso citado en la biblia, donde no hubiera desigualdad ni necesidades insatisfechas.

El comunismo sería la fase superior de realización humana donde todo mundo pudiera ser feliz y expresar todas sus potencialidades para servir a los demás. El comunismo implicaba una evolución de la conciencia humana al tal grado de que no se necesitara un Estado o gobierno para regular las relaciones humanas porque éstas se regularían solas. Esa era la fantasía.

No obstante, para llegar al comunismo, primero había que pasar por el socialismo (ese si existió en algunos países), donde el Estado sería el propietario de los medios de producción para redistribuir la generación de riqueza y donde no hubiera clases sociales. Sin embargo, el tránsito del socialismo al comunismo nunca sucedió. La evolución de la conciencia no llegó. Y los gobiernos de los regímenes socialistas generaron muchas distorsiones. En algunos casos las castas gobernantes se erigieron en autócratas similares o peores que las que decían combatir en el capitalismo, como en el caso de Rumanía y en otras los gobiernos se burocratizaron y la producción de bienes y servicios se desplomó, condenando a sus pueblos a la pobreza. Otros, como China y Rusia, evolucionaron en un regreso a la producción masiva y a la competencia comercial. En ningún caso se avanzó al comunismo.

Sin embargo, no todo en el socialismo fue un fracaso en términos de beneficio a su población. Los países nórdicos (Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca) tienen hoy los mayores niveles de vida y de bienestar de su población. Y esto se debe a que han adoptado tanto propuestas socialistas como capitalistas y mixtas sin prejuicios ideológicos, como los sistemas de producción cooperativa en muchas áreas y la vigilancia estricta de la producción de empresas privadas para la protección del ambiente y la explotación de recursos naturales.

Es decir, adoptan y aplican lo que mejor les funcione para mantener y mejorar los niveles de vida y bienestar de sus poblaciones, sin importar etiquetas ideológicas o que hayan sido propuestas utilizadas en algún momento por otros países.

En suma, el comunismo no es ningún virus al que hay que temerle. El comunismo es una fantasía deseable del pasado, como el paraíso bíblico, que nunca tuvo posibilidad de concretarse porque no depende de sistemas de gobierno, sino de la evolución de la conciencia humana colectiva a niveles que no estamos en posibilidades de alcanzar porque, como dice Edgar Morín, vivimos aún en la prehistoria del espíritu humano.

EDUCACIÓN SEXUAL Y SEXUALIDAD

En lo que se refiere a la sexualidad, la mayoría de los niños tienen acceso a mucho más información sobre esos temas a través del Internet que la que viene en los libros de texto y es sorprendente el nivel de comprensión que tienen sobre la diversidad sexual.

Es necesario entender que los niños de ahora no son los de la generación de sus padres.

Se trata de una nueva generación con mucho acceso a la información global, no sólo de su contexto, que tiene una visión de mundo mucho más informada (en muchos casos) que la de sus propios padres y que éstos ni siquiera se han dado cuenta de lo que piensan y saben sus hijos sobre esos temas.

Y si bien, puede haber desacuerdo de padres, incluso de maestros, sobre la forma de plantear los contenidos de tipo sexual (que reflejan no sólo una expresión social del mundo contemporáneo, sino también su reconocimiento en el marco legal mexicano), queda abierta la posibilidad de analizar, revisar y modificar esos libros para los siguientes ciclos escolares. Es decir, en vez de prohibir su distribución porque hay temas que a algunos padres y/o maestros no les gustan, basta con no abordar esos contenidos, pues lo que marca el proceso de aprendizaje no es el libro de texto, sino el programa educativo y su abordaje en el aula tampoco lo decide el libro de texto, sino el maestro.

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Incluso, el propio plan y programas de estudio contiene una propuesta pedagógica que sugiere la discusión y la reflexión colectiva, ya no la repetición y memorización, por lo que no se trata solo de informar o de adoctrinar, sino de abordar los temas con un sentido crítico y reconocer que habrá algunos que pueden ser polémicos (como el de la historia o el de la sexualidad) y entrar a la discusión y la reflexión para favorecer una formación inclusiva y democrática en las nuevas generaciones.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO