Por Carmen Garnica / Iniciativa Sinaloa
Se suele decir que toda crisis puede ser un escenario de oportunidades, ya que lleva al individuo y/o sociedad a partir de una condición no favorable a la búsqueda de un cambio positivo. Bien puede ser este el caso del Sistema Estatal y Municipal Anticorrupción de Sinaloa. Del cual se lee en medios y en la voz popular se escucha sobre prácticas cuestionables de sus miembros, selecciones poco claras y transparentes hasta órganos de gobierno que pareciera se confunden con la ley que da origen a esta institución.
Junio fue un mes donde el sistema trabajó a marchas forzadas, con un fin, el designar a las nuevas integrantes del Comité de Participación Ciudadana y activar un sistema oxidado, principalmente por el desuso de su función principal: prevenir, investigar y sancionar la corrupción.
En nuestro estado, la corrupción afecta de tal forma que se normalizan actos como el tráfico de influencias o la colusión para buscar un fin particular, lo cual hace que se vivan situaciones de desventaja, provocando que el bien de unos cuantos sea prioridad por encima del bien común, la razón de ser de lo público y por ende del estado.
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Por ello, es importante que todo aquel sistema creado para abatir la corrupción se active, idealmente aquellos que buscan activar la participación ciudadana. Es un logro para la sociedad que perfiles ciudadanos integren el Sistema Estatal y Municipal Anticorrupción de Sinaloa. Ahora el reto se encuentra en que estos perfiles no caigan en aquellas prácticas que afectan el idóneo actuar de la vigilancia de la corrupción y que exista una trabajo armonioso, claro y visible. Sin olvidar que aún hace falta un miembro del CPC en Sinaloa, esperemos que la Comisión de Selección esté trabajando en el proceso que le toca.
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