El 234684 ave maratonista: de Alaska a Australia sin parar
Hablemos del 234684, este número no es una cuenta bancaria o un número telefónico
Muchas especies de aves y otros animales saben desde que nacen que su vida será maratónica. En su chip genético tienen programado el moverse, de un lado para otro, pues de eso depende su supervivencia y el de su misma especie. Si no lo hacen mueren. Las causas de estos periplos pueden ser diversas, pero por lo general se centran en la disponibilidad de alimentos y en la búsqueda de sitios con climas más benignos.
El listado de aquellas especies o animales que migran es vasto, incluye a grandes mamíferos terrestres y marinos, insectos, aves, entre otros. Las distancias varían dependiendo de cada especie. Pueden ser grandes distancias, o movimientos más cortos.
Ahora se habla de migraciones maratónicas. Campeones migratorios recorriendo grandes distancias sin parar que sorprenden a propios y extraños. Huelga decir que los periplos migratorios de muchas especies, incluyendo de aves ya se encuentran mapeados. Existe evidencia científica de dónde salen y a dónde llegan. Sin embargo, el cómo lo hacen y cuánto tardan en llegar son algunas de las incógnitas que se tenían. Para el caso específico de esta especie se sabía que era un viaje de Alaska a Australia. Se especulaba el cómo lo hacían, más no se tenía la certeza. Hoy, al menos para esa especie, el mapa luce todo pintado de azul y sin paradas de descanso.
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Conforme la tecnología avanza también el conocimiento de los movimientos migratorios, incluyendo el uso de transmisores satelitales, el cual es cada vez más generalizado. Siguen caros, pero se usan más. Los datos que se obtienen han cambiado o confirmado, el cómo se ven los corredores migratorios. De igual manera sus resultados han sorprendido a propios y extraños.
Hablemos del 234684, este número no es una cuenta bancaria o un número telefónico. El 234684 le corresponde a una celebridad mundial, pues si googleas “234684 bar-tailed godwit”, en 0.36 segundos te aparecen cerca de 8,420 resultados de diferentes partes del mundo dando el parte de su hazaña. Este fue el número que corresponde a la serie del transmisor satelital, tipo 5 G, que le fue colocado, hace poco más de cinco meses, apenas salió del cascarón, a una Aguja colipinta o Picopando cola barrada, en inglés es Bar-tailed godwit y su nombre científico es Limosa lapponica. Esta novel ave alcanzó la fama global el 24 de octubre de este año.
¿Por qué se dice que alcanzó tanta fama? Pues resulta que realizó un vuelo sin parar de 13 mil 560 kilómetros en tan solo once días y una hora.

Cruzó la inmensidad del Océano Pacífico. Todo inició el 13 de octubre de este año o podemos decir que antes debido a que desde el mismo momento en que eclosionó se preparó para ello. Salió del nido corriendo, con unos plumones que lo protegieron de los depredadores, con la ayuda de su padre se dedicó a comer. Comió, comió y siguió comiendo sin descansar para acumular suficiente grasa, la energía que requería. Intentos de vuelos, primero pequeños saltos, movimientos de alas, uno, dos, tres. Al siguiente día lo mismo, más comida, más vuelos hasta perfeccionarlo. El frio empezó a arreciar, probable llegaron los primeros copos de nieve de un duro invierno. Era hora de partir.
No le importó que fuera un día cabalístico, el día13, nada de mala suerte. Ese día esperó y aprovechó los vientos favorables del Delta del Yuko-Kuskokwim, en el sureste de Alaska, para emprender su primer periplo migratorio al sur, sin experiencias previas, sin guía, a volar tan lejos como probablemente su carga genética se lo indicara. No paró hasta que llegó a su destino, pues en su vuelo, al parecer, alcanzó a cruzar algunas islas y no se detuvo para nada. Voló y voló, sólo miró el océano.
Fue un vuelo sin escala. Cruzó la inmensidad del Océano Pacífico para llegar exhausto, enjutado y sin nada de grasa de reserva, once días después, el 24 de octubre a las costas de la Bahía de Anson en la Isla de Tasmania, Australia, de acuerdo con la información que proporcionó el Instituto de Ornitología Max Plank, de Alemania, institución que encabeza estos estudios.
En once días y una hora voló 13,560 kilómetros para invernar al sur de Australia. Con esa distancia recorrida esta ave destronó a el 4BBRW, un adulto macho de su misma especie, quien en el 2021 había realizado un recorrido similar, pero de 13,050 kilómetros.
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Estudios como estos se requieren en todos lados, pues un sinnúmero de especies migra y es poco o nada lo que se sabe de sus estrategias. Con este tipo de tecnologías se pueden conocer, de una manera más rápida, cuáles son sus requerimientos durante estos periplos para establecer las estrategias de conservación que enfrentan diversas especies. Al final las tecnológicas son insumos importantes en la conservación de los recursos naturales y si estas dan noticias positivas adelante. No se trata de que estemos “machacándonos o lacerándonos con notas negativas” como lo comentó el buen “Che Carlos”. La ciencia es una herramienta más que nos permitirá evitar que la naturaleza siga deteriorando lo que los humanos estamos empecinados en que así lo sea, sin entender que el continuar con dicha tendencia va en detrimento de la misma especie humana.
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