En medio de la crisis climática que se cierne como una nube ominosa sobre nuestro futuro, llegando incluso a amenazar la salud mental, los océanos se vuelven uno de nuestros bastiones más importantes. Estas masas de agua salada, que cubren aproximadamente el 71% de la superficie de la Tierra, resultan de vital importancia en la regulación del clima, la biodiversidad y la economía global. No obstante, al vivir como si nuestro mundo fuera desechable hemos lastimado gravemente a los océanos contaminándolos con químicos y microplásticos. La contaminación y la degradación de estos ecosistemas marinos es innegable. La acumulación de desechos plásticos, la contaminación química y el deterioro del hábitat exigen acciones urgentes y contundentes para abordar esta problemática utilizando las tecnologías innovadoras a nuestra disposición.
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Uno de los problemas más acuciantes es la contaminación plástica que asola nuestros océanos. Se estima que cada año, alrededor de 13 millones de toneladas de plástico ingresan a los océanos, amenazando la vida marina y alterando los ecosistemas. La Gran Mancha de Basura del Pacífico es de las áreas que evidencian de forma aterradora el problema con una acumulación de más de 1.8 billones de piezas de plástico que cubren un área del tamaño de Francia. Según la Fundación Ellen MacArthur, si no se toman medidas, para 2050 podría haber más plástico que peces en los océanos. ¿Te imaginas que el problema alcance tal magnitud?
Las desgarradoras imágenes de fauna marina muerta, atorada o mutilada por basura serían cada vez más frecuentes, lo que precipitaría la extinción de miles de especies además de afectación a una fuente muy importante de alimentos e ingresos para las personas.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el 86% de las tortugas marinas, el 44% de las aves del mar y el 43% de los mamíferos de dicho ecosistema ya se ven afectados por la contaminación plástica. Nuestra imprudencia y antropocentrismo nos han llevado a contaminar el hogar de alrededor de 230 mil especies marinas conocidas; desde los diminutos fitoplancton hasta las magníficas e imponentes ballenas, aunque es importante tener en cuenta que muchos científicos especulan que hay un gran número de especies no identificadas que son también fundamentales para el equilibrio y la salud de los ecosistemas oceánicos y, por consiguiente, para la supervivencia de muchas especies, incluida la humana. La contaminación en el mar podría tener efectos negativos en la salud humana si consumen productos del mar contaminados por toxinas.
El impacto de la contaminación en los océanos es tal, que aún no logramos prever todas las formas en las que afecta la vida en la Tierra. Podemos vislumbrar las más obvias, como la pérdida de diversidad a raíz del envenenamiento por la contaminación. Esto es especialmente grave si consideramos que basta con la extinción de eslabones claves para que toda una cadena alimentaria desaparezca. Además de ser una aberración para la naturaleza y una condena para distintas especies, esto se replicaría en afectaciones a la pesca y la seguridad alimentaria de las familias que subsisten de actividades económicas relacionadas, que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, se estima que son alrededor de 200 millones de personas en todo el mundo. Es decir que, por si no fuera poco la catástrofe ecológica, si la situación empeora esta se verá replicada por una económica.
En cuanto al cambio climático, el panorama se vería aún más oscuro si no cuidamos nuestros mares. Por un lado, la destrucción de ecosistemas costeros como manglares, arrecifes de coral y humedales, que son refugios para muchas especies y protección para la masa terrestre, dejaría nuestras costas expuestas a tormentas y la erosión costera si eliminamos estas barreras naturales. Por otro lado, la contaminación puede alterar el equilibrio de los océanos y llegar a afectar su capacidad para absorber y almacenar dióxido de carbono, lo que podría agravar el cambio climático. Si acabamos con los bosques y con los océanos, estaríamos mutilando los dos pulmones del planeta y, en consecuencia, sellando nuestro destino.
Aunque el panorama que enfrentamos es desalentador, la innovación y la tecnología pueden ser aliados en la lucha contra el problema de la contaminación en los mares. En primer lugar, los sistemas de recolección de basura en los mares se están volviendo cada vez más sofisticados y sencillos de recrear, aprovechando las corrientes oceánicas para recoger plásticos de manera constante y prácticamente pasiva. A la par, hay barredoras de basura marina que se encuentran equipados con sistemas de recolección para limpiar zonas de difícil acceso. La biorremediación es también una herramienta importante que permite usar microorganismos para degradar plásticos y otros contaminantes en el agua. Si bien esta última se encuentra en desarrollo, muestra un potencial interesante.
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Sin embargo, no bastarán medidas para remediar el daño que hemos hecho si no hacemos un cambio profundo en nuestros hábitos de consumo y desecho. Si no transitamos a esquemas más amigables con nuestros ecosistemas y la biodiversidad, caeremos en un ciclo vicioso de limpieza y destrucción constante. Para evitarlo, necesitamos también transformar nuestra relación con los plásticos, evitando aquellos de un solo uso a la par que encontramos cómo convertir los plásticos en combustibles o energía de manera que logremos reducir la acumulación de residuos. Nos enfrentamos a cambios inexorables, está en nuestras manos contribuir para que la dirección de la transformación sea a favor de la humanidad y las especies que conforman la naturaleza.
¿Tú qué haces para ayudar a impedir un cataclismo?
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