Flexibilidad laboral: una necesidad indudable
El Home Office se ha vuelto tema de debate constante. Para algunos es un aliado indiscutible para la adaptación laboral y para otros es una amenaza para el control de las empresas sobre sus empleados
El Home office, también conocido como teletrabajo o trabajo remoto, se ha convertido en una tendencia cada vez más popular en todo el mundo, a pesar de la resistencia de ciertas empresas de adoptarlo como esquema base. Este estilo de trabajo iba en aumento desde antes de la pandemia, pero se limitaba en su mayoría a las empresas más disruptivas e innovadoras que, además, su giro permitiera trabajar de esta manera. No obstante, la pandemia de COVID-19 arrasó con la forma “tradicional” de hacer las cosas, forzando a las empresas a adaptarse a la digitalización a un ritmo acelerado para garantizar la seguridad tanto de sus empleados como de sus clientes y para mantener la continuidad del negocio. De esta manera, el e-commerce y el trabajo remoto crecieron con mucha más fuerza y velocidad que antes… solo que, como suele suceder en estos casos, cuando llegó a México no estábamos listos.
Esto se presentó en distintos niveles; por un lado, el home office se presentó como una radiografía de la desigualdad en nuestro país al hacer relucir la carencia de viviendas dignas con espacio suficiente para laborar desde casa, los hogares que, en pleno 2020 no contaban con internet o, en casos extremos, electricidad, entre otras situaciones que volvían muy difícil para las personas cumplir con sus labores de manera remota. Por otro lado, destacó la renuencia de muchas empresas a lo largo y ancho del mundo a adaptarse y permitir una transición a esquemas laborales más sanos que permitieran equilibrar la vida personal y el desarrollo profesional. Nuestro país no fue la excepción, pues estamos muy lejos de ser un buen referente en términos de derechos laborales y su cumplimiento. Vamos, aun no logramos eliminar la precariedad laboral – con más de 32 millones de personas trabajando en la informalidad en 2022 según datos del INEGI – ni conseguir ambientes sanos donde las vacaciones sean un derecho que se respete y se haga valer libremente. Aun en empresas de todos los giros y tamaños se pide a los colaboradores que “se pongan la camiseta” para trabajar horas extra sin paga, poniendo en la línea su salud física y mental por compañías que no dudarían en reemplazarlos, no es sorprendente que en cuanto la pandemia amainara muchos entornos laborales se apresuraran a forzarnos de vuelta a una “normalidad” que nunca fue sustentable para nadie, ni para el ambiente ni para nosotros.
Ahora el Home Office se ha vuelto tema de debate constante. Para algunos, entre los que me incluyo, es un aliado indiscutible para la adaptación laboral que necesitamos con urgencia. Para otros, es una amenaza para el control de las empresas sobre sus empleados y para su sentido de pertenencia e identificación con una compañía o marca. Hablando de los trabajadores, tampoco existe un consenso universal: no todos tienen la capacidad de autogestión o el espacio apropiado para desempeñar correctamente sus funciones desde casa, entre muchos otros factores que pueden distraerlos o hacerlos disminuir su productividad. No obstante, es un esquema flexible que permitiría coexistir las distintas posturas de los empleados con un elemento clave: la facilidad de elegir. Según una encuesta de FlexJobs, en 2020, el 65% de los trabajadores encuestados informaron haber trabajado de forma remota al menos una vez a la semana a raíz de la pandemia, en comparación con solo el 7% en 2019. Además, el 31% de los encuestados dijo que preferiría trabajar de forma remota a tiempo completo. Creo que, en realidad, lo que todos pedimos es la flexibilidad, especialmente las nuevas generaciones que pugnamos constantemente por un desarrollo integral que no esté limitado a la vida laboral.
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A medida que más empresas han adoptado el Home office, también han surgido nuevas tendencias. Una de las más populares es el trabajo desde cualquier lugar (WFA, por sus siglas en inglés). Esto significa que los trabajadores pueden trabajar desde cualquier lugar, ya sea en su hogar, en una cafetería, en una playa o en un parque, lo que ha tenido como impacto un aumento en la demanda de herramientas y tecnologías que permitan la colaboración en línea y la comunicación a distancia. Otra tendencia importante es la flexibilidad en el horario de trabajo, lo que permite que los empleados pueden elegir cuándo quieren trabajar siempre que cumplan con sus objetivos y plazos. Esto ha permitido, al igual que lo anterior, una mayor conciliación entre la vida laboral y personal, lo que puede ser beneficioso tanto para los empleados como para las empresas.
A medida que avanzamos hacia un futuro post-pandémico, es probable que el Home office continúe siendo una opción popular. Muchas empresas han visto los beneficios de tener empleados trabajando desde casa, incluyendo una mayor productividad, una mayor retención de empleados y una reducción de los costos operativos. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. También hay preocupaciones sobre los posibles efectos negativos del Home office, como la falta de interacción social, el aislamiento y la falta de separación entre el trabajo y la vida personal. Es importante que las empresas aborden estas preocupaciones y tomen medidas para garantizar que sus empleados tengan un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal, al igual que es imperativo que los trabajadores se comprometan y pongan de su parte, pues la revolución a la que nos enfrentamos no es unilateral. Se requiere de acuerdos, compromisos y ajustes tanto de las empresas como de sus colaboradores para construir un futuro laboral más sano, más productivo y, por qué no, sustentable y amigable con el medio ambiente. El futuro ya nos alcanzó, ¿hasta cuándo nos aferraremos a una normalidad que ya no existe?

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO.
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