En el mundo actual las fronteras se han vuelto cada vez más borrosas conforme la digitalización y la globalización avanzan. Hoy más que nunca, vivimos en un mundo interconectado en el que las distancias se han vuelto relativas, pues podemos intercambiar ideas e información en microsegundos al tiempo que el traslado de personas y productos es más veloz y sencillo. Sin embargo, seguimos organizados en esquemas políticos que no se adaptan a la realidad global al no poder dar respuesta a los retos del milenio. De esta manera, el panorama geopolítico que se plasma en la teoría no corresponde del todo con la realidad, conforme nuestras instituciones y regímenes amenazan con quedar obsoletos antes que nos demos cuenta. Por eso, necesitamos repensar la gobernanza global para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que se ciernen ante nosotros. 

La pandemia nos demostró que ya no hay forma de permanecer aislados del todo; eventualmente, los sucesos de un rincón del planeta reverberaron en el resto del globo y transformaron la realidad global. En ese momento, en el que nos vimos forzados a aislarnos físicamente, la digitalización nos permitió permanecer conectados y mantener la cordura en la medida de lo posible. De igual manera, ante la incertidumbre, la colaboración internacional y la adopción de medidas coordinadas fueron fundamentales para encontrar la luz al final del túnel. Ahora, las mismas herramientas son la clave para abordar problemas globales como el cambio climático, las amenazas a la seguridad física, la ciberseguridad, la fragilidad económica y la justicia social.

El meollo del asunto se resume en una sencilla pero poderosa palabra: gobernanza.

El término de gobernanza es bastante reciente; se volvió popular a partir de los años noventa en la teoría política y la administración pública. En ese período, hubo un cambio en la forma en que se entendía y se abordaba el gobierno. Se pasó de un enfoque centrado exclusivamente en el Estado-nación a uno más amplio que reconocía la importancia de la participación de múltiples actores y la cooperación internacional en la toma de decisiones y la implementación de políticas. La gobernanza se convirtió en un concepto que destacaba la importancia de la colaboración, la inclusión y la responsabilidad compartida en la toma de decisiones y la gestión de asuntos públicos. Se reconoció que los desafíos globales, como el cambio climático, la pobreza, la migración y otros temas transfronterizos, requerían enfoques más holísticos y colaborativos que trascendieran las fronteras nacionales.

Desde entonces, el término “gobernanza” se ha utilizado ampliamente en diferentes ámbitos, como el desarrollo sostenible, la gobernanza corporativa, la gobernanza global y otros contextos relacionados. Ha evolucionado para reflejar la necesidad de formas más inclusivas y participativas de gobernar en un mundo interconectado y complejo.

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Entre los principales retos de la gobernanza global, se encuentra la coordinación y la cooperación efectiva entre los diferentes actores internacionales. Los intereses divergentes, las diferencias culturales y las agendas nacionales a menudo dificultan la toma de decisiones conjuntas. Sin embargo, la colaboración es esencial para abordar los problemas transfronterizos de manera efectiva. Seamos honestos, enfrentamos problemas más graves que son transversales, como la posible extinción de nuestra especie, la escasez de agua potable, la crisis migratoria, la proliferación nuclear, las pandemias y el ciberdelito. Frente a estos colosales temas, pintan poco los intereses nacionales: poco importará la política económica de una nación cuando nuestro planeta colapse. Según la Cumbre Mundial de Innovación para la Gobernanza Global, solo el 2% de los desafíos globales se abordan de manera efectiva mediante la cooperación global.

La gobernanza global también enfrenta el reto de abordar la desigualdad y las brechas socioeconómicas entre países y dentro de ellos. Las diferencias en términos de ingresos, acceso a recursos y oportunidades generan tensiones y dificultan la adopción de políticas inclusivas. Según el Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, el 50% de la población mundial más pobre posee menos del 1% de la riqueza global. A veces la brecha parece ser tan insondable, que cuesta imaginar cómo resolver los problemas de una manera que sea justa para todos. Además, las naciones cuentan con  herramientas y recursos muy diversos, lo que dificulta que todas las naciones puedan actuar en el mismo sentido. La cruda realidad es que es difícil que los más desfavorecidos se preocupen por temas globales cuando su supervivencia inmediata se encuentra en duda. Por eso, es importante trabajar en conjunto para solventar las vulnerabilidades de unos con la fortaleza de otros.

Queda un largo camino por recorrer. Si bien se han logrado avances en los principales temas que aquejan al planeta, como los alcanzados con el Acuerdo de París sobre el cambio climático y la creación de la Corte Penal Internacional, hay retos que permanecen vigentes. A pesar de los esfuerzos por alcanzar un acuerdo global sobre el cambio climático, las negociaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) no lograron avances significativos en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero debido a las divergencias de intereses entre los países. La crisis de refugiados a nivel mundial ha demostrado la dificultad de lograr una respuesta coordinada y equitativa entre los países, lo que ha llevado a la creciente desigualdad en la distribución de la carga.

Sentar los lineamientos sobre este tema permitirá abordar problemas de manera más ágil, además de que fomenta la creación de normas y acuerdos comerciales que facilitan el intercambio económico entre países. Esto promueve el crecimiento económico, la generación de empleo y el desarrollo sostenible. La Organización Mundial del Comercio y otros organismos internacionales desempeñan un papel fundamental en la regulación y facilitación del comercio mundial; según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, el comercio internacional representa aproximadamente el 60% del PIB mundial. 

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La gobernanza global se enfrenta a diversos retos en un mundo cada vez más complejo y diverso. Sin embargo, ofrece importantes ventajas para abordar los problemas globales y fomentar un desarrollo sostenible y equitativo. La cooperación internacional, la adopción de políticas inclusivas y la búsqueda de soluciones conjuntas son fundamentales para enfrentar los desafíos actuales y construir un futuro mejor. La gobernanza global nos brinda la oportunidad de trabajar juntos como una comunidad global interconectada en busca de un mundo más justo y próspero.

La digitalización nos ha permitido encontrar puntos en común en nuestra humanidad… ¡aprovechemos el impulso para construir juntos un mundo mejor!

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