Las generaciones moldean la manera de vivir y evolucionar de la humanidad, sobre todo mental y emocionalmente. Al mismo tiempo, el entorno moldea a las generaciones, sus patrones de consumo y prioridades. Siempre han sido motivo de polémica, escuchando comparaciones constantes entre las generaciones mayores y los más jóvenes: la música, las películas, las creencias e, incluso, las costumbres cambian de generación en generación. Lo que antaño era permisible ahora es incorrecto y lo que antes se consideraba impensable se ha vuelto rutinario.

Al interactuar entre ellas, las generaciones constantemente se mimetizan y encuentran puntos en común que funcionan para todos. Tradicionalmente, se consideraban entre 30 y 40 años para marcar la transición a una nueva generación, cuando los jóvenes se convierten en los ancianos y nuevos jóvenes se moldean en un entorno distinto. Sin embargo, la disrupción del internet, que comenzó comercialmente en 1983, transformó la dinámica intergeneracional, acelerando las diferencias entre los nuevos jóvenes nacidos con apenas 5 o 10 años de distancia.

La digitalización tuvo como consecuencia un mundo que cambia día con día: constantemente se anuncian nuevos descubrimientos, invenciones y tecnologías. La certidumbre y rigidez se considera del pasado. Los jóvenes crecen inmersos en un mundo con nuevas plataformas tecnológicas y herramientas que a los más grandes les tocó comprender y aprender a usar. Surgen los nativos digitales: niños que no conocen el mundo analógico y que aprenden a usar herramientas tecnológicas antes que a hablar o caminar.

La línea entre las generaciones se diluye cada vez más cuando cambian los esquemas de edad considerados tradicionales. Hace apenas un par de décadas, lo común era estar casado, con hijos y propiedad antes de los 25. Ahora, los indicadores de matrimonio y fertilidad han disminuido conforme más hombres y mujeres aplazan el momento de tener hijos para favorecer su desarrollo profesional y satisfacer sus inquietudes de la vida. Las personas de 50 se encuentran lejos de retirarse, sino que continúan económicamente activos.

Por supuesto, en México también impactan las condiciones económicas: un alto porcentaje de los jóvenes consideran que el panorama financiero no permite estabilidad suficiente para formar una familia y cuatro de cada 10 personas de 60 años o más que viven solas se mantienen económicamente activas para mantenerse ocupados y con ingresos. Adicionalmente, con los recientes ajustes a los planes de retiro, jubilarse es un privilegio para unos cuantos.

El panorama se ha transformado. Las nuevas generaciones crecen inmersas en internet, rodeadas de influencers, gadgets y luchas sociales en las cuales la igualdad, la libertad y el respeto han cobrado una relevancia hasta recientemente desconocida. Al mismo tiempo, las generaciones de más edad permanecen más jóvenes conforme la esperanza de vida aumenta y las posibilidades de formación continua les permiten permanecer vigentes e informados. El internet, que en primera instancia parecía marcar una mayor brecha generacional, es también el puente que les permite interactuar e intercambiar tendencias y preferencias.

El internet, el arma de dos filos que más ha impactado en la historia de la humanidad, permite paliar las diferencias generacionales, pero, al mismo tiempo, pone en riesgo el desarrollo cognitivo de los más pequeños. En 2019 una investigación española alcanzó una terrible conclusión: los niños actuales están cerca de convertirse en la primera generación en la historia de la humanidad registrada con menor coeficiente intelectual que sus padres. Esto no porque tengan menos capacidades, sino porque las explotan menos al tener todas las respuestas en la punta de sus dedos. Atrás quedaron los días en que la mayor parte de los niños jugaban en el lodo y corrían en los parques, ahora se sientan detrás del televisor o sus aparatos electrónicos a jugar de manera cooperativa con sus amigos en línea. De manera paralela, el uso de plataformas de educación abierta se ha incrementado exponencialmente, facilitando las herramientas y aplicaciones a aquellos hambrientos de conocimiento.

Las generaciones cambian, pero todas tienen algo qué aportar. El idealismo de algunos con la experiencia de otros. Aunado a ello, ha surgido una importante preocupación sobre los pequeños que se encuentran aún en fase de desarrollo: ¡los nacidos en medio de una pandemia! Llegaron al mundo en momentos de tremenda incertidumbre con posibilidad limitadas o nulas de socializar. Para estos pequeños, la mayor interacción humana se da a través de medios digitales pues el distanciamiento social merma las probabilidades de crecer socialmente de la mano con niños de su edad.

Tenemos en puerta un gigantesco reto, en el cual ya no se trata solamente de motivar a los más jóvenes a experimentar la vida fuera de lo digital, sino de pensar, desde ahora, en mecanismos que permitan integrar a los niños que se encuentran creciendo en aislamiento y cuya única conexión con el mundo es digital. El mundo está cambiando, ¿estamos dispuestos a seguirle el ritmo?

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO