En Sinaloa el gobernador Rubén Rocha ha sabido hacer un gobierno inclusivo no sólo con los diversos sectores económicos y sociales, sino también con los propios partidos políticos, de tal manera que no tiene una oposición política externa fuerte. En el congreso del estado, donde se mantiene la actividad política de partidos fuera de los periodos electorales, todos los representantes de institutos políticos han participado en una relación de entendimiento con Morena, lo que les ha permitido presentar una legislatura productiva sin grandes confrontaciones. 

Al interior de la propia administración estatal también se han incluido a personajes de distintos partidos, de tal forma que, salvo sus diferencias públicas con el PAS –que en gran medida se considera interna por que promueve a una corcholata morenista— y algunas recientes expresiones de disidencia interna de su propio partido, Sinaloa es uno de los estados donde la oposición externa prácticamente no existe, por lo que no representa una amenaza para las elecciones presidenciales del 2024, como podría ser en otras entidades muy divididas como la propia Ciudad de México, donde se perdió la mitad de las curules en la elección del 2021.

El discurso de “primero los pobres” del presidente López Obrador sigue siendo muy rentable electoralmente porque representa la justicia para la mayoría de la población pobre, desprotegida y excluida de los beneficios gubernamentales durante décadas. Y en ese terreno falta mucho por hacer y los pobres siguen siendo mayoría.

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Sin embargo, la focalización del discurso oficial en la confrontación de los pobres contra los ricos (que sigue siendo muy válido), ha dejado de lado a la clase media, pensante que ha empezado a manifestar sus inquietudes y que parece aprestarse a participar activamente en los próximos procesos electorales, con un alto potencial de incidencia política, porque aunque no son los grandes ricos que se beneficiaron a la sombra de los gobiernos neoliberales, si tienen idea y capacidad de organización y movilización y no se han sentido representados.

Estuvieron con Andrés Manuel López obrador en el 2018. Simpatizan más con Morena y la 4T que con los partidos de oposición. Sin embargo, no se han sentido representados en los programas y políticas del gobierno federal. Han sido excluidos porque no son parte de los grupos de la pobreza extrema que han sido privilegiados en este primer gobierno posterior al neoliberalismo y aunque no están con los partidos de oposición, sí han empezado a manifestarse como un espacio de representación propia que desea ser tomado en cuenta y que busca insertarse en el próximo proceso electoral.

BUSCA REPRESENTACIÓN LA CLASE MEDIA

Esta expresión creciente que demanda ser tomada en cuenta y que difícilmente cabe en un solo partido (en Morena o en los partidos de oposición) puede jugar un papel importante en las próximas elecciones, pues más allá de los partidos, converge en una gran corriente de expresión y de pensamiento intermedio entre los extremos de los ricos muy ricos y de los pobres muy pobres atrincherados desde el 2018.

Aunque este segmento creciente prácticamente no se observa en Sinaloa, en el contexto nacional sí puede llegar a influir en las próximas elecciones porque algunos de sus más destacados exponentes juegan un papel importante dentro de los propios partidos, incluso en Morena.

Es decir, a diferencia de la elección anterior y de la polarización política entre el presidente López Obrador y algunos empresarios vinculados los partidos de oposición, la elección del 2024 puede jugarse entre los propios grupos morenistas divergentes. No hay que olvidar que el partido Morena fue en realidad un movimiento contra los excesos del neoliberalismo en busca de alternativa, encabezada por un líder que ya no estará en las boletas. Una amalgama convergente de corrientes diversas, no un partido con una sola definición ideológica.

Y aunque los poderes que se beneficiaron de los gobiernos de los últimos 40 años siguen ahí, no son ahora los que ostentan el gobierno. Y por tanto, aunque siguen siendo muy criticables y no hay que permitirles regresar al poder, por sí solos no representan peligro electoralmente. Hay quienes, sin embargo, sin pertenecer a ese segmento y considerándose más bien ideológicamente de centro y de centro izquierda y simpatizantes de la 4T, constituyen un sector mucho más amplio en todo el país y no se han sentido representados por el actual gobierno, por lo que reclaman el derecho de ser atendidos y representados.

Saben que los partidos de oposición por sí solos no tienen posibilidades de subir al poder en las elecciones del 2024 y no representan alternativa para ellos, por lo que buscan participar con las corcholatas que mejor se identifiquen con ellos y que mejor los representen. Es decir, muchos de los que han salido a manifestarse en el zócalo no son propiamente PRI-PAN-PRD, sino simpatizantes de corcholatas que están inconformes o que no se sienten representados por el gobierno federal y que buscarán colocarse en el proceso electoral donde se sientan mejor representados.

¿PERDERÁ ESTA ELECCIÓN ELBA ESTHER?

Llama la atención, por ejemplo, Elba Esther Gordillo, quien salió a gritar al zócalo “mi voto no se toca”, junto con la oposición, pero tiene su principal expectativa de cambio de gobierno en el canciller Marcelo Ebrard, lo que sugiere que tiene expectativas en que si el proceso interno de Morena no es en una competencia justa y los resultados no son aceptados plenamente por los participantes, la elección constitucional podría ser entre los propios (ahora) miembros de la 4T postulados por siglas de partidos diferentes, toda vez que los partidos y candidatos de oposición convencionales no tienen muchas posibilidades de repuntar.

Es decir, si la oposición no tiene posibilidades frente a una candidatura unida, sólida de la 4t, lo único que representaría un riesgo para el candidato o candidata de la 4t sería otro candidato cuatro-teísta con mucha ascendencia en Morena y simpatías fuera de ese partido. 

A Elba Esther Gordillo por su propia influencia y personalidad no le ha ido bien en algunos gobiernos, pero nunca ha perdido en una elección presidencial. Se fue al lado de Fox cuando previó que perdería Labastida, en el 2000. Se mantuvo al lado del PAN con Felipe Calderón en el 2006, pero se cambió al PRI en el 2012, apoyando a Peña Nieto, quien la metió a la cárcel, por lo que apoyó, desde la cárcel, con sus huestes, a Andrés Manuel López Obrador en el 2018. AMLO le sacó de la cárcel y le devolvió sus bienes pero no le dio juego como los gobiernos anteriores. No le dio el SNTE, como esperaba y aunque sí le dio un partido, RSP no pudo mantener el registro, regresando temporalmente a la vida personal. 

Elba Esther quería regresar a la política pero no tuvo el juego que esperaba en este gobierno, por lo que ahora está buscando participar en el 2024 por una opción que sí le permite el juego político que desea, sin importar con cuál partido. Sin embargo, su contraparte en el ámbito magisterial –donde puede activar aún algo de su antiguo capital político–, Alfonso Cepeda, ya está integrado a una corcholata, por lo que sabe que ahí ella no tiene futuro, pero está empeñada en volver a participar en política este 2024. 

¿Perderá Elba Esther, por primera vez, una elección presidencial?

¿ALIANZA EBRARD-MONREAL?

Quienes han manifestado diferencias con el estilo de conducción presidencial, sin romper con el presidente, aunque no se consideren sus favoritos, son Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, quienes han dejado entrever una mayor identificación con otros sectores de población, no sólo con los más pobres, aunque le siguen apostado a conseguir la candidatura de Morena a la presidencia y al apoyo presidencial si la opinión mayoritaria en una consulta abierta les favorece.

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Y aunque ambos siguen apareciendo individualmente como corcholatas, han dejado entrever que sus destinos políticos podrían ir unidos a la contienda del 2024. ¿Pueden Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal encabezar una convergencia electoral alternativa si el proceso de selección de la candidatura presidencial no les convence? ¿El presidente tiene tanto oficio político, poder y pulso del país para evitar que Ebrard y Monreal se vayan de Morena, aun si les impusiera abiertamente su corcholata? O ¿Está dispuesto a ceder, el presidente, para evitar un cisma en Morena si sus corcholatas no levantan suficiente a la hora de la selección de la candidatura presidencial?

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